Enrique Szewach | Lunes 15 de diciembre de 2014
En economía (¿sólo en economía?), lo que se espera del
futuro, determina, de alguna manera, lo que ocurre en el presente.
Ahora bien, una vez
que sabemos que lo que se espera del futuro influye directamente en el
presente, necesitamos dar un paso más, conocer de qué manera cada uno de
nosotros construye sus expectativas.
Necesitamos una "teoría de las expectativas".
Al respecto, algunos, con cierta pereza, forman sus expectativas haciendo pesar mucho
el pasado. "Lo que viene se parece mucho a lo que pasó". Y dije pereza, porque a veces resulta muy
difícil o costoso recabar información para mejorar la predicción y, entonces,
resulta más fácil suponer que el futuro imita al pasado.
En otros casos, las expectativas le dan muy poco peso al
pasado y, en cambio, ponen énfasis en el presente, y a la proyección que, en
base a distintos datos, se hace de ese presente hacia el futuro.
Es por eso que un producto nuevo, una empresa nueva, un
proyecto "sin pasado", demanda mucha información y datos para convencer a sus
posibles consumidores o financiadores, si no tiene una marca o un "padrino"
confiable.
Mientras que en los productos o servicios ya conocidos
predomina el pasado, la reputación, la marca, la opinión vía redes sociales,
etc.
¿A qué viene esta perorata se preguntará usted?
Viene a cuento porque, en estas semanas, el equipo económico
ha tratado de actuar sobre las expectativas de los argentinos, desde dos
ángulos, el del mercado de cambios, y en el de la negociación salarial que se
viene.
Desde el punto de vista del mercado de cambios, anunció el
adelantamiento del pago del Boden 2015 y la colocación de nueva deuda,
escondida en una operación de canje de títulos.
Está claro que el objetivo de esta operatoria es reducir las
expectativas de devaluación y de futura inestabilidad en el mercado cambiario,
producto de un posible agotamiento de las reservas del Banco Central o de una
eventual incapacidad de acceder al mercado de deuda externa, si no se arregla
el conflicto con los "buitres".
Desde el lado de la negociación salarial, de lo que se trata es de convencer a la
población de que la inflación actual, en torno al 2% mensual, es la
"proyectable" para el próximo año, para converger a un número más cercano al
25% anual, que al 40% que surge de mirar la inflación acumulada en el último
año.
En otras palabras, lo que trata de hacer el gobierno es
influir en la formación de expectativas de la sociedad argentina tratando de
reducir el peso del pasado y haciendo predominar el presente. "El 2015 no va a ser como el 2014, ni en
devaluación, ni en brecha cambiaria, ni en inflación. Va a ser más como
noviembre de este año, con inflación baja, dólar calmo, y brecha cayendo".
Es evidente que el equipo económico trabaja con la hipótesis
de que los argentinos formamos nuestras expectativas en base a la experiencia
pasada y no en base a la información presente.
Dicho de otra manera,
para el equipo económico, la sociedad argentina considera que la
inflación del próximo año será del 40%, porque este año fue del 40% y que el
mercado de cambios será altamente inestable, porque este año lo fue.
Por lo tanto, toda su acción se concentra en "decir" que la
inflación del próximo año será la de este mes anualizada, y que los que opinan
otra cosa son unos chantas. ç
Y que el dólar a fin del año que viene será lo que el
gobierno quiere que sea, porque tendrá reservas suficientes para combatir
cualquier especulación.
Pero esta estrategia presenta dos problemas.
El primero, que para convencer solo con el "decir" hay que
tener mucha credibilidad. Y este gobierno ha mentido y miente tanto y tan
descaradamente, que aún cuando dijera la verdad, sería difícil creerle.
El segundo, es que si las expectativas, en lugar de formarse
mirando al pasado, se basan en mirar los datos del presente y proyectarlos al
futuro, resulta difícil, dada la política fiscal, la política monetaria, el
escenario internacional y la "promesa" de reactivación electoral, suponer que,
sin cambios sustanciales, la tasa de
inflación del 2015 será "noviembre por 12", o que la política cambiaria puede
ir a contramano del fortalecimiento del dólar en el mundo.
Por ahora, cuesta pensar en un 2015 con fuerte recuperación económica, con inflación en baja
y con dólar calmo.
Sin credibilidad en el "decir" hay que ganar credibilidad
con el "hacer".
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