Oscar González | Martes 28 de octubre de 2014
Contra los deseos de las corporaciones y la prensa
hegemónica, Dilma Rousseff seguirá gobernando Brasil hasta 2019 y la
restauración neoliberal está tan lejos como antes, como lo demuestran también
los resultados electorales en Uruguay, como ya lo habían hecho ya los de
Bolivia y Chile. En la Argentina, donde la derecha viene proclamando el fin de
ciclo desde hace un lustro, una encuesta reciente viene a demostrar no sólo que
el Frente para la Victoria es la fuerza política de mayor envergadura, sino que
la Presidenta conserva una sólida imagen positiva, a prueba de bombardeos
mediáticos y hostigamiento permanente.
Seguramente para sorpresa del diario que desde mediados del
siglo 19 viene mirando desde arriba a la sociedad y al sistema político, ese
sondeo confirma que los argentinos no pretenden volver al neoliberalismo ni a
un Estado obediente del poder económico y que esperan del próximo gobierno "un
cambio moderado": no la tierra arrasada que algunos candidatos de la oposición
venían ofreciendo sin darse cuenta de que estaban en offside.
Dilma, el PT y el pueblo brasileño -en particular los más
pobres, ampliamente beneficiados por las políticas de inclusión inauguradas por
Lula- libraron una desigual batalla contra el poder económico, los políticos
neoliberales y la prensa hegemónica, que aquí como allá es, no sólo la
articuladora de la oposición, sino la que le provee discurso, objetivos,
cobertura y programa.
Por esa misma razón, ese mismo diario convirtió sus páginas
en tribuna, ya no de doctrina, sino de la oposición brasileña, convencida de
que la derrota de Dilma sería un escarmiento anticipado para el kirchnerismo.
El presagio fue derrotado, como lo será el intento de barrer en 2015 con una
década de fortalecimiento de la autonomía del Estado, de crecimiento económico
apoyado en el mercado interno, el ingreso popular y el empleo, de independencia
nacional frente a los organismos multilaterales y el capital financiera, de
políticas de inclusión y desarrollo social y de recuperación del capital humano
ligado a la ciencia y el conocimiento.
Los triunfos de Dilma, de Tabaré y el Frente Amplio en
Uruguay, de Evo Morales en Bolivia y de Michelle Bachelet en Chile son una
muestra plural de objetivos similares que recorren la región y la manifestación
más palmaria de que no hay ni habrá fin de ciclo ni restauración conservadora,
ni nada que se le parezca.
Oscar R. González
Secretario de Relaciones Parlamentarias. Militante de
Socialistas para la Victoria.
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