Federico Vázquez | Martes 28 de octubre de 2014
El triunfo de Dilma y el cuarto gobierno consecutivo del PT
abren nuevos interrogantes para Brasil y la región. El más importante es si se
dará el pronóstico de los sectores conservadores, que apuestan a que el margen
exiguo con que ganó Dilma la lleve a construir un gobierno moderado, o si, por
el contrario, esa misma merma en los votos termine empujando a cambios más
profundos.
El shock que provocó el triunfo de Dilma Rousseff en los
sectores medios-altos de Brasil puede ilustrarse con dos notas que publicó
Folha do Sao Paulo en las últimas horas. La primera, casi una caricatura de ese
sector social, mostraba las caras largas de bellas chicas del coqueto barrio de
Leblon, en Río de Janeiro, cuando en la noche del domingo se supo que Áecio
Neves había perdido contra la actual presidenta. Las jóvenes declaraban,
seguramente bajo el impacto de una noticia que no esperaban, que preferían
emigrar a Miami o Europa, antes que "vivir 20 años bajo la dictadura del PT".
Más abajo, otra nota mostraba el mismo asombro: algún editor
creyó muy relevante contar con detalle que recién cuando se escrutaba el 88,9%
de los votos Dilma pasó a Áecio Neves. Es verdad: la derecha brasileña estuvo
cerca y eso, como en el fútbol, a veces es casi peor que perder por goleada.
Menos poéticos, los "mercados" abrieron el lunes mostrando
también su descontento con las democráticas urnas: el BOVESPA cayó fuerte, el
dólar subió, la acciones de Petrobrás se desplomaron un 14% y así.
Otra lectura de los mismos sectores asoma, todavía
agazapada, aunque con seguridad ganará espacio en los próximos días: Dilma
ganó, pero por tan poco margen que su programa debe ser mínimo, apenas una
administración prolija que, en todo caso, vaya girando moderadamente hacia la
derecha. Al fin y al cabo, eso dijeron las urnas.
Todo muy razonable desde esa lógica, salvo por el detalle de
que Dilma, la misma noche del domingo, pareció apuntar en la otra dirección.
Veamos algunos tramos de ese discurso:
? "Algunas veces en la historia resultados apretados
produjeron cambios más fuertes y más rápidas que victorias muy amplias. Y esta
es mi esperanza, o mejor, mi certeza de lo que va a ocurrir a partir de ahora
en Brasil".
? "Un debate de ideas, un choque de posiciones puede
producir espacios de consenso capaz de mover nuestra sociedad en los caminos de
cambios que tanto necesitamos. En las democracias maduras unión no significa
necesariamente unidad de ideas ni acción monolítica conjunta. Significa, en
primer lugar, apertura y disposición
para un diálogo".
? "Toda elección tiene que ser vista como una forma pacífica
y segura de cambiar un país. Toda elección es una forma de cambio.
Principalmente para nosotros, que vivimos en una de las mayores democracias del
mundo. Cuando una reelección se consuma, tiene que ser entendida como un voto
de esperanza dado por el pueblo. Por eso quiero ser una presidenta mucho mejor
de lo que fui hasta ahora".
? "El camino es muy claro, algunas palabras y temas
dominaron esta campaña. La palabra más repetida, más dicha, más hablada, más
dominante, fue "cambio". El tema más ampliamente invocado fue la reforma. Sé
que estoy siendo conducida a la presidencia para hacer los grandes cambios que
la sociedad exige. De aquí que mi esfuerzo estará puesto a responder a esa
convocatoria. Conozco la fuerza y las limitaciones que tiene cualquier
presidente. Sé también que el poder que cada presidente tiene de liderar las
causas populares y lo haré".
? "Entre las reformas, la primera y más importante debe ser
la reforma política". Cuando dijo esto, la gente comenzó a cantar: "El pueblo
no es bobo, abajo la Red O Globo". Dilma hizo su pausa más larga, tomó agua,
dejó que esa frase se repitiera varias veces.
? "Mi compromiso, como quedó claro durante todo la campaña,
es declarar esta reforma, que es responsabilidad constitucional del Congreso y
que debe movilizar a la sociedad en un plebiscito, por medio de una consulta
popular".
? "Como instrumento de esta consulta popular, el plebiscito,
nosotros vamos a encontrar la fuerzas y la legitimidad exigida en este momento
de transformación".
Si bien el contenido de la reforma no fue explicitado, hace
rato que sus trazos gruesos son comunicados por el PT, como puede verse en esta
página oficial. Concretamente, serían tres grandes cambios:
1. Pasar a un voto por lista, en vez del actual sistema de
voto individual a candidatos, lo que refuerza el rol de los partidos políticos.
Hoy hay micro fuerzas parlamentarias de uno o dos representantes, sin
ideologías conocidas, salvo los arreglos de conveniencia. En el otro extremo,
aún con cuatro mandatos presidenciales al hilo, el PT apenas tiene 70 diputados
en una cámara con 513. Algo está mal representado.
2. Cupo femenino en el Congreso. Las mujeres no llegan ni al
10% del total de legisladores. Ese número ubica a Brasil entre los peores
desempeños de igualdad de género en el mundo: está 124 sobre un total de 145
países, según registra Naciones Unidas.
3. Financiamiento público de las campañas políticas. Si bien
hay espacios en la televisión gratuitos para los partidos, el grueso del coste
de las campañas se hace con aportes privados. Ir hacia un sistema público de
financiamiento ayudaría a separar las plataformas políticas de los intereses
corporativos.
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