Adolfo Pérez Esquivel | Miércoles 15 de octubre de 2014
La prensa haitiana - tal vez más nadie - ayer destacó la
noticia que los llamados "donantes internacionales", convocados a comprometerse
con el Plan de erradicación del cólera en Haití, habían ofrecido apenas USD52,5
millones de los USD310 millones necesitados para los próximos tres años. Agregaron que la reunión en Washington fue
convocada por el Banco Mundial, a iniciativa de las Naciones Unidas.
Hoy,
probablemente sea también apenas la prensa haitiana que destaca que el Consejo
de Seguridad de esas mismas NN.UU., votó esta mañana para autorizar un año más
de permanencia de la MINUSTAH, su Misión para la Estabilización de Haití,
establecida hace ya 10 años en ese pequeños país caribeño, cuna de grandes
aportes a la historia de la humanidad como el fin de la esclavitud. Tal vez agregan que el presupuesto anual de
USD 500 millones ya ha sido aprobado para el mantenimiento de esta fuerza de
ocupación, responsable, entre otros despropósitos, por la introducción de la
bacteria del cólera que ha matado a más de 9000 haitianos y haitianas y
continua causando estragos, sin que NN.UU. reconozca su responsabilidad o menos
aún, asegure la reparación de l verdadero crimen cometido.
Este
desorden de prioridades es un profundo equívoco que sufre hoy el pueblo
haitiano, como tantos otros, con graves consecuencias para su futuro y el de
nuestro mundo entero.
Centenares
de organizaciones y personas de América latina, el Caribe y otras partes del
mundo, en vísperas de la votación, nos dirigimos nuevamente a las autoridades y
gobiernos intervinientes en la ocupación de Haití, para reclamar la
no-renovación de esta Misión llamada de "Paz"[1]. Pero el mismo Consejo de Seguridad que el
hermano Evo Morales recientemente bautizó de "Inseguridad", sigue afirmando que
Haití es un peligro para la paz de la región, y contra toda evidencia renueva
la presencia de esta fuerza tutelar que lejos de "estabilizar" a la sociedad
haitiana, ha violado sus derechos humanos más básicos, socavado el
funcionamiento de sus instituciones y sometido por completo su soberanía y
autodeterminación.
En la
misiva que además dirigimos a las instituciones de la integración regional,
como la UNASUR y la CELAC, repudiamos especialmente el hecho que los gobiernos
y parlamentos de muchos de nuestros países latinoamericanos -responsables de la
mayor parte del contingente de la MINUSTAH- acepten participar en la
tercerización de esta ocupación y el proceso de recolonización en marcha,
haciendo caso omiso de la voluntad del pueblo y los dos pedidos del Senado
haitiano. Pese al ejemplo dado por otros países como Cuba y Venezuela, que
siguen mostrando que una cooperación respetuosa de la soberanía, los derechos y
necesidades del pueblo es possible.
Reiteramos
nuestro llamado por el retiro inmediato de todas las tropas ocupando Haití. En
su lugar, generemos una verdadera fuerza de solidaridad, dando vuelta el
desorden de prioridades establecido, escuchando a las demandas y propuestas de
las organizaciones populares haitianas y contribuyendo en la construcción de
nuevos paradigmas de cooperación hacia un nuevo pacto de civilización.
Adolfo
Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
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