Enrique Szewach | Lunes 06 de octubre de 2014
Un Presidente de un Banco Central que se va dejando una inflación anual en torno al 35/40%. Una
brecha cambiaria superior al 75%. Caída de las reservas, y una entidad que, a
precios de mercado, está en quiebra, no
puede ser "extrañado". Pero el hecho que no se haya ido por esas razones, si no
por no "controlar" bien, es un
diagnóstico y, a la vez, un pronóstico de lo que vendrá.
Un diagnóstico, porque está claro que para el gobierno, y
una parte de la sociedad argentina, el
Banco Central y su política monetaria y cambiaria, no es responsable de la
descripción con la que comencé esta nota.
Para "ellos" la inflación es consecuencia de la estructura
de los mercados y el problema cambiario producto de un complot de sectores
concentrados que buscan voltear la revolución.
Obviamente, nadie explica por qué, bajo el gobierno de los
K., la estructura de mercado empeoró, al punto, de pasar de una inflación del
10% anual a una de 40%. O por qué, con un Estado manejado por los K., las
mismas "fuerzas concentradas" que operan en Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay,
Perú, o Colombia, sólo se animan a "complotar" en la Argentina y Venezuela.
Pero, más allá de estas explicaciones faltantes, lo cierto
que este diagnóstico permite un pronóstico.
En efecto. Si el problema inflacionario es consecuencia del
comportamiento de los formadores de precios, entonces, lo que se viene, no es
un cambio en la política monetaria, si no acciones más vigorosas de
"supervisión" contra los formadores de precios.
Como, a su vez, la política monetaria es "hija" de la
política fiscal. Se desprende, entonces,
que tampoco habrá cambios en la política fiscal que impliquen una reducción
sustancial del déficit. (Dado que, además, el déficit es, a los ojos del
gobierno, una manera de "compensar" la
caída de actividad privada). El único
cambio posible, podrá ser sobre la forma en que el Banco Central recupere los
pesos que emite para financiar el déficit. (Dicho sea de paso, otra cosa que no
explica el gobierno es por qué, si la inflación no tiene que ver con los pesos
que se emiten y están en poder del sector privado, por qué hay que "reabsorberlos"
para que no circulen).
Pasando al problema de dólares, como la brecha actual, según
el diagnóstico oficial, no es consecuencia de la relación entre esos pesos que
"sobran" y la escases de dólares comerciales y financieros que generó el propio
gobierno con su política de desaliento a la producción de exportables,
incluyendo petróleo y gas, del control de cambios, y del conflicto con los
bonistas que ganaron el juicio en Nueva York, sino un complot de los
productores de soja, los banqueros, y los buitres, entonces, el pronóstico es
"mayor supervisión y control " sobre ese mercado, tratando de cerrar la brecha,
bajando el techo.
En síntesis, más "policía" y menos política económica.
Pero claro, como ya le conté tantas veces, la policía no
sirve para manejar la economía (en la Argentina, tampoco sirve para manejar la
seguridad, pero ese es otro tema).
¿Y entonces?
Entonces, en materia de pesos, el gobierno seguirá emitiendo
para financiar el déficit y tiene instrumentos para, al menos en el corto
plazo, retirar de circulación esa carrada de pesos que emitirá.
Pero esto no soluciona el problema de fondo, porque los pesos
que "sobran" dependen de la tasa de inflación (en particular si la tasa de
interés es menor a la inflación esperada).
A mayor inflación me
sobran más pesos, y quiero gastarlos lo más rápido posible. Entonces la cantidad de pesos a "absorber"
son un blanco móvil. A más inflación, más pesos sobran, más rápido los quiero
gastar. Más rápido los gasto, más inflación y más demanda de dólares, más pesos
sobran, más inflación, más brecha. Esta peligrosa dinámica le pone un piso a la
tasa de inflación, hoy cercano al 3% mensual.
En materia de dólares, la policía puede calmar el mercado un
rato, pero no puede aumentar la oferta de dólares que, encima, caerá por los
menores precios internacionales de la soja, y por el menor crecimiento de
Brasil. Sin más dólares comerciales, o se consigue crédito externo, o hay que
profundizar el racionamiento -si se quiere mantener el precio del dólar
oficial-. Más racionamiento es más caída del nivel de actividad y más caída del
empleo.
En síntesis, lo mismo que hasta ahora, pero peor. Y cuando
la policía fracase...mucho peor.
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