Enrique Meyer | Miércoles 10 de septiembre de 2014
Cada vez que se pretende encarar el análisis del presente de
un sector, es imprescindible ser riguroso en cuanto a contextualizar cada etapa
en relación al punto de partida y recurrir a datos concretos. La actividad
turística no debe quedar ajena a este criterio.
Desde esa perspectiva, es fundamental subrayar el incremento
del 86 por ciento registrado en los arribos de turistas no residentes entre
2003 y 2013, cuando las 2,9 millones de llegadas iniciales treparon a casi seis
millones.
Con ese parámetro, vale destacar además que el primer
semestre de 2014 cerró con un 17 por ciento de crecimiento en relación a igual
período del año anterior en el volumen de arribos y un 6 por ciento en el nivel
de ingresos en dólares. Y la tendencia da cuenta de un alza.
En cuanto a los ingresos económicos por turismo receptivo,
en una década pasamos de 1.942 a 4.270 de millones de dólares, números que
representan un acumulado de casi el 120 por ciento.
El turismo interno también avanzó con paso firme. Las 28,7
millones de llegadas de 2003 a los diversos destinos nacionales subieron a 45
millones en 2013, un crecimiento de más del 56 por ciento. En este caso, hay
que señalar la desconcentración de la demanda, territorial y temporal, que
redundó en un mapa turístico federal.
Los fines de semana largos han generado un movimiento de más
de 10 millones de turistas al año, un incremento superior al ciento por ciento
con respecto a una década atrás. En el primer semestre del 2014, casi 7
millones de personas ya se han movilizado a todos los destinos en esos
períodos.
En este análisis, hay que incluir la apertura al turismo de
las áreas protegidas nacionales, en un escenario de insoslayable
sustentabilidad que incluye planes de manejo y una fuerte inversión en
infraestructura, equipamiento y personal para la recepción de los visitantes.
El vínculo entre turismo y conservación ha quedado reafirmado con la ampliación
en un 24 por ciento de la superficie de estos baluartes del patrimonio natural
y cultural.
Los índices también son positivos en turismo de reuniones,
un segmento que impacta directamente en la hotelería y la gastronomía y generó
ingresos por más de 18 mil millones de pesos correspondientes al 2013, que se
distribuyeron en más de 271 localidades. Los congresos internacionales se
incrementaron un 1.300 por ciento en una década.
A modo de conclusión, hay que resaltar que la clave de este
crecimiento no está asociada a fórmulas mágicas. Es el fruto de hacer del
desarrollo turístico una política de Estado.
Enrique Meyer
Ministro de Turismo de la Nación
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