Enrique Szewach | Lunes 01 de septiembre de 2014
Desde el 2011 hasta aquí el déficit fiscal, aún antes del
pago de deuda, creció diez veces. Es decir mil por ciento.
Para aquéllos que sostienen que los déficits públicos ayudan a reactivar la economía, la Argentina
debería estar volando de crecimiento económico.
Pero no es así.
Y no es así por un pequeño detalle.
Los déficits públicos ayudan, en el corto plazo, a reactivar
una economía, si se financian con crédito externo, o desahorrando fondos
acumulados en épocas de bonanza.
Pero sucede que la Argentina no tiene acceso al crédito
externo, ni tiene fondos anticíclicos, solo tiene al Banco Central.
Entonces, el gobierno usó las reservas para pagar deuda
externa, y la maquinita de emitir pesos para financiar el déficit fiscal.
En efecto, desde esa fecha se usaron más de 30000 millones
de dólares para pagar deuda, y la emisión para financiar al gobierno creció
también unas 10 veces.
Antes que algún ignorante argumente "El Banco Central de
Estados Unidos también inundó de dólares su economía", le recuerdo que la
Reserva Federal no financia al gobierno de manera directa, y lo que hace es
emitir reservas bancarias que les vende a los bancos en operaciones de mercado,
contra títulos públicos líquidos y otros activos. (entre otras diferencias).
El Banco Central de la Argentina le da los pesos
directamente al gobierno, contra un vale
de caja intransferible a largo plazo.
Retomando, una economía con un gasto y un déficit fuera de
control, y una emisión monetaria que nada tiene que ver con la demanda de
pesos, si no con las necesidades de financiar, justamente, ese descontrol
fiscal.
Semejante descontrol solo puede tener como resultado lo que
hoy estamos viviendo.
El gasto público financiado con emisión, no reactiva, porque
sólo redistribuye entre receptores de gasto y pagadores de impuestos (incluida
la inflación), por eso el ajuste es sólo privado, más el salario real de los
empleados públicos y las jubilaciones.
Dicho sea de paso, el uso de las reservas para pagar deuda
pública implica, obviamente, "pagar con el hambre de los argentinos".
En efecto, las reservas no se compraron con superávit fiscal
(que no hay desde el 2009) si no con emisión de moneda es decir con inflación.
Inflación que es un impuesto que pagamos todos pero,
proporcionalmente, pagan más los pobres.
Sin crédito externo, y sin ingreso de capitales por las
políticas instrumentadas y con estancamiento o caída de exportaciones, también
por políticas públicas que destruyeron mercados, más allá del "mundo", las reservas
caen y hay que racionarlas frenando importaciones.
Racionar importaciones afecta el nivel de actividad, dado
que las empresas necesitan insumos y productos para producir.
Con esto se cierra el círculo.
Descontrol de gasto y emisión que terminaron generando falta
de divisas. Falta que se "soluciona" obligando al ajuste al sector privado y al
sector más vulnerable del sector público. Obviamente, el ajuste privado
redistribuye en contra de los que producen, reduciendo la recaudación
impositiva y agravando el problema de déficit y emisión.
A estas alturas, queda claro que la "solución" de enero de
devaluar sin programa fiscal y subir las tasas de interés fracasó.
Y fracasó, precisamente, porque no era solución.
La devaluación se trasladó parcialmente a los precios. Y si
bien es cierto que eso favorece la recaudación impositiva en términos
nominales, no es menos cierto que impacta sobre el gasto público, dado que una
parte importante (los subsidios económicos) están dolarizados -las
importaciones de energía- o indexados -los mayores costos de operación local de
las empresas de energía y transporte-.
Como el impacto sobre el gasto es mayor que sobre los
ingresos, el déficit aumenta, aumenta la emisión para financiarlo y esos pesos
"de más" finalmente terminan demandando dólares en el mercado informal, aumenta
la brecha, la presión sobre los precios, etc. etc. Y volvemos al punto de
partida.
La economía argentina perdida en este laberinto, camina en
círculos y, cada tanto se detiene y confirma "por aquí ya pasamos".
A estas alturas, y sin acceso al crédito externo, y con más
caída de exportaciones por el precio de la soja y Brasil, a este gobierno, para
salir del laberinto, sólo le quedan "parches para aguantar". Fiel a su estilo,
sus parches más probables podrían ser desdoblamiento cambiario "oficial" y más
chavización.
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