Cayo Lara | Lunes 02 de junio de 2014
La abdicación del jefe del Estado supone una circunstancia
de enorme trascendencia histórica para nuestro país. Ante un acontecimiento de
estas características, desde Izquierda Unida consideramos imprescindible que el
pueblo pueda expresarse libremente como auténtico protagonista de los
acontecimientos. Creemos firmemente que la soberanía reside en el pueblo, del
que emanan los poderes del Estado, no en la Corona, y por ahí va a ir
encaminada nuestra acción política.
Por ello, planteamos la necesidad de que se convoque un
referéndum para que la ciudadanía pueda elegir entre Monarquía y República, que
es lo mismo que decir entre Monarquía y Democracia. No queremos que se nos siga
considerando súbditos sometidos a una institución hereditaria que en pleno
siglo XXI resulta obsoleta e incomprensible en un Estado avanzado como el
nuestro. Somos ciudadanos y ciudadanas libres, y queremos ejercer como tales.
A partir de ese referéndum ha de comenzar un proceso
constituyente, es decir, se debe iniciar la construcción de un nuevo proyecto
de país que incluye más democracia, más participación y más derechos sociales.
Estamos ante una gran oportunidad para dar respuesta a las demandas que de
manera mayoritaria viene reclamando la sociedad desde hace ya demasiado tiempo.
La monarquía ha sufrido un profundo deterioro en los últimos
años, un desgaste que han ahondado las prácticas presuntamente corruptas de
miembros de la familia real. Como hemos expresado con reiteración y perenne
insistencia, esta institución ha venido funcionando prácticamente desde sus
orígenes con una opacidad y una falta de trasparencia inasumibles.
En esta manera de proceder ha contado con la impagable
protección y la complicidad interesada del bipartidismo de PP y PSOE, que se
han alternado en el Gobierno sin cuestionar nada y sin facilitar que se
pudieran producir avances significativos hasta que ya era demasiado tarde para
remediarlo.
Consideramos que la monarquía ha sido uno de los principales
pilares de ese bipartidismo, con el que se ha retroalimentado sin solución de
continuidad para llegar al punto en el que nos encontramos. De ahí que la
decisión del rey de abdicar, anunciada públicamente por el presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, esté estrechamente ligada con esa decadencia efectiva
del sistema bipartidista, que se arrastra desde hace meses y que se ha hecho
palpable tras las pasadas Elecciones Europeas del 25M.
La supuesta necesidad de buscar seguridad y estabilidad que
algunos airean ya no puede servir de excusa. En una sociedad dominada por el
paro, la desigualdad social, la corrupción y un sistema productivo perverso, la
estabilidad sólo puede venir asegurada a través de la profunda conciencia
democrática de nuestro pueblo y, sobre todo, de los hombres y mujeres que viven
de su trabajo.
Salvador Allende, con gran criterio, dijo en su día que
había llegado la hora de que el pueblo se pasee por las amplias alamedas que
conducen a un futuro de esperanza. Nosotros estamos de acuerdo con ello y
queremos la aplicación práctica de esta idea en nuestro país. Por eso, ahora
más que nunca, defenderemos ese nuevo proyecto de país fruto de un proceso
constituyente en el que se le dé al pueblo la voz que le corresponde y el
ejercicio para poder tomar las decisiones que libremente acuerde. Es la hora
del pueblo.
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