Lunes 26 de mayo de 2014
El programa Progresar se articula con un sistema educativo,
en su sentido más amplio, fortalecido durante más de una década y capaz de
ofrecer instancias de formación, capacitación y salidas laborales a través de
sus distintos planes y áreas de trabajo.
Las políticas educativas que se han ido traduciendo en
hechos a lo largo y ancho de nuestra patria en la última década tienen una
clara inspiración política y una guía superior que las orienta.
En primer lugar, somos parte de un Proyecto Nacional,
Popular y Democrático, conducido por nuestra presidenta, Cristina Fernández de
Kirchner. Esta sintética declaración supone, más allá de cualquier formulismo,
un contenido profundo de ideas y valores sustentados en los principios de una
doctrina social, política y económica que abreva en las mejores tradiciones de
los movimientos populares argentinos. Esa concepción de la política y de la
sociedad es la que ha orientado la construcción de políticas activas en el
terreno en que se nos ha encomendado actuar: el de la Educación y, en
particular, aquellas destinadas a nuestros jóvenes.
Es así que desde la llegada de Néstor Kirchner a la
presidencia en 2003 ha sido posible volver a pensar y a ejecutar en la
Argentina una política educativa integral, pensada como política de estado para
el siglo XXI. Las leyes educativas que han permitido el ordenamiento,
financiamiento y promoción de las áreas estratégicas de la enseñanza, no han
sido sólo un puñado de buenas
intenciones y de altisonantes declaraciones de principios. Cada una de esas
leyes se ha traducido en múltiples programas de acción, cada una de ellos
destinados a asegurar y ampliar el derecho a la educación en los distintos
niveles y modalidades del sistema.
De este modo, la educación ha sido uno de los pilares de un
estado presente que a lo largo de esta década ha logrado establecer un sistema
integral de protección y promoción social cuyos puntos más salientes han sido
la creación de 5 millones de puestos de trabajo, la Asignación Universal por
Hijo, los programas universales de salud y vacunaciones obligatorias, en fin,
todos los elementos que han abierto definitivamente el camino de los jóvenes
hacia la escuela, en condiciones de dignidad social.
El programa Progresar, destinado específicamente a los
jóvenes y por lo tanto enraizado en el trabajo cotidiano de este ministerio, es
complemento y continuidad natural de aquellos logros que mencionamos en el
párrafo anterior y clara señal de la filosofía política que nos guía: la
ampliación permanente de derechos para todos los argentinos y la construcción
de herramientas efectivas para que esos derechos no queden en la etapa de su
enunciación sino que se hagan realidad para cada uno de ellos.
Para este ministerio, estos grandes principios del
pensamiento social y político que guían al gobierno nacional pueden, y deben,
tener traducción en la gestión cotidiana del Estado. Por eso hemos construido a
lo largo de esta década, junto a las realidades materiales que constituyen las
casi 2000 nuevas escuelas, los 67 millones de libros, los 3,5 millones de
netbooks, las más de 100 radios estudiantiles, los cientos de nuevos centros de
estudiantes, algo más permanente aún: programas, dispositivos, estructuras y
actividades permanentes que nos permiten hoy ofrecer a aquellos jóvenes que
todavía nos falta incorporar a la educación y al trabajo, espacios de formación
continua.
Nuestro plan FinEs, los 2500 centros de actividades
juveniles, nuestros parlamentos Juveniles de los que ya han participado más de
300 mil estudiantes, nuestros programas estímulo a la formación de jóvenes
docentes, la dotación de miles de becas universitarias, son algunas de las
formas en que, desde el Ministerio de Educación, hemos trabajado por garantizar
a nuestros jóvenes el derecho a una educación de calidad.
Estas políticas articuladas por el Estado desde la primera
infancia a la finalización de los estudios universitarios, nos han permitido
tejer una densa malla para que todos tengan posibilidades ciertas de acceso,
permanencia y egreso en las sucesivas etapas de su formación.
Por ello, podemos afirmar con certeza que los jóvenes a los
que este programa se dirige, se incorporarán a un sistema que se encuentra
fortalecido y en pleno funcionamiento. Asimismo, dispondremos de programas
específicos que impulsen la inclusión educativa de ellos en todas las
instituciones de la educación formal y no formal: escuelas secundarias con
diversas orientaciones (Arte, Economía, Técnicas entre otras), Centros de
educación y escuelas primarias y secundarias de jóvenes y adultos, centros de
formación profesional, plan FinEs y centros de alfabetización.
En el ámbito específico de la formación técnico-profesional,
hoy dotada de recursos como nunca antes en su historia, ponemos a disposición
de nuestros jóvenes que aspiran a volver a estudiar y que hoy son sujetos
beneficiarios del Programa Progresar, cientos de centros de formación
profesional que funcionan articulados con sindicatos nacionales y otras
organizaciones de la sociedad civil, así como las miles de instituciones
educativas del sector.
Estas son algunas de las estrategias que estamos poniendo en
funcionamiento para que los objetivos de este Programa se cumplan y miles de
jóvenes hoy fuera del sistema educativo, ingresen en él. La construcción de una
sociedad más justa, libre y democrática lo reclama y aún más lo reclama la
dignidad de cada uno de ellos.
Asumimos, hace años, aquel diáfano pensamiento que nos
legara el General Perón: "jóvenes son aquellos que no tienen el cerebro
marchito ni el corazón intimidado". Para esta simple y profunda idea trabajamos
y desde esa premisa, saludamos con esperanza esta iniciativa del gobierno
popular.
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