Fernando Jáuregui | Sábado 24 de mayo de 2014
La campaña electoral llega a sus últimas horas. Preferiría
no cargar las tintas repitiendo lo tantas veces dicho: ha sido una de las
campañas más anodinas, absurdas y vanas que recuerdo en más de treinta años. El
'debate' ha sido sobre el machismo de Arias Cañete, sobre la reforma del
aborto, sobre la opinión de Elena Valenciano acerca del rostro de Ribery o la
consideración que a Ramón Jáuregui le merecen los malos tratos conyugales de un
compañero de partido, ocurridos, por cierto, hace casi una década. Pues qué
bien.
Permítame unir a esta ristra de despropósitos algo que no
logro, ni han logrado, explicarme: la ausencia en los mítines de los más
destacados representantes españoles en la historia de la UE. Ni Javier Solana,
que fue secretario general de la OTAN y máximo representante de la 'diplomacia'
de la Unión; ni los comisarios y vicepresidentes Manuel Marín y Joaquín
Almunia; ni los que fueron presidentes del Parlamento Europeo, los también
socialistas Enrique Barón y Josep Borrell, han estado presentes en la 'caravana'
del PSOE, como tampoco lo ha estado José María Gil-Robles en la del PP. ¿No han
sido invitados por sus respectivos partidos para que apoyasen sus respectivas
opciones europeas? ¿Han rechazado ellos -y ya me extrañaría-la invitación, si
es que se ha producido?
Creo que todos los citados habrían contribuido a dar lustre
y profundidad a una campaña que, ya digo, yo calificaría de más bien triste. Y
menos mal que, al menos, Elena Valenciano se hizo acompañar por el primer
ministro francés, el 'catalán' Manuel Valls, que demostró su talla mitinera el
miércoles en Barcelona. Porque, si le digo la verdad, ni el socialista Schulz
ni el 'popular' Juncker -a ambos he tenido la oportunidad de oírles en
directo-pueden decir que han contribuido demasiado a 'calentar' la campaña, al
menos en este país, que en otros, la verdad, lo ignoro.
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