Opiniones

Papas de un mundo real

Silvia Cavadini | Domingo 27 de abril de 2014
Juan XXIII "el Papa bueno", Juan Pablo II "el Papa viajero" han entrado en una categoría especial para toda la cristiandad. Ante mil obispos, seis mil sacerdotes y una enorme  cantidad de dignatarios, el mundo gracias a los medios participó de este hecho que por sus características entrará en la historia de manera especial: dos Papas canonizados, dos Papas celebrando, algo nunca visto


Vivimos en un mundo que tiene graves conflictos a nivel social, países que se desintegran en guerras fratricidas, odios que se globalizaron; se enteran hoy que dos hombres consagrados son elevados a la categoría de santos. ¿En qué medida esto adquiere relevancia? ¿Generará algún tipo de reflexión más allá de ser primera plana?


San Juan Pablo II "el peregrino" a lo largo de su pontificado le mostró al mundo que no sirve encerrarse, que hay que salir, animarse a dialogar en el terreno del otro, que no existe enemigo con el que no se pueda hablar si se tiene la intención de hacerlo, visitó ciento veintinueve países estando en algunos varias veces, y en un mundo acostumbrado a que los adultos fueran los motores de las novedades incentivó a los jóvenes a ser ellos los constructores del cambio. Dos paradigmas que se empezaron a considerar más allá del espacio de la Iglesia católica.


San Juan XXIII más alejado en el tiempo de nosotros, inició  durante su pontificado el acercamiento más innovador al mundo del siglo XX, salió de los límites del Vaticano y modernizó la vida del mismo con  el rejuvenecimiento del Colegio Cardenalicio y la intensificación de las relaciones diplomáticas del papado con los líderes políticos mundiales. Su proclamación  del Concilio Vaticano II solo dos meses después del inicio de su pontificado motivó  a todos los obispos a buscar un lenguaje más comprensible para todos a través de la adaptación de la liturgia.


 Dos hombres que han dejado huella no solo en la Iglesia Católica porque durante sus vidas han sido motores de cambios en la sociedad toda, han sido imitados y también combatidos, adentro y afuera de la institución. Han tenido injerencia en temas políticos, sociales y también religiosos, y los hombres que generan cambios o movilizan conciencias no siempre son entendidos y aceptados, pero siempre dejan huellas.


Pensemos un poco, la Iglesia del siglo XXI se viene haciendo a través del tiempo, estos dos santos con sus errores y sus aciertos han sido mucho más que gobernantes de su grey, se los canoniza por su entrega y compromiso con todos los seres humanos.


Los dos Papas que compartieron la ceremonia siguen sus pasos. El Papa Benedicto XVI ejemplo de humildad y aceptación  de sus limitaciones. El Papa Francisco es heredero del espíritu renovador y el  incesante hacer de los dos santos, y lo confirmamos cuando nos pide  a todos que salgamos al mundo, que no nos quedemos encerrados, siempre desde una teología de la ternura y el Amor al otro.


Interesante el mirar el hoy de la Iglesia, trascendiendo la Institución, y aprovechando lo que nos aporta a todos sin distinción de razas, nacionalidades y credos. Vivimos el resultado de una humanización que trasciende la pastoral, vivimos celebrando el trabajo por el otro, vivimos en un mundo realmente angustiante pero lo hacemos con la fuerza de la alegría de pensar en poder construir un mañana mejor y tratamos de vivir a imagen y semejanza de lo bueno que nos enseñaron los que creyeron que se puede ser del mundo sólo estando en Él. 


                                                                                                                             Silvia Cavadini

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