Artemio López | Viernes 04 de abril de 2014
Cuestiones sobre el financiamiento estatal y la tasa de
ganancia empresaria en el modelo sindical opositor.
El diputado nacional por el Frente Renovador, Sergio Massa,
insistió en estos días en la necesidad de disminuir el peso tributario sobre
los trabajadores. "Es importante que haya suba del mínimo no imponible y
actualización en la escala de ganancias, porque esto significaría que el
trabajador no pierda contra la DGI lo que consigue en la paritaria".
En la misma dirección se pronunciaron varios dirigentes de
la CGT y CTA opositoras, e incluso el diputado por el FPV Facundo Moyano
presentó una iniciativa que incluye una actualización del 40% en los montos de
deducciones que pueden realizar los trabajadores sobre esa contribución y una
actualización automática de los mínimos no imponibles.
Incluso el paro sectorial contra el Gobierno Nacional
planteado para el 10 de abril, tiene entre sus fundamentos una nueva suba del
Mínimo No Imponible por sobre el ya exorbitante umbral existente.
Pues bien, los salarios realmente existentes son lo que
son y se muestran desagregados por
deciles de ingreso en el cuadro de reciente difusión, elaborado por el INDEC en
base a datos de Encuesta Permanente de Hogares, correspondiente al cuarto trimestre
de 2013, último dato oficial disponible.
Podemos concluir que los trabajadores formales e informales
luego de una década donde la tasa de ganancia empresaria no paró de crecer,
registran una media (promedio) de $4997.
La mediana - el valor que divide en dos partes iguales la
escala: el 50% de los casos se ubican por encima y el otro 50% se encuentran
por debajo - para los hombres $5000 y para las damas $3600.
El 20% que más gana toma el 42,3% del total de la masa
salarial mientras el 20% de la base toma el 4%, una estructura muy asimétrica
pero la menos dispersa de la serie 2003-2013.
Aún en el 10% de las cima de trabajadores mejor remunerados,
correspondientes al universo formal el promedio salarial alcanza apenas a los
$13.000 mensuales.
Así las cosas, el reclamo por subir hoy el piso del mínimo
no imponible que - recordemos- el gobierno ya alzó a fines de 2013 a los
$15.000 mensuales, supone demandar por una exención impositiva a favor de no
más del 1,7% de trabajadores formales de la cima de la pirámide salarial. Una
pretensión sectaria por donde se la mire, travestida de masividad por el
despliegue que brinda el sistema de medios opositores.
De satisfacerse esta demanda sindical tan selectiva en su
capacidad representativa, como ya lo hizo
el gobierno en el año 2013 (apurado quizás por una mala lectura de la coyuntura
electoral), desfinanciará al Estado Nacional en una etapa de restricciones
severas y de remarcación de su rol de
proveedor de servicios al conjunto de la población especialmente a los sectores
más postergados a través de políticas de transferencias de ingreso vía diversos
planes sociales y de empleo.
Es lamentable que este episodio de reclamos para
desfinanciar al Estado acontezca además en el exacto momento en que los datos
nacionales disponibles permiten observar, como veremos, que los trabajadores
mejor remunerados vienen perdiendo salario real a manos de las patronales
empresarias y no del Estado Nacional.
En efecto, producto de las mejoras en los niveles salariales
en la base de la pirámide y el achatamiento en las remuneraciones de la cima
como fenómenos combinados, se observa una notable mejora en el coeficiente GINI
de concentración del ingreso calculado sobre la población ocupada,
estratificada según el ingreso de la ocupación principal.
La desconcentración muestra la pérdida de participación de
los trabajadores mejor remunerados, se
observa que entre el primer y el cuarto trimestre de 2013 se registra la menor
participación de la serie desde el año 2003, como se ve en el cuadro que sigue.
Las conclusiones posibles son varias, pero el plexo
conceptual de estos datos refiere de manera dominante a un freno en la
recomposición salarial de la cima de la pirámide de salarios formal privados.
La causa del frenazo supone como contraparte necesaria una
captura como tasa de ganancia empresaria de parte de la mejora del salario real
en toda la estructura salarial pero muy especialmente en el 20% mejor
remunerado del universo formal privado, en el mismo instante en que los
balances empresarios que los emplean muestran un notable ascenso en su
rentabilidad.
Es la voracidad empresaria en estado puro, que no trepida en
capturar como tasa de ganancia parte de las mejoras salariales, un
comportamiento corporativo que deberá ser analizado por el sindicalismo en
general y el representativo de los trabajadores mejor remunerados muy
particularmente.
Retomando la mejor tradición del sindicalismo peronista, los
representantes gremiales debieran también dirigir sus críticas y reclamos a la
patronal empresaria desplazando la creciente y muchas veces arbitraria
centralidad que tiene el Estado en sus demandas, modelando un comportamiento
anti estatista típico de las practicas de los aparatos sindicales atravesados
por la ideología neoliberal cuya máxima bien pudiera ser: A la patronal, todo,
al Estado ni justicia.
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