Roberto Durrieu Figueroa | Viernes 14 de marzo de 2014
Basta leer los diarios de los últimos días para comprender
el grado de confusión y superficialidad con el que las autoridades se refieren
al flagelo del narcotráfico. El ministro de Defensa, Agustín Rossi, sorprende a
todos al afirmar que la Argentina, ahora, es un país productor de drogas. Casi
al instante el secretario de Seguridad, Sergio Berni, y el jefe de Gabinete,
Jorge Capitanich, dicen exactamente lo contrario: que la Argentina seguía
siendo un país de tránsito y consumo de drogas, pero no de elaboración. A su
vez, legisladores de la oposición salen al cruce y sugieren la despenalización
del consumo de droga en privado. Y, finalmente, el retruque máximo lo termina
dando el propio Berni al mostrarse en favor de la legalización de la
elaboración y venta de la marihuana; postura puesta en práctica recientemente
por Uruguay.
Pero lo que resulta ser una verdad evidente -y que los
funcionarios omiten en su debate- es que nuestro país es uno de los refugios
económicos y financieros de los carteles colombianos de la droga. Para
sustentar esta afirmación, me referiré a dos antecedentes judiciales que hablan
por sí solos.
Henry de Jesús López Londoño, alias "Mi Sangre",
fue detenido por Interpol y la Secretaría de Inteligencia el 30 de octubre de
2012, a raíz de un pedido de extradición solicitado por los Estados Unidos. El
secretario de Seguridad caracterizó a "Mi Sangre" como el "narco
más importante del mundo". A mediados de 2007 se radicó en el país junto
con su familia núcleo. Habitaba seis propiedades en exclusivos barrios cerrados
de la zona de Pilar, Tigre y Campana. Según testigos de identidad reservada,
una de las viviendas era una mansión de estilo imperial. Se movía de casa en
casa por motivos de seguridad. Manejaba autos blindados de alta gama y solía
trasladarse con tres o cuatro custodios. Según la investigación periodística de
Mauro Federico en Mi Sangre: historia de narcos, espías y sicarios , este
hombre realizó importantes inversiones agrarias en el noroeste de nuestro país,
entre otras de carácter inmobiliario.
El segundo ejemplo se refiere a Ignacio Meyendorff, alias
"Gran Hermano", acusado de ser uno de los mayores financistas del
cartel del Norte del Valle de Colombia y jefe de una banda que traficaba cocaína
en submarinos. No bien arribó al país en 2004 con su mujer, suegra y dos hijos,
conformó una empresa constructora, otra inmobiliaria y otras cuatro firmas de
exportación de productos de decoración interior (entre ellas Cattle de
Argentina y San Judas SA). Se presume que las firmas se fondearon con dinero
procedente de la droga. Compró varios campos y viviendas importantes en barrios
cerrados del Gran Buenos Aires. Sus hijos estudiaban ciencias económicas y
derecho en una reconocida universidad privada ubicada en Puerto Madero. Uno de
sus hijos, Mauricio Álvarez Sarria adhirió al plan fiscal de repatriación de
activos de 2009, con lo que logró "blanquear" 4.453.000 pesos (US$
1.162.000 al tipo de cambio oficial de entonces).
Las discusiones zigzagueantes y vacías de contenido eficaz
contra la delincuencia organizada no hacen más que revolver el río, y como dice
el refrán "a río revuelto, ganancia de pescadores" (léase, ganancia
de narcolavadores). A esto se refiere el académico Bruce Zagaris al sostener
que "los políticos suelen encarar debates superfluos contra la difícil
tarea de combatir las drogas, con miras a no expresar su incapacidad manifiesta
en lo que hace a su control efectivo".
Me pregunto: ¿cómo limitar el avance económico de los grupos
narco? Siguiendo e incautando el fruto del dinero narco. Es decir, dándoles
vida a los mecanismos legales contra el lavado de dinero procedente del
narcotráfico. Sin embargo, el Estado parece de brazos caídos en esta materia. Y
ésta es la crítica máxima que le hace la sociedad a la dirigencia política. Las
instituciones parecen estar todas presentes, pero sólo en forma aparente. ¿De
qué sirve la conformación de policías municipales, fiscalías especializadas o
unidades antilavado, si la aplicación transparente de las leyes contra el
narcolavado es insuficiente e ineficaz? Como solía repetir el cardenal Jorge
Bergoglio, es hora de que las autoridades se "pongan la patria al
hombro". En definitiva, se espera que la dirigencia reaccione, urgente,
con miras a detener el avance económico de los narcos.
Por Roberto Durrieu Figueroa
DOCTOR EN FILOSOFÍA DEL DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE OXFORD
(2012), MASTER EN DERECHO (DUKE UNIVERSITY, 2001) Y ABOGADO (UCA, 1998).
REPRESENTANTE EN LA ARGENTINA DE LA RED ANTILAVADO FRAUDNET.
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