José Méndez La Fuente | Lunes 24 de febrero de 2014
Las protestas estudiantiles conforman una buena parte de
la historia contemporánea de
Venezuela. De hecho, puede afirmarse que
son el eje motor en el desarrollo de los acontecimientos políticos del siglo
XX. Desde la Generación del 28, nombre con el que se conoce al grupo de
estudiantes universitarios que lideraron en el carnaval caraqueño de 1928 un
movimiento de carácter académico y estudiantil que derivó en un enfrentamiento
con el régimen de Juan Vicente Gómez y que llevó a la cárcel de la Rotunda y al
castillo de Puerto Cabello a centenares de jóvenes, hasta las más recientes manifestaciones públicas de
rechazo al régimen de Nicolás Maduro, por parte del sector estudiantil, ha
transcurrido casi un siglo, pero los protagonistas siguen siendo los mismos.
Podrán cambiar las condiciones socioeconómicas, las circunstancias políticas
internas, los factores de poder internacional, pero los estudiantes y su voz
estrepitosa en el aire, seguirán siendo
los héroes de la jornada.
Las manifestaciones estudiantiles en cualquiera de sus formas, estuvieron presentes en todos los
gobiernos adeco-copeyanos entre 1958 y 1998.
Las causas y las justificaciones varían; no así la manera de enfrentarlas, y por eso las
reacciones de los gobiernos de turno para reprimirlas, frenarlas o acabarlas,
casi siempre conllevaba al uso de la fuerza o conducían, por el choque, a más
violencia. Un error político recurrente, del que ningún gobierno, sea de
izquierda o de derecha, sale bien librado.
Durante esos cuarenta años,
basta hacer un recorrido por los periódicos de la época, para darse
cuenta que las noticias sobre la
desaparición de algún estudiante, o algún universitario o liceísta muerto en
disturbios estudiantiles y enfrentamientos con las fuerza del orden público no
son una novedad reciente. Incluso debido a circunstancias típicas de esos años,
en que la universidad autónoma, además de un lugar para el saber, era también
un refugio de la subversión y de los movimientos insurgentes, así como de la
clandestinidad a la luz del sol, algunos gobiernos decidieron intervenir a las universidades nacionales,
como ocurrió, por ejemplo con la UCV,
allanada en mayo de 1964, bajo la presidencia de Leoni, y posteriormente en
octubre de 1969 siendo Rafael Caldera presidente, con fuerzas militares y
cierre incluido durante año y medio.
Durante la década de los ochenta el movimiento estudiantil
venezolano también estuvo presente en el seno del movimiento popular. Esta vez,
factores como el incremento de la deuda externa, la fuga de divisas y la caída
internacional de los precios del petróleo, entre otras circunstancias sociales
y económicas, como el famoso" viernes
negro" y los sucesos del Tazón, conllevaron a varios episodios de
disconformidad social.
Las manifestaciones
estudiantiles continuaron durante la década de los noventa, bien para
tomar las calles en protesta por el asesinato de catorce pescadores del estado
Apure, conocido como "la masacre de El Amparo", o bien para apoyar la marcha de
varias asociaciones de vecinos contra el gobierno, o enfrentarse a un nuevo
allanamiento de la UCV durante el segundo gobierno de Carlo A, Pérez.
Algunas cosas han cambiado entre aquellas manifestaciones
estudiantiles del siglo pasado y las que se han dado, en lo que va de este
siglo XXI, tanto contra Chávez como contra Maduro. Una, es que la izquierda ya
no se encuentra enconchada en las universidades nacionales y ahora juega para
el gobierno. Otra, es que los gobiernos de antes no calificaban de "golpe de estado" las manifestaciones estudiantiles, por más
violentas que fueran. Por lo demás, con el arribo de Chávez al poder, las
causas del malestar estudiantil no desparecieron, estuvieron tapadas por el
hecho político, el fenómeno mediático, y el adormecimiento de los problemas
socioeconómicos con la abundancia de los petrodólares repartidos en forma de
misiones sociales.
Pero con un mañana incierto, tomando forma de presente, de
este presente aniquilador y desesperanzador, el movimiento estudiantil, como
tal, y los jóvenes de este país, en general, tienen una causa que va más allá
de la política, para protestar y reclamar.
Ya no se trata simplemente de un problema de izquierdas o de derechas,
de una lucha por el poder, sino por su
futuro.
xlmlf1@gmail.com
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