El trabajo fue tapa de la revista Cell.
Jueves 13 de febrero de 2014
Investigadores del CONICET describen un mecanismo que
permite tratar algunos tumores hasta ahora resistentes a las terapias
convencionales.
Un nuevo estudio de investigadores argentinos del Instituto
de Biología y Medicina Experimental (IBYME-CONICET-FIBYME) promete cambiar el
paradigma de los tratamientos contra el cáncer y contribuir con la comunidad
científica en el camino hacia la cura de esta enfermedad. El mismo revela la
naturaleza de uno de los mecanismos de resistencia tumoral de ciertos tipos de
cáncer y cómo revertirla. La investigación fue publicada hoy en la prestigiosa
revista científica Cell como artículo principal de la edición que lo incluyó en
su portada. El anuncio fue realizado por el ministro de Ciencia, Tecnología e
Innovación Productiva, Dr. Lino Barañao y el Dr. Gabriel Rabinovich, director
del Laboratorio de Inmunopatología del IBYME junto a miembros de su equipo
científico.
Al respecto, el titular de la cartera de Ciencia expresó que
"es un hecho de relevancia cuya importancia ha sido destacada por la revista
más importante de biología celular, como es la revista Cell" y agregó que "se
trata de un aporte excepcional al conocimiento universal". Además aseguró que
"es un aporte muy importante, no solo para el sector científico sino para el
país, porque muestra otra variable que hay que sumarle a la ciencia argentina
que ha sido siempre muy eficiente pero está logrando ser eficaz".
Para finalizar, Barañao manifestó que "esto
ejemplifica el ideal de hacer ciencia básica inspirada en el uso porque impacta
económica y socialmente en toda la comunidad".
Para entender el hallazgo, es necesario comprender el
proceso por el cual un tumor se desarrolla. El suministro de oxígeno y
nutrientes a través de la sangre es fundamental para asegurar la viabilidad de
cualquier tejido, pero es sumamente crítico para las células tumorales que,
debido a su alta tasa de reproducción y metabolismo, requieren cantidades
superiores a las normales. Por eso muchas terapias apuntan a reducir el
suministro de sangre al tumor a través de drogas que inhiben la proliferación
de vasos en la zona, junto con otras sustancias que lo ataquen. Sin embargo,
algunos tumores no responden a los tratamientos anti-angiogénicos, es decir
aquellos que buscan frenar la creación de nuevos vasos, y son por lo tanto más
difíciles de tratar.
La clave reside en la relación entre dos proteínas: el
Factor de Crecimiento Endotelial Vascular (VEGF, por su sigla en inglés) y la
Galectina-1 (Gal-1). Ambas moléculas, cuando actúan sobre un receptor
específico de VEGF (el VEGFR2), promueven la división de las células
endoteliales de los vasos para crear nuevos. Justamente algunas drogas
anti-angiogénicas disponibles en el mercado son anticuerpos específicos que
actúan 'secuestrando' el VEGF e impidiendo que se una a su receptor.
"En tumores sensibles a estos fármacos, el anticuerpo que
captura al VEGF tiene efectos positivos. Pero en aquellos que son resistentes a
estas drogas, al poco tiempo de administrarlos entra en escena un mecanismo
compensatorio que dispara nuevamente la creación de vasos", comenta Gabriel
Rabinovich, investigador principal del CONICET en el Instituto de Biología y
Medicina Experimental (IBYME, CONICET-FIBYME) y director del grupo de trabajo
que describió este mecanismo.
Rabinovich explica que a los 4-5 días de administrar la
terapia anti-VEGF se detiene la creación de nuevos vasos y bajan los niveles de
oxígeno. El grupo descubrió que en tumores refractarios la hipoxia activa una
cascada de señales que lleva a que VEGFR2 se 'desnude' de su recubrimiento de ácido
siálico. Este ácido, en células normales y tumores sensibles, actúa como un
'escudo' que recubre los sitios a los que se puede unir Gal-1, que es además
secretada en grandes cantidades por los tumores frente a una disminución de los
niveles de oxígeno.
Gal-1 actúa sobre los azúcares (N-glicanos complejos) que
expresa el VEGFR2 de las células endoteliales, a las que esta interacción
estimula para que proliferen y se formen nuevos vasos. "En tumores sensibles al
tratamiento el ácido siálico, que normalmente recubre estos receptores,
permanece en su lugar. Entonces si Gal-1 quiere interactuar con los receptores,
no puede. En cambio, en tumores refractarios, la hipoxia lleva a la pérdida de
ácido siálico y además aumenta el número de sitios de unión para esa proteína",
agrega Rabinovich.
El equipo de investigación trabajó entonces con un grupo de
tumores refractarios y logró revertir su sensibilidad al administrar
conjuntamente dos anticuerpos: uno que 'secuestra' a VEGF y otro a Gal-1. "A
los 7 días de comenzado el tratamiento mixto disminuye la angiogénesis", dice
Diego Croci, investigador asistente del CONICET y primer autor del trabajo,
"pero, además, al día 4 observamos que la morfología de la vasculatura del
tumor se modificaba". Los vasos sanguíneos tumorales usualmente tienen una
disposición caótica y heterogénea, pero con el tratamiento combinado se
reconfiguran hasta asemejarse a los de un tejido normal. Esto tiene beneficios
terapéuticos en dos aspectos: al tener una arquitectura más ordenada, llegan
entre dos y tres veces más oxígeno y linfocitos. Entonces, al disminuir los
niveles de hipoxia baja la producción de Gal-1 y aumenta el flujo de células
del sistema inmune al tumor para combatirlo.
Sin embargo, los investigadores advierten que aunque los
resultados en laboratorio y animales de experimentación son muy positivos, aún
no está disponible como tratamiento. "Conocer este mecanismo permite volver
sensibles tumores que hasta ahora eran refractarios", analiza Rabinovich, "pero
todavía es necesario realizar más estudios antes de que llegue a los
pacientes".
La investigación recibió desde 2010 aportes por $1.780.000
tanto de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica dependiente
del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva como del CONICET,
además de apoyos de la Universidad de Buenos Aires, la Fundación Sales y
donaciones de la familia Ferioli y Ostry.
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