Adolfo Pérez Esquivel | Lunes 03 de febrero de 2014
Nuestro país vivió el horror de la dictadura militar
provocando miles de muertos, desaparecidos, niños secuestrados y desaparecidos,
exiliados y la destrucción de bienes y recursos del pueblo. Frente a la
dimensión que cobró en Argentina el terrorismo de Estado, la lucha por la
verdad y el enjuiciamiento de los responsables fue acompañado por la creación
de los Espacios de la Memoria a partir de la detección de los centros
clandestinos de detención, para mantener la memoria sobre lo acontecido y para
que nunca más se repitan esos hechos.
El Instituto Espacio para la Memoria (IEM), organismo creado
en 2002, fue resultado de esas luchas y concebido como un organismo autónomo y
autárquico para garantizar una política pública de derechos humanos que fuera
patrimonio de todo nuestro pueblo, con independencia de los diferentes
gobiernos de turno e inclusive de la diversidad de expresiones políticas y
sociales democráticas y populares. Hoy lamentamos que la existencia del IEM se
vea amenazada por un acuerdo de cúpulas que dejan de lado la experiencia
acumulada en función de intereses partidarios y gubernamentales, y que quienes
son responsables de estos manejos demuestren su mediocridad conceptual y falta
de ética política.
En nuestro país, a la vez que el actual gobierno asumió
reclamos importantes para el desarrollo de una política de derechos humanos,
tuvo lamentablemente una práctica de partidización de esas luchas históricas,
que se ha expresado reiteradamente en la apropiación exclusiva de un capital
simbólico, que lejos de ampliar la convocatoria genérica, tiende a
sectorizarlos y aislarlos dentro de circuitos de disciplinamiento político.
Sectorizar es serruchar la propia rama donde están sentados, nadie les quitará
históricamente los méritos aportados a la lucha, pero una política que se
pretende popular sabe que la mejor garantía para tornarla sustentable es lograr
integrar la diversidad y ampliar las coaliciones políticas y sociales para
asegurarlas. El intento de control de los espacios de memoria para "construir
su propia historia", acotada y restringida a sus propios intereses, busca
destruir el Instituto Espacio para la Memoria, que fue creado para preservar la
memoria de nuestro pueblo.
Tal como ocurrió con los negociados inmobiliarios vendiendo
espacio público, el Gobierno de la Ciudad y el gobierno nacional, están
acordando desmantelar el trabajo y esfuerzo de muchos años realizado por los
trabajadores y el consejo directivo del IEM, integrado por organismos y
personalidades reconocidas por su defensa de los derechos humanos. Un atropello
que se hace sin la más mínima consulta, ausentes de todo tipo de diálogo con el
consejo directivo del IEM, y con la complicidad
de legisladores kirchneristas y del PRO. Este acuerdo significa quitarle
la autonomía y autarquía que tiene para convertirlo en una institución bajo las
órdenes del gobierno nacional actual y los que vendrán después.
Por su parte, los trabajadores del IEM también expresaron su
preocupación y rechazo frente a quienes pretenden destruir una herramienta tan
valiosa para la lucha histórica por memoria, verdad y justicia, como de los
distintos centros de detención clandestina durante la dictadura militar. El
gobierno nacional busca imponer un museo en el Casino de Oficiales de la ex
ESMA, alterando los espacios de memoria sin el consenso de los diversos actores
involucrados, y enviando un grupo de la Dirección de Museos para apropiarse por
la fuerza de las instalaciones.
No es éste el primer intento de cerrar los espacios de
memoria por parte del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires que intenta acotar, y en lo posible anular el Parque de
la Memoria en la Costanera Norte. El actual Gobierno de la Ciudad quiere
sacarse de encima todos estos espacios, dado que nunca tuvo compromiso alguno
con la lucha por los derechos humanos, ¿por qué razón habría que facilitarles
la tarea? ¿qué intereses y negociados tienen entre ambos gobiernos para llegar
a este atropello?
Hacemos un llamado a la responsabilidad de las autoridades
nacionales y de la Ciudad, para que respeten los espacios y valores de lucha
por la libertad y los derechos humanos y decirles que rechazamos los intentos
de destruir el IEM.
Los derechos humanos son patrimonio de la humanidad y no de
un gobierno o partido político. Para nosotros la defensa de los derechos de las
personas y de los pueblos constituyen una unidad conceptual y práctica, a la
vez que objetivos son métodos de trabajo, no bastan las normas, hay que
procurar que mayores sectores sociales los incorporen en sus prácticas culturales,
sociales y políticas.
Nadie es dueño de los derechos humanos, pero todos tenemos
la responsabilidad de respetarlos y hacerlos respetar a través del ejercicio
democrático, así como de preservar la memoria que nos ilumina el presente,
desde donde podemos construir nuevos caminos de convivencia y de respeto entre
las personas y los pueblos.
La resistencia en la esperanza nos permitió construir estos
espacios que pertenecen al pueblo, a su
historia y a su memoria que se construye día a día, para que las nuevas
generaciones participen, y los horrores vividos no vuelvan nunca más.
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz.
Presidente del Servicio Paz y Justicia.
Miembro del Consejo Directivo del IEM.
TEMAS RELACIONADOS: