En México
Martes 14 de enero de 2014
El poeta Juan Gelman, que a lo largo de su vida conjugó la
prosa con la vocación revolucionaria y la búsqueda de justicia por sus hijos y
nuera desaparecidos, murió este martes a los 83 años en México, lugar en el que
residió los últimos 25 años de su vida.
Gelman falleció pasadas las 19 horas de nuestro país en el
Distrito Federal, ciudad en la que residía desde 1988 junto a su esposa, Mara
La Madrid.
El poeta nació el 3 de mayo en el barrio de Villa Crespo,
una zona de Buenos Aires con una fuerte presencia de la comunidad judía, y en
cuyas calles aprendió a jugar a la pelota y se hizo hincha de Atlanta.
A los ocho años escribió su primer poema que se publicó en
la revista Rojo y Negro, que tenía una línea editorial identificada con las
ideas libertarias y de izquierda.
Esos precoces sentimientos por los menos favorecidos lo
impulsaron a militar cuando era un adolescente que estudiaba en el Colegio
Nacional Buenos Aires.
Ingresó en la Federación Juvenil Comunista a los 15 años,
cuando la Unión Soviética emergía triunfante tras derrotar al nazismo en la
Segunda Guerra Mundial y el peronismo irrumpía en la escena política nacional.
Se propuso estudiar química en la UBA tras recibirse de
bachiller, pero al poco tiempo dejó para formar el grupo de poesía Pan Duro,
una agrupación literaria integrada por jóvenes del Partido Comunista.
Los textos que producían en Pan Duro, durante los años `50,
combinaban la lírica con la denuncia a los explotadores, los dueños de la
tierra y poseedores del capital.
Hacia fines de esa década, la influencia de la Revolución
cubana se hizo cada vez más fuerte en la izquierda argentina, que comenzaba a
plantearse la posibilidad de la lucha armada como la única posibilidad de
cambiar la realidad.
La proscripción del peronismo y la represión al movimiento
obrero motorizada por el Plan Conintes que se aplicó durante la presidencia de
Arturo Frondizi contribuyeron a la radicalización de las ideas de Gelman, que
por entonces superaba apenas los 30 años.
Durante la presidencia de José María Guido --que asumió como presidente tras el derrocamiento de
Frondizi-resultó encarcelado junto a un grupo de escritores por pertenecer al
Partido Comunista.
Ese breve paso por la cárcel, sumado a la postura
ambivalente que sostenía el partido en relación a Cuba y la lucha armada, lo
aceraron a los grupos disidentes de la línea oficial para acercarse a un
peronismo entonces perseguido e ilegalizado.
La clase trabajadora era peronista por definición, y muchos
teóricos de la izquierda comenzaron a interpretar a mediados de los `60, que en
el movimiento fundado por Juan Domingo Perón podía construirse una alternativa
revolucionaria para esa conflictiva Argentina.
Un mundo que se conmovía con el Mayo Francés, la Masacre de
la Plaza de las Tres Culturas en México y la muerte del Che Guevara en Bolivia,
y un país que se sacudía con el Cordobazo, el Rosariazo y otras expresiones de
la resistencia contra el régimen militar de Juan Carlos Onganía, influyeron
decisivamente en la apuesta del poeta por la revolución.
Así fue que Gelman ingresó en las Fuerzas Armadas
Peronistas, una organización surgida de un grupo de militantes de izquierda que
pretendían dar un apoyo logístico desde Argentina a la guerrilla del Che
instalada en Bolivia.
Supo también, por esos agitados años, combinar su militancia
con el periodismo, al trabajar en las revistas Panorama y Crisis, y en los
diarios la Opinión y Noticias.
En 1973, poco después de las elecciones que posibilitaran el
retorno del peronismo al gobierno tras 18 años de proscripción con la victoria
del candidato del FREJULI, Héctor
Cámpora, las FAR se fusionan con Montoneros, la organización armada más
influyente de entonces.
Gelman pasó a integrar un lugar de importancia en la
conducción de Montoneros, primero como un referente de superficie, y luego,
cuando la organización ingresó en la clandestinidad, se dedicó a denunciar los
crímenes de la Triple A en el exterior.
En esa tarea se encontraba cuando se produjo el
derrocamiento de Isabel Perón, el 24 de marzo de 1976, y debió permanecer en un
exilio que lo llevó a vivir en Roma, México, París y Managua.
Residente en Roma desde principios de los `80, pasó a
trabajar para la UNESCO como traductor, mientras comenzaba la búsqueda de sus
hijos Nora y Marcelo, y también de María Claudia García (nuera), todos ellos
secuestrados por la dictadura y que permanecían desaparecidos.
Aunque colaboró con el diario Página/12 desde sus inicios en
1987, recién puedo volver al país un año después, previo pago de una caución
judicial, que le permitió presentarse ante la Justicia para no quedar detenido.
"Pagar para volver a mi Patria después de tantos años de
destierro y persecución significó una infamia. Pero acá estoy, tratando de
vivir una vez con utopías", declaró a la revista Humor recién llegado al país.
Sin embargo, eligió radicarse en México, donde en 1989 lo
encontró el indulto de Carlos Menem, una medida que incluyó a militares genocidas
a otros antiguos jefes guerrilleros.
"Me canjean por los secuestradores de mis hijos, y por otros
miles de muchachos y militantes que ahora son también mis hijos", señaló en una
declaración con la cual expresaba su rechazo a ese perdón.
Desde entonces, la búsqueda de sus hijos y su nuera se
convirtió en la causa que abrazó con el mismo fervor que le dedicó a la
militancia revolucionaria.
Halló el cuerpo de su hijo en 1990, gracias al trabajo del
Equipo Argentino de Antropología Forense, que dio con sus restos en San
Fernando.
Ocho años después, descubrió que su nuera había sido
trasladada a Uruguay en el marco del Plan Cóndor, el proyecto represivo que
coordinaron las dictaduras del cono Sur.
Reclamo una investigación a los presidentes uruguayos, Julio
María Sanguinetti y Jorge Battle para dar con la identidad de su nieta, y en
2000, Gelman pudo reunirse con ella.
Tras dar cuenta de su identidad, la joven decidió cambiar el
nombre de Andrea --bajo el cual fue anotada por un policía uruguayo tras nacer
en una clínica de Montevideo--, y pasó a llamarse María Macarena Gelman García.
En 2008, los autores del secuestro y muerte de su hijo
fueron condenados en la causa que se instruyó por los crímenes cometidos en el
centro clandestino de detención automotores Orletti.
Gelman nunca pudo dar con el paradero de su hija Nora, que
hasta el día de hoy permanece desaparecida
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