Fernando Jáuregui | Lunes 13 de enero de 2014
Empieza ahora lo que podríamos considerar como una cierta
'ofensiva' del PSOE por recuperar credibilidad, imagen y un cierto aire de
actividad en positivo. Buena sintonía con los 'hermanos catalanes' del PSC ante
el desafío soberanista de Artur Mas, potenciar la democracia interna, acentuar
la sensación de que se quieren pactar los grandes temas y quién sabe si hasta
mejorar las relaciones con los medios de comunicación, que es la gran
asignatura pendiente de todas las formaciones políticas en España. Alfredo
Pérez Rubalcaba, el secretario general socialista, está ante su gran año: el
que le hará pasar a la Historia como el hombre que afrontó la segunda transición
o, por el contrario, como el político que intentó perpetuarse en su cargo. Yo
diría que, más que nadie, más aún que Rajoy, Rubalcaba se la juega este año.
El presidente del Gobierno, al fin y al cabo, puede jugar en
otros terrenos: el internacional -como hemos visto en este encuentro con
Obama--, el puramente relacionado con la gestión económica...A Rubalcaba
solamente le queda apostar por 'la gran política' de Estado, que es algo que le
va a pasar, le está pasando ya, factura en su propio partido. Y le queda
también saber retirarse a tiempo. Yo creo -lo veremos pronto, en todo caso--
que ya ha decidido no presentarse a las primarias, que este fin de semana
reciben el pistoletazo de salida con el anuncio formal de la fecha de su
celebración.
Y entonces conoceremos quiénes se presentarán: Patxi López,
Eduardo Madina, Carmen Chacón, quizá Emiliano García-Page y puede que alguna
sorpresa: yo no descarto la posibilidad de que alguien como el presidente
asturiano, Javier Fernández, cuya imagen se ha potenciado en las últimas
semanas, decida dar el paso. A partir de ahí, las listas de quienes figurarán
en la candidatura europea para las elecciones de mayo, en la de las
presidencias de las autonomías y en los ayuntamientos para las municipales y
autonómicas del año próximo...Va a ser una catarata de nombres, muchos, se
supone, nuevos, que darán una idea de hasta dónde se renueva el principal
partido de la oposición. Y esto último vale, desde luego, para el resto de las
formaciones políticas: 2014 debería ser el año del gran cambio de rostros de
nuestros representantes. Y, por cierto, el año en el que se hiciesen
obligatorias las elecciones primarias en todos los partidos, aunque esto no lo
verán, querido lector, sus ojos ni los míos.
Pero, como es lógico, más allá del 'cambio de caras' -a ver
hasta dónde se produce--, lo que importa es el cambio de talantes y el progreso
en las ideas. Y ese es, verdaderamente, el enorme desafío que se plantea ante
este 2014. Un desafío que temo que va a corresponder más a los candidatos
locales, autonómicos e incluso europeos, sobre todo a los de la oposición, que
a la voluntad de un Gobierno central que ya nos ha dicho que tiene pocas ganas
de moverse, aunque tendrá que hacerlo le guste o no. Hagan, por tanto, juego, señores, que esto se
anima.
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