Javier Trimboli | Viernes 06 de diciembre de 2013
Los 30 años de nuestra democracia están atados al 10 de
diciembre de 1983. Sin embargo, un año antes, la Plaza rebalsó de una
muchedumbre que clamaba por el final de la dictadura. Convocada por la Multipartidaria,
esa movilización dejó en claro dos cosas: la decisión de enfrentar al Proceso y
el peligro que ello representaba.
El 16 de diciembre de 1982, más de 100.000 manifestantes
colmaron la Plaza de Mayo. Ya no había lugar para nadie más, pero antes de que
la columna de la UCR ingresara por completo, y cuando la del Partido Comunista
esperaba su turno, los gases lacrimógenos obligaron la desbandada. Sobre todo
hubo un disparo del que se habló mucho, aunque nunca lo necesario, el que
terminó con la vida de Dalmiro Flores, un obrero metalúrgico de 28 años, que
había llegado a la plaza con la Juventud Sindical Peronista. Desde el año 1975,
cuando el Rodrigazo, que no se veía una manifestación de esta magnitud en la
Argentina. Se escribe por esos días que, unida al paro del 6 de diciembre
-convocado por las dos CGT y con una amplísima adhesión- corresponde hablar de
una nueva escena política, también de la "reactivación de los sectores
populares" (Oscar Landi). Todo daba a entender que esta fecha iba a ser
atesorada por la memoria pública como un mojón insustituible en la lucha contra
la dictadura. Pero no fue así y quedó aplastada entre el 30 de marzo de 1982 y
el 10 de diciembre de 1983.
La Multipartidaria convoca a la movilización. Sus planes son
módicos: dejar una ofrenda floral en la Pirámide de Mayo a un año de la
presentación de su primer documento, "Antes que sea tarde" -¿cómo?,
¿quedaba tiempo? El reclamo es por la rápida normalización institucional del
país y porque se fije el calendario electoral. Después el himno y tasa tasa
cada uno a su casa. Los máximos referentes del "pentágono político"
-Bittel, Contín, Cerro, Alende y Frondizi- se reservan encabezar la
manifestación. Ese mismo día, el titular de la UCR, declara que "la marcha no
se hace contra nadie". Por la Democracia y la Constitución. En estos términos,
hasta el Partido para la Democracia Social, creado por Massera, adheriría a la
concentración. Pero nada salió como se planeaba. El cauce era muy angosto,
insoportable. La columna de la CGT Brasil no quiso saber nada con detenerse en
la Pirámide de Mayo, menos contentarse con la ofrenda. Sobrepasó las vallas y,
a puro forcejeo con la policía, avanzó lo más cerca posible de la Rosada. La
cantidad de gente que se suma por las suyas supera los cálculos y las medidas
de organización. Que otra vez el peronismo movilice una multitud no llama la
atención; sí la gruesa columna de Renovación y Cambio que vibra por Alfonsín.
También la disciplinada del Partido Comunista. Las consignas contradicen a Contín
y a la Multipartidaria: "Paredón paredón, a todos los milicos que
vendieron la Nación" es de las más cantadas y las venas se hinchan. A
Dalmiro Flores le tira por la espalda un tipo que baja de un Falcón Verde, a
metros del Cabildo.
Ese verano estuvo tomado por este acontecimiento. Por un
lado, la impresión segura de que la dictadura había fracasado. Así lo dice
incluso Guillermo O´Donnell, ¿cómo no confiar en semejante politólogo? A la
vez, se huele que el derrumbe puede empujar a la dictadura a dar un nuevo
zarpazo. "Es muy peligrosa la existencia de esta derecha asustada y
políticamente derrotada". Se habla de sectores militares que están detrás de un
nuevo golpe que entorpezca el camino electoral. También de un pacto entre
corporaciones con el mismo fin. El número 97 de Humor es secuestrado; en el 98,
Mona Moncalvillo entrevista a Ubaldini. "Recién, fuera del reportaje,
hablábamos del ´83 y de la sombría posibilidad de que hubiese algunas víctimas
importantes para frenar las elecciones y crear más caos. Usted decía que podría
ser una de esas víctimas..." Ubaldini asiente. Incluso el fantasma de la guerra
civil sobrevuela algunas páginas. Aunque la promesa de Bignone indica
elecciones en octubre, se está muy lejos de ella. El horizonte se monta en el cruce
entre el fracaso de la dictadura y sus manotazos que se sospechan mucho más
potentes que los que da un ahogado. Alegría, peligro y bronceador.
Que el 16 de diciembre del 82 se haya eclipsado en la
memoria mucho tuvo que ver con que el futuro cobró otra forma, al poco tiempo y
con el transcurso de los años. No obstante, la clase política que emergía del
Proceso como si nada y, que en esa fecha fue rebalsada por la movilización
popular, nos recuerda otro diciembre. Vale que la democracia se mire también en
este espejo.
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