Manuel Suárez Suárez | Martes 19 de noviembre de 2013
Muy querida nieta Cristina:
Te hago
llegar de parte de los abuelos emigrantes los deseos ---después del susto que
nos diste--- de que la salud te acompañe para terminar tu mandato al frente del
recuperado navío argentino que avanza imparable venciendo todas las tormentas.
Te conocemos bien. Sabemos que por responsabilidad no podés dejar nada para
mañana; así que hacé caso de los consejos médicos y no forcés la máquina.
Te pido
perdón anticipado por andar siempre a vueltas con nuestras historias de viejos
gallegos que dejaron su sudor solidario en las orillas del Plata. Si lo hago es
por razón de fuerza mayor al ver que en nuestra hermosa tierra se están
sucediendo acontecimientos que nos llenan de tristeza y honda decepción.
Entenderás que no podemos callar delante de puñaladas que hieren el ser más
íntimo de nuestro paraíso atlántico.
Voy a
hablarte solamente de la última trompada que nos metieron y que nos dejó
noqueados. Me refiero al siniestro barco pirata que ocasionó la mayor
catástrofe medioambiental europea con una espesa marea negra que llegó hasta
las costas francesas. Aquel buque de transporte ---de nombre falso ya que de
prestigio tenía poco--- partió en dos y derramó su negro veneno por unas aguas
de muy rica vida marina. Te acordarás de las impactantes fotos del accidente y
sobre todo de las imágenes de los mágicos ángeles blancos en medio de toneladas
de un oscuro masacote contaminante. Aunque no lo creas después de 11 años de
instrucción judicial resulta que nadie es culpable del naufragio.
Lo que
más nos duele es que el fallo del tribunal ofenda o mejor dicho les meta una
patada en el culo a los miles de voluntarios que introdujeron sus manos y sus
corazones en aquella asquerosa masa de alquitrán o chapapote como se le
denominó en Galicia. Coincidimos con el gran escritor Manuel Rivas ---conoce la
costa porque vivió en Vimianzo a muy poca distancia de los lugares más
afectados--- en su agradecimiento a los héroes que nos ayudaron: "A la mayor
catástrofe se respondió con la mayor solidaridad. Cientos de miles de manos
rescataron el mar y la esperanza". ¿Estás sorprendida por la tardía sentencia
absolutoria?
Los
abuelos escuchamos íntegra la sentencia que nos leyó el compañero Valentín Paz
Andrade que es un reconocido experto en legislación marítima internacional. El
bueno de Valentín no gana para disgustos. Está abatido por el ataque
especulador de los "fondos buitre" a su querida Pescanova y ahora recibe el
golpe bajo de una sentencia decepcionante. Nos comentó que la culpabilidad
recae en los dioses griegos ya que el origen de la empresa armadora no ofrece
dudas. Como es bien sabido las deidades del Olimpo tienen un carácter de
mierda. Por eso es que encuentra dos responsables claros directos: Eolo y
Poseidón. Ambos dioses comparten las
responsabilidades delictivas al 50% ya
que el barco se partió en dos mitades más o menos iguales.
Bueno,
Cristina, sabemos que no lo podés creer. La explicación es que ahora en la
civilizada Europa volvemos a echar mano de los mitos fundacionales. Es un
atraso y un despilfarro de fondos públicos el andar con procedimientos reglados
por normativas imperfectas cuando podemos invocar a la justicia divina que se
imparte desde el sagrado Oráculo de Delfos. Los hombres nos equivocamos pero
los dioses son infalibles. Nuestro amigo Valentín es tan culto que hasta nos
informó del texto usado por el tribunal coruñés
para fundamentar sus razonados argumentos: "Los mitos griegos" de Robert
Graves. Sus sólidos conocimientos sobre el mar le hacen asegurar que el mejor
capitán es aquel que rece piadosamente, antes de salir de puerto, arrodillado
detrás del timón.
Dejamos
Galicia y nos venimos a la capital porteña. Antes de despedirme te pido no te
olvidés del Centro Gallego de la esquina de Belgrano y Pasco. Por suerte, el
interventor La Blunda va encaminando la recuperación y se nota que cada vez hay
más participación de los socios en los actos culturales. Un ejemplo: el viernes
15 se llenó el "Teatro Castelao" para la presentación de un libro editado por
el Centro Betanzos sobre el gran compositor musical Carlos García López-Picos.
Vos conocés a la autora de la magnífica biografía, Graciela Pereira. Si hacés
memoria, te acordarás de una maestra rubiecita que es flor de canchera. Te
visitó junto con la docente universitaria Susana Maceira para hablarte del
esfuerzo de los emigrantes que se rompieron el lomo en la Argentina
construyendo un hogar de paz y prosperidad.
Ahora
si me despido. Recibí el abrazo del viejo gaita que nunca se olvida de que acá,
en esta gloriosa orilla rioplatense encontró un fogoncito para calentar el
cuerpo y mantener vivos los recuerdos de la infancia en los bosques
fonsagradinos.
Pascasio
Fernández Gómez
TEMAS RELACIONADOS: