Eduardo Bertotti | Jueves 14 de noviembre de 2013
El tercer domingo de noviembre es el día en que el mundo
recuerda a sus víctimas en siniestros viales (*). Más allá que, lógicamente, es
un día "institucional" (ya que deberíamos tenerlo presente en forma
permanente), deberíamos detenernos a reflexionar sobre el concepto de
"víctima". La primera acepción del término (que tiene su origen en el vocablo
latino v?ctima) hace referencia al ser vivo (persona o animal) destinado al
sacrificio (paradogicamente algunos vinculan ese "sacrificio" al "progreso").
Este uso, de todas maneras, quedó relegado y actualmente la noción de víctima
suele mencionar a la persona dañada por otro/s sujeto/s o por una fuerza mayor
(los desastres naturales también generan víctimas. Estos son los casos de
fuerza mayor, donde, en principio, no se puede hacer nada para evitar el daño.
Sin embargo, siempre hay formas concretas de minimizar las consecuencias de una
eventual catástrofe natural -inundaciones, sequías, erupción de un volcán,
sismo-, aunque requieren de medios económicos y de voluntad política.).
Existen numerosas definiciones del término "víctima" desde
el punto de vista que se lo considere (desde lo natural, lo social, lo
jurídico, etc.).
Ahora bien, cuando consideramos a las "víctimas de los
siniestros viales" generalmente lo limitamos a aquellos que lamentablemente
perdieron la vida (literalmente) a consecuencia de los mismos.
Nos olvidamos de los que "pierden la vida" en vida.
Los que quedan incapacitados física y psíquicamente como
consecuencia de las lesiones y los grupos familiares con "ausencias de seres
queridos" también son víctimas.
Y una sociedad que "tolera" esa "perdida de vida" de sus
integrantes, "naturalizando" el problema, está enferma y es víctima de si
misma, o sea es "víctima" y "victimaria".
Decimos que "naturalizamos" el problema porque consciente o
inconscientemente pensamos al "siniestro vial" (más allá del nombre que le
pongamos) como un acontecimiento trágico del destino o de la acción
despreocupada o despreciativa de un tercero.
Al "naturalizarlo" nos cegamos frente al riesgo evidente, no
previniendo. Y esto, más allá del individuo, lo hacemos en forma colectiva,
como sociedad.
Parodiando a John Donne debemos reflexionar que las
"víctimas de los siniestros viales" me disminuyen porque estoy ligado a la
sociedad; "por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las
campanas: doblan por ti."
Dr. Eduardo Bertotti
Director ISEV
(*) El 26 de octubre de 2005 la Asamblea General de las
Naciones Unidas en la Resolución 60/5 proclamó el tercer domingo de noviembre
Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico
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