Jesús Rodríguez | Martes 05 de noviembre de 2013
En el mundo no peronista, la UCR, el Socialismo, la
Coalición Cívica, el GEN y Libres del Sur, demostraron que superaron, no sin
esfuerzos, los sistemáticos intentos de cooptación diseñados desde el poder.
La derrota del oficialismo el 27 octubre confirma la
liquidación de la hipótesis de la reelección anticipada en las PASO y da inicio
a la transición, entendida como un período de cambio entre dos situaciones
políticamente estables, que concluye con la elección presidencial del año 2015.
Esta etapa es inédita. Por primera vez, el peronismo en el
ejercicio del gobierno deberá afrontar un doble desafío: las consecuencias del
facilismo económico de sus políticas públicas y resolver una disputa por el
liderazgo de esa fuerza política.
Guillermo O'Donnell tipificó las transiciones -de los
regímenes autoritarios a la democracia- según la capacidad de los gobiernos de
influir en la dinámica y el contenido de los procesos. Desde esa lógica
analítica, los dos próximos años serán tanto menos problemáticos cuanto más
responsable sea la relación entre un gobierno impactado por el resultado
electoral y las distintas facciones peronistas necesitadas de sobreactuar sus
diferencias. Está fuera de discusión que el dispositivo de poder -fundado en la
relación virtuosa de desempeño económico y legitimidad electoral- que rigió en
los últimos diez años llegó a su fin y lo que falta saber es cómo el peronismo
procesará ese final de partida.
Ese cambio de época se evidencia en dos indicadores duros: a
fin del año próximo, el stock de reservas -si se mantiene el ritmo actual de
caída de más de mil millones de dólares mensuales- será el de finales del año
2001 (alrededor de veinte mil millones de dólares); y siete de cada diez
argentinos, al negarle el voto al oficialismo, expresaron su discrepancia con
la propaganda de la década ganada.
¿Asumirá el Gobierno la necesidad de restablecer el
superávit externo, la solidez fiscal y la competitividad económica perdidos,
aun a costa de afectar el relato oficial? ¿Los grupos peronistas que no se
sienten representados por el Gobierno estarán dispuestos a apoyar decisiones
oficiales que puedan ser vistas como costos políticos o acompañarán en silencio
el deterioro creciente de la situación social?
Las facciones peronistas: ¿podrán evitar que las
legislaturas y los concejos deliberantes se conviertan en zona de trabajos
prácticos de la disputa por el poder partidario?
En el mundo no peronista, la UCR, el Socialismo, la
Coalición Cívica, el GEN y Libres del Sur, demostraron que superaron, no sin
esfuerzos, los sistemáticos intentos de cooptación diseñados desde el poder.
Pudieron ganar en siete provincias, salir segundos en otras
once, triunfar en doce ciudades capitales de provincia y constituirse, con un
contingente legislativo de ochenta diputados y senadores, en la principal
alternativa al Gobierno en el Congreso de la Nación. El desafío para ese polo
democrático y republicano es demostrar que existe la capacidad para construir
una coalición -con aptitud de gobierno y apoyo parlamentario- que formule una
propuesta de reconstrucción institucional, represtigio internacional del país,
transformación productiva e inclusión social.
Pero todos los actores involucrados -Gobierno, peronismo y
oposición- tienen que contribuir con sus actos y decisiones a hacer previsible
el futuro reduciendo las incertidumbres y así poder desmentir a Julio Cortázar
que una vez escribió que la realidad no tiene estilo ni talento.
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