Fernando Jáuregui | Lunes 21 de octubre de 2013
Polémica 'subterránea' en la 'cumbre' de Panamá por la
sucesora de Iglesias
Todos admiten, en los pasillos de la 'cumbre' iberoamericana
de Panamá, que no será fácil sustituir a Enrique Iglesias al frente de la
Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), responsable de la preparación de
estos congresos y, de alguna manera, de la coordinación de los intereses
iberoamericanos en los más insospechados niveles. Pero el más que octogenario
Iglesias, un uruguayo que fue presidente del Banco Interamericano de Desarrollo
y que conoce bien el entramado de los negocios entre uno y otro lado del
charco, ha agotado ya su trayectoria, aunque a él, cuentan, no le hubiera
importado demasiado seguir en el rentable, brillante e influyente cargo: nada
menos que el responsable de convocar, cada año, a los jefes de Estado de los
veintitrés países iberoamericanos en una 'cumbre' que lleva más de dos décadas
funcionando. Con mayor o menor eficacia, eso sí, pero este aspecto resulta
incluso secundario: lo importante es, era, que los mandatarios, algunos tan
enfrentados, se encontrasen. Ocurre, no obstante, que la sustitución del muy
veterano Iglesias no parece que vaya a ser tan fácil.
Pero los tiempos han
cambiado. Y, aunque es cierto que, a trancas y barrancas, y cada vez con
mayores ausencias -once de veintidós, en este congreso de Panamá-- , las
'cumbres' se han seguido celebrando, ya nada es como era. Ni las relaciones de
los latinoamericanos con España, en general, son las mismas, ni el interés por
estas 'cumbres', financiadas en un setenta por ciento por España, vía Segib, es
ya el que era. América Latina es, globalmente considerada, una economía
emergente, y España, a pesar del optimismo oficial, ya no. Entidades
supranacionales latinoamericanas, como el propio BID o la Corporación Andina de
Fomento (CAF), se han convertido en financiadoras de proyectos
transcontinentales. Y no hay planes comunes entre las dos orillas del 'charco'.
Así que, como anunció el Rey en su videomensaje a los
congregados en Panamá, vienen tiempos de mudanza en el funcionamiento y la
mecánica de las 'cumbres'. Incluyendo el rostro -esto, claro, no lo dijo el Rey
en su mensaje, en el que omitió muchas cosas-del secretario general
iberoamericano. Todos citan en Panamá a la costarricense Rebeca Grynspan, ex
vicepresidenta segunda en su país y actual secretaria general adjunta del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Es una figura relativamente
secundaria, admiten quienes proponen su nombre, entre ellos el Ministerio
español de Exteriores. Pero, al menos, al ser de nacionalidad costarricense, no
levanta demasiadas susceptibilidades entre países como Venezuela y Colombia,
por poner apenas un ejemplo de tradicionales enfrentamientos entre naciones del
continente. Claro que no faltan otras voces que dicen que, en comparación con
Iglesias, la señora Grynspan es "demasiado irrelevante". Lo dicen las
diplomacias mexicana, brasileña y colombiana, que, al menos, se mantienen
fieles a las convocatorias de las 'cumbres'. Nada que ver, por ejemplo, con
otro rumoreado candidato, el ex presidente colombiano Ernesto Samper, un 'peso
pesado' y buen amigo de España a quien
los roces políticos en su propio país parecen haber apartado de la sucesión en
la Segib. Una lástima.
España no solo pretende situar en la Segib, con sede central
en Madrid y más de sesenta funcionarios en plantilla, a alguien que por lo
menos provoque un cierto consenso; también quiere que otras naciones
ibaeroamericanas contribuyan en mayor medida a la financiación de estas
'cumbres', al menos incrementando en un diez por ciento las 'otras'
contribuciones, que ahora se limitan al treinta por ciento. Es de temer que sea
un vano intento, ante el desinterés general por estas conferencias, que, a
partir de 2015, pasarán a ser bienales, en lugar de anuales. Lo que tampoco
deja de resultar significativo, como significativa fue la ausencia del
convaleciente Rey Juan Carlos, que siempre actuó como 'primus inter pares' en
estos acontecimientos y que no logró, o no intentó, lograr el mismo papel para
su hijo el Príncipe.
Una 'cumbre', en fin,
no solamente descafeinada por las ausencias, para las que ya no se
encuentra una explicación suficiente. Lo importante es que Panamá ha dejado en
el ambiente el aroma de las flores marchitas. Algo hay que hacer, pero ¿qué?
fjauregui@diariocritico.com
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