Stella Calloni | Lunes 07 de octubre de 2013
La severa crisis que enfrenta Estados Unidos a solo dos
semanas del debate sobre el aumento del techo de la deuda, que podría ser
dramático para la economía, ha encendido el alerta roja en diversos lugares del
mundo.
"Si nos vamos a enredar, todo el mundo se enreda y todo
el mundo tendrá problemas", advirtieron los voceros del Departamento del
Tesoro recordando que si hay solución será imposible dar prioridad a pagos de
deuda por sobre otras obligaciones. Esto sucederá si el Congreso no logra
aumentar el límite de endeudamiento de 16.7 billones de dólares. Ni hay que
recordar que el déficit mensual ronda los 60 mil millones de dólares que deben
ser obtenidos en los mercados financieros.
El temor generalizado es que Estados Unidos podría entrar en
una crisis tan severa que llegaría a ser mucho peor que la de la Gran Depresión
de los años 30 y los daños provocados a
la economía afectarían a más de una generación. Además que no existen
precedentes de un incumplimiento de pago.
¿Estados Unidos en default? Aunque parezca imposible,
inimaginable, esta amenaza está a la puertas de Washington y se estima que esta
circunstancia sería catastrófica no solo "sobre los mercados financieros sino
también sino también sobre la generación de empleo, el gasto de los
consumidores y el crecimiento económico", de acuerdo al mensaje del
Tesoro, que se dio a conocer en el tercer día del dramático cierre del
gobierno.
Entre otras situaciones, el mercado del crédito "podría
congelarse, el valor del dólar podría caer y las tasas de interés
estadunidenses podrían dispararse llevando a una crisis financiera y a una
recesión que podría recordar los episodios de 2008, o incluso peor", advirtió
el Tesoro.
Paralizado el gobierno de Estados Unidos, la crisis podría
empeorar y, como señala el informe del Tesoro, si se mezcla "con el grave tema del límite de la
deuda federal, esto tendría un efecto de catástrofe, agravando los problemas
económicos".
El presidente Barack Obama responsabilizó a los republicanos
en el Congreso de llevar al país a una situación dramática y advirtió sobre la
dura influencia de los dirigentes conservadores (ultraderechistas) del Tea
Party.
"Haga una votación, detenga esta farsa y termine con este
cierre ya mismo", le exigió Obama al titular de la Cámara Baja, el republicano
John Boehner, a quien acusó de tratar de
ser complaciente con los "extremistas"
de su partido. Solo hay una salida, sostuvo Obama, y es que el Congreso
apruebe el presupuesto para financiar al gobierno "sin ataduras partidarias" y
terminar con "la obsesión" de la dirigencia del Tea Party con la reforma de
salud, que en realidad es moderada y muy necesaria, en un país con millones de desempleados.
Es posible que Boehner actúe más allá de lo que piensen los
fundamentalistas de su partido, y se decida a dar pasos posibles para impedir
que Estados Unidos entre en default. Por su lado, el senador republicano John
McCain admitió que los republicanos "serán percibidos como los que han
bloqueado y provocado el cese de las actividades del Estado federal".
Todos saben que es una crisis, que no tiene tan fáciles salidas como en otros
tiempos, que esto mostrará la extrema debilidad de un presidente
estadounidense, que se puede interpretar como un "golpe de Estado" del que se
habla desde 2011, pero también que existen severas contradicciones al interior
del país, se ha perdido credibilidad, toda vez que la población se expresó
contra una guerra en Siria (80%) y que también lo hicieron militares.
Cinco generales advirtieron hace una semana a Obama que si Estados Unidos entraba en Siria, ellos
tomarían medidas. En esos momentos también se habló de un "golpe" en este caso
de otro tipo. Pero lo que es más grave para el gobierno y para los guerreristas
es que el escenario está llegando a parecerse a lo sucedido cuando la guerra de
Vietnam, que no solo se perdió contra un pueblo en lucha, sino que también se
perdió hacia adentro del propio país, cuando se filtraron las escenas terroríficas de esa guerra y
llegaban no solo miles de cadáveres de soldados estadunidense sino también de
discapacitados y enfermos mentales, mucho de los cuáles se suicidaban como está
sucediendo en estos momentos. Esto hizo reaccionar masivamente a la población
de Estados Unidos y especialmente a los jóvenes.
De hecho, la crisis de las hipotecas y otras que se
sucedieron actuaron como un terremoto sobre buena parte de la población. Y se
ha optado por la represión contra las marchas que exigen los cambios
prometidos, un alto a la guerra, no aceptar recortes que sigan expulsando a una
buena parte de la sociedad hacia confusos arrabales.
20 ciudades están a punto de quebrar como quebró Detroit,
cuya situación es trágica. Miles de familias quedaron sin casas. El cruel
negociado de las hipotecas destruyó hogares y vidas y salvó a los bancos, al
sistema financiero implacable. Esto lleva a observar quien está detrás de un
presidente de Estados Unidos, quien maneja el mundo.
Sin olvidar que para los fundamentalistas del Tea Party,
cuya única razón es la fuerza, la violencia y la guerra, llevar contra la pared
y acorralar al primer presidente negro de Estados Unidos, es como dice Obama
una decisión ideológica.
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