Emir Sader | Lunes 23 de septiembre de 2013
Los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández
recibieron una pesada herencia regresiva, que fueron revirtiendo con políticas
económicas activas y de inclusión. Sin embargo, el cerco informativo creado por
los medios opositores locales repercute en la visión que la prensa
internacional tiene de la gestión del gobierno argentino.
El gobierno de Néstor Kirchner heredó de la dictadura
militar y de los gobiernos de Menem y De la Rúa un país deshecho. Nunca en su
historia el país había vivido un retroceso tan brutal en tan poco tiempo como
el que tuvo desde el golpe militar hasta la asunción de Néstor. Eric Hobsbawn
catalogaba a la Rusia post desintegración de la URSS y a la Argentina desde la
instalación de la dictadura militar, como las mayores regresiones - de carácter
civilizatorio - de nuestros tiempos.
Los gobiernos de los Kirchner operaron sobre esa tierra
arrasada y tuvieron, sobretodo, el gran mérito de levantar a una economía en
bancarrota y a un país quebrado, económica y anímicamente. Por este mismo
motivo, sectores con odios históricos hacia el peronismo tuvieron que
apoyarlos, reconociendo el trabajo que se está llevando adelante.
El rescate de Argentina se hace a partir de los escombros
que se heredaron, no pudiendo retomar la expansión económica en los moldes que
se habían dado antes de la dictadura militar. La principal diferencia es
consecuencia de la desindustrialización y de la apertura acelerada de la
economía, implementada por la dictadura y por el gobierno Menem, y, al mismo
tempo, la promoción de la hegemonía del capital financiero.
Después de la hiperinflación ocurrida en el gobierno de Raúl
Ricardo Alfonsín - que lo llevó a renunciar antes de finalizar su mandato -,
Carlos Menem, a pesar de ser elegido prometiendo "la revolución productiva",
hizo exactamente lo contrario, implementando una política radicalmente liberal.
Valiéndose del trauma de la hiperinflación, su ministro de economía, Domingo
Cavallo, impuso la paridad entre el peso y el dólar. Lo que significaba que el
gobierno renunciaba a tener una política monetaria, emitiendo solamente cuando
ingresaban dólares en la economía.
Ese estancamiento trajo la estabilidad monetaria, pero al
precio de un profundo déficit público, postergando la estampida de la paridad,
mientras los argentinos gozaban de una súbita e insostenible valorización de su
moneda. Era una bomba de tiempo, que recién explotó cuando Menem no logró
elegir a su sucesor, y el radical Fernando De la Rúa mantuvo la política de paridad,
hasta que la misma implotó.
Argentina se sumergió en la mayor crisis económica social y
política de su historia, con retrocesos e inestabilidad, llevando a que el país
tuviera cinco presidentes en pocos días, bajo el impacto de una convulsión
social contra los bancos, momento en que la cotización del dólar trepó de 1 a 4
pesos. Los que tenían dinero depositado vieron como sus ahorros se redujeron a
¼ del valor que creían tener.
En ese momento se dio la regresión a la que Hobsbawn hizo
mención, con amplios sectores de la clase media siendo proletarizados, con la
desocupación trepando a niveles inéditos. Después de una relativa
estabilización, se llamó a elecciones, compitiendo de nuevo Menem - que ahora
prometía dolarizar directamente la economía argentina - y otros candidatos,
entre ellos un gobernador de una provincia y poco conocido, Néstor Kirchner.
Luego de triunfar en primera vuelta y frente a la derrota
inminente contra Kirchner en segunda vuelta, Menem renunció a presentarse y
Kirchner quedó como ganador. El nuevo gobierno puso en práctica una política
anti-neoliberal, retomando el crecimiento económico y la distribución del
ingreso, mientras el Estado recuperaba un papel activo en la inducción de la
economía y en la garantía de los derechos sociales. Aliándose con el gobierno de
Lula - y después con el de Tabaré Vázquez en Uruguay - el Mercosur se reactivó.
Durante casi una década la economía argentina empezó a
crecer a un ritmo altísimo. La novedad fue el rol que la exportación de soja
empezó a tener, ocupando en parte el lugar de las exportaciones industriales,
aunque las mismas retomaran un importante nivel de desarrollo, especialmente la
industria automovilística.
Con un altísimo grado de endeudamiento heredado de los
gobiernos de Menem y De la Rúa, y prácticamente sin patrimonio público,
habiendo sido privatizado por Menem - hasta YPF, que le había propiciado la
autosuficiencia energética a la Argentina -, Kirchner impuso una renegociación
del pago de la deuda argentina. Una gran parte de los bonistas aceptó
renegociar, quedando un residuo cercano al 8%, el que hasta el día de hoy busca
imponer sanciones a la Argentina.
El impulso de la recuperación fue continuado por el gobierno
de Cristina Kirchner, que prosiguió con este rumbo, aun bajo el fuerte impacto
de la campaña llevada adelante por los medios opositores.
Desde la crisis internacional que se inició en el 2008 y
bajo los efectos de las limitaciones del crédito externo impuestas por los
organismos financieros internacionales en respuesta a la renegociación de la
deuda, la economía pasó a dar muestras de desequilibrios. Entre ellos, una
inflación cercana al 25% y la falta de financiamientos externos, a lo que el
gobierno respondió con políticas de control de cambio, introduciendo un
desbalance entre las cotizaciones oficiales y paralelas del peso.
En el plano social y político- después de la reelección de
Cristina - el gobierno fue perdiendo apoyos y las tensiones aumentaron dentro
del mismo peronismo, especialmente con la principal central sindical - la CGT -
que pasó a organizar movilizaciones contra el gobierno, con demandas
salariales. En el ámbito político, la ley de democratización de los medios de
comunicación fue duramente combatida por las empresas de medios privados, los
cuales consiguieron frenar su aplicación.
En ese marco la campaña internacional contra el gobierno
argentino se vio intensificada, basada en la reproducción y ampliación de las
informaciones publicadas por los medios opositores. En Brasil son los diarios
Clarín y La Nación los que alimentan a los viejos medios a difundir lo que
sucede en Argentina.
La renacionalización de YPF, rescatada de las manos de la
empresa española Repsol, hizo con que la prensa internacional - en primer lugar
la de España - pasara a atacar sistemáticamente al gobierno de Cristina,
formando un verdadero cerco informativo sobre lo que efectivamente ocurre en el
país.
Es una campaña de desinformación, que desconoce todos los
avances en la recuperación de la economía y en el plano de las políticas
sociales, destacando los escándalos que los medios opositores recopilan
semanalmente.
Ahora, Argentina se encuentra en un dilema, que tendrá su
próximo capítulo en las elecciones parlamentarias del 27 de octubre, con la
nueva composición del Parlamento. Va a ser muy difícil que el gobierno consiga
los 2/3 necesarios para reformar la Constitución. Sin esto, Cristina no podrá
postularse para otro mandato. Se abren dos años de incertidumbres políticas en
la sucesión presidencial argentina.
TEMAS RELACIONADOS: