Enrique Szewach | Lunes 23 de septiembre de 2013
En la semana que pasó, el Banco Central de los Estados
Unidos, (FED para los amigos), decidió postergar su anunciada reducción en el
monto de compra de bonos, a través de la cual expande la liquidez del sistema
bancario en dólares.
Entiéndase bien, decidió "postergar", no "modificar" su
política monetaria.
De manera que si bien hubo un alivio para la presión sobre
el valor de las monedas de la región, (todas "devaluadas" este año) y una suba
en el precio de acciones y bonos, sólo se trata de una cuestión transitoria,
dado que, más temprano que tarde, a menos que surja una crisis o un
empeoramiento mayor en los indicadores de crecimiento y empleo, en los Estados
Unidos, los cambios que se esperaban para este mes, finalmente ocurrirán.
Ahora bien, todo Banco Central funciona con un "modelo de
transmisión" que vincula sus acciones, con sus objetivos.
De la misma manera que un médico receta cierto remedio,
porque tiene detrás un "modelo de transmisión" de la droga respectiva sobre la
enfermedad diagnosticada al paciente.
En otras palabras, la FED tiene un modelo que vincula su
política, sus acciones, (el remedio), con sus objetivos simultáneos de bajar la
tasa de desempleo, mantener sano al sistema financiero y baja la tasa de
inflación.
Lo que las autoridades monetarias de ese país están
discutiendo es, básicamente, por el momento, como y cuando ajustan la dosis, a
las nuevas condiciones del paciente.
El Banco Central de la Argentina, también tiene objetivos
simultáneos, similares a los de la FED, mantener sano al sistema financiero,
lograr que el nivel de actividad y el empleo sean el máximo posible y que la
tasa de inflación sea baja.
Y, como todo Banco Central que se precie tiene (o debería
tener) su propio "modelo de transmisión" desde su política, a sus objetivos.
Pero está claro, en la Argentina de hoy, que el "remedio" de
la política monetaria del Banco Central está teniendo problemas, al menos para
cumplir con el objetivo de mantener baja la tasa de inflación.
Esto puede deberse a que la dosis del remedio no es la
adecuada.
O puede deberse a que, en el "modelo" del Banco Central
argentino, la tasa de inflación no depende de su política monetaria, si no de
"otras cosas".
Entre esas "otras cosas", las autoridades monetarias y otros
economistas K. (la calificación de "heterodoxos" incluiría a economistas "no K"), incluyen, como primer
argumento, la "inflación importada" a través de la suba de los precios de los
alimentos (que argentina exporta) y que dependen, entre otras cosas, de la
debilidad del dólar en el mundo, es decir, de la política monetaria de la FED.
En ese sentido, si esto fuera cierto, que la FED mantenga su
política monetaria (dólar débil, precios de los commodities altos, menos
devaluación y más actividad en Brasil), es bueno para el sector externo
argentino y las reservas del Banco Central, pero es malo para la tasa de
inflación de la Argentina.
Porque si suben los precios de los commodities agrícolas y
minerales, ello implica, siempre según los economistas K, mayor inflación
interna.
Si, por el contrario, la tasa de inflación no es producto de
la variación del precio de los commodities (o no es sólo por ello) y la "dosis"
de la política monetaria tiene algo que ver, entonces, si se necesita que la
tasa de inflación baje en la Argentina, el Banco Central debería disminuir su
tasa de emisión monetaria.
Pero si gran parte de la emisión monetaria se destina a
financiar el déficit fiscal, entonces, para bajar la "dosis" de moneda, hay que
bajar la "dosis" de déficit fiscal, lo que implica que los impuestos crezcan
más que los gastos, lo que se llama, en la jerga, "ajuste".
Y en este punto estamos. La sociedad argentina demanda bajar
la tasa de inflación. (Dicho sea de paso, existe un "modelo de transmisión"
entre tasa de inflación y resultado electoral).
Si como sostienen los economistas K., la tasa de inflación
de la Argentina no depende de la política monetaria del Banco Central, si no
que, en el fondo, depende de la política monetaria de la FED, la semana que
pasó, más que alivio, trajo una mala noticia.
Si, en cambio, la tasa de inflación de la Argentina depende,
también o prioritariamente, de la política monetaria del Banco Central de la
Argentina, la semana que pasó, con la Presidenta y su Jefe de Gabinete,
insistiendo en que "la política económica no se negocia", también más que un
alivio, trajo una mala noticia.
TEMAS RELACIONADOS: