Una presidenta con firmes convicciones
Martes 17 de septiembre de 2013
La presidenta brasileña declinó el viaje que tenía
programado para el 23 de octubre, insatisfecha con las explicaciones dadas
hasta ahora por Washington sobre el espionaje a sus comunicaciones, las de sus
asesores y a la estatal petrolera Petrobras.
La decisión la tomó Rousseff luego de entrevistarse ayer con
su canciller, Luiz Alberto Figueiredo, quien volvió de Washington sin
respuestas satisfactorias al reclamo por el espionaje hecho con intención
"económica y comercial", según dijo la mandataria, por robar
información en Petrobras sobre las enormes reservas de petróleo y gas en aguas
ultraprofundas de la llamada capa "pre-sal" en el litoral atlántico.
Por otra parte, hace 10 días, durante la cumbre del G-20 en
Rusia, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se comprometió con
Rousseff a responder a sus inquietudes en una semana, plazo que ya expiró,
informó la agencia noticiosa estatal ABR.
Estados Unidos trató de minimizar hoy el desaire de la
presidenta Rousseff al "postergar" la visita, subrayando que fue una
decisión mutuamente acordada, a la par que insistió en que el escándalo de
espionaje no debería empañar la "importante" relación bilateral,
reportó la agencia DPA.
La suspensión de la visita fue oficializada también en una
nota divulgada por la Presidencia brasileña, en la que aun cuando se dice que
fue tomada de común acuerdo con Obama, se cita en muy duros términos la
actividad de las agencias de inteligencia de Estados Unidos en Brasil y no se
oculta que ése fue el motivo.
Por su parte, el diario Folha de Sao Paulo destacó que
"la decisión fue tomada después de una comunicación telefónica de Obama a
Dilma" realizada ayer, en lo que definió como "una tentativa de
evitar la cancelación de la visita".
"Teniendo en cuenta la proximidad de la programada
visita de estado a Washington -y en ausencia de una investigación de lo
ocurrido, con las correspondientes explicaciones y compromiso de cesar la
interceptación- no están dadas las condiciones para la realización de la
visita", señaló la nota oficial de la Presidencia de Brasil, citada por
las agencias EFE, ANSA y Prensa Latina.
El comunicado agregó que, "de esa forma, los dos
presidentes (en una comunicación telefónica) decidieron postergar la visita de
Estado, pues sus resultados no deben quedar condicionados a un tema cuya
solución satisfactoria para Brasil aún no fue alcanzada".
En portavoz oficial dijo que Rousseff esperaba de Obama,
"y aún espera", explicaciones que exigió cuando se conocieron las
primeras denuncias del exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en
inglés) estadounidense Edward Snowden sobre espionaje global.
"No hubo explicaciones satisfactorias en ese momento y
tampoco las hubo después" de que se supiera que hasta la propia Rousseff y
Petrobras habían sido espiadas, apuntó la fuente.
El comunicado divulgado, duro pero a la vez cuidadoso en
términos diplomáticos, recoge el deseo de Rousseff de que "la visita
ocurra en el más breve plazo posible, impulsando la construcción de la sociedad
estratégica (con Estados Unidos) a escalones aún más altos".
Sin embargo, expresó también que eso sólo será posible
"una vez resuelta la cuestión (del espionaje) de manera adecuada".
Ahora, Rousseff se dispone a manifestar su malestar durante
la Asamblea General de las Naciones Unidas, ante la que tiene previsto
intervenir el martes próximo, ocasión en la que exigirá que sean adoptadas
normas globales que protejan los derechos individuales y prohíban el espionaje
a gobernantes, empresas y ciudadanos.
En los últimos días, cuando la suspensión de la visita
parecía inminente, portavoces del gobierno brasileño aseguraron que esa
decisión no afectaría las fuertes relaciones económicas y comerciales entre
ambos países.
Lo mismo dijo la Casa Blanca pero, según diversos analistas,
ese "enfriamiento" de la relación política podría tener otros
impactos.
Una primera consecuencia, según admitió un portavoz oficial,
podría ser que la empresa Boeing se "debilite" en un concurso para
venderle 36 aviones de combate a la Fuerza Aérea brasileña, en el que esa firma
compite contra los cazas Rafale franceses y los Gripen NG de la sueca Saab.
El antecesor de Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva, durante
su último mandato, había decidido firmar un acuerdo "estratégico" en
materia de Defensa que suponía la compra de los cazas franceses y la
construcción conjunta de submarinos con propulsión nuclear.
Al asumir Rousseff el gobierno congeló aquel acuerdo por
razones presupuestarias, se dijo entonces, y se esperaba que la visita ahora
suspendida a Washington le hiciese inclinar la balanza a favor de la Boeing.
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