Mario Brodersohn | Miércoles 14 de agosto de 2013
Los gobiernos argentinos siempre están inventando mecanismos
para que no se les vayan los dólares, pero los argentinos son unos cracks en
eso. Son capaces de eludir al Papa, a las Naciones Unidas, al gobierno
argentino y a nosotros mismos. (José Mujica, Presidente del Uruguay).
El 2011 fue un año en el que se combinaron factores
contradictorios entre sí. Por un lado, crecimiento económico del PBI a tasas
chinas del 7% y triunfo electoral del gobierno con el 54 % de los votos. Por el
otro lado, fuga de capitales privados al exterior por 27.000 millones de
dólares y caída en las reservas internacionales del Banco Central de 6.100
millones de dólares.
Estos últimos acontecimientos preanunciaban para los
próximos años un peligroso deterioro en las reservas internacionales. El
gobierno asumió esta nueva realidad pocos días después de las elecciones de
octubre del 2011 y decidió introducir un restrictivo régimen de control de
cambios y de importaciones.
El nuevo régimen de control cambiario limitó la venta de
dólares al sector privado por el Banco Central y prácticamente prohibió las
remesas de utilidades al exterior de empresas internacionales. Obviamente, esta
decisión llevó a desdoblar el mercado cambiario entre el dólar oficial y el
paralelo. Entró en escena por primera vez en el gobierno kirchnerista el "cepo
cambiario".
El objetivo fundamental de los controles cambiarios y de
importaciones fue defender y frenar la caída de las reservas internacionales
del Banco Central. ¿Cuán efectivo fue hasta ahora y lo será en el resto del
2013 el "cepo cambiario" para evitar que sigan cayendo las reservas
internacionales? Si juzgamos por sus resultados, no fue nada eficiente para
cumplir con su objetivo.
La brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo dio
lugar a dos consecuencias negativas.
La primera de ellas fue que las empresas aprovecharon que el
dólar oficial llegó a ser un 50% más barato que el paralelo para cancelar sus
deudas con el exterior al tipo de cambio oficial. Esto significó una pérdida de
ingresos muy significativa. En el año previo (2011) al "cepo cambiario" habían
ingresado 15.700 millones en calidad de préstamos financieros y comerciales al
sector privado, y en el 2013, en lugar de ingresos, hubo cancelación de
préstamos.
La segunda consecuencia negativa de la brecha cambiaria es
que generó una demanda de 8.000 millones de dólares para viajes y turismo,
cuando en el 2011 había sido de 1.100 millones.
Como resultado de estas tendencias, las perspectivas de las
reservas internacionales para todo el año 2013 son muy negativas, sobre todo si
tenemos en cuenta que en los primeros seis meses del 2013 la pérdida de
reservas internacionales fue de 6.300 millones de dólares.
El gobierno tiene cerrado el acceso a los mercados
financieros internacionales para financiar los desequilibrios externos, por lo
que no le queda otra alternativa que vivir con lo nuestro, esto es, financiarse
con los recursos propios provistos por el superávit comercial externo y por las
reservas internacionales del Banco Central.
El superávit comercial externo para el 2013 lo estimamos en
8.900 millones de dólares, cifra que no alcanza a cubrir todos los
requerimientos de dólares. Ello lleva a recurrir como último recurso a las
reservas internacionales del Banco Central. Para todo el año 2013 estimamos una
disminución de las reservas en 9.300 millones de dólares, que triplica la caída
de reservas del 2012. El invento del Cedin no modificará estas tendencias.
Estos resultados nos señalan que la restricción externa al
crecimiento será el principal desafío post electoral que deberá enfrentar el
gobierno. Hasta ahora el kirchnerismo se defendía de ese riesgo señalando que
estábamos cubiertos por la elevada magnitud de las reservas internacionales.
Esta visión era correcta a fines del 2010, cuando las reservas sumaban 52.100
millones de dólares. Pero en la actualidad dejó de ser cierto. En efecto,
estimamos las reservas internacionales para fines del 2013 en 34.000 millones.
Si además le restamos por su limitada liquidez el oro, los Derechos Especiales
de Giro y los encajes por los depósitos en dólares, las reservas
internacionales netas y líquidas a fines del 2013 se reducen a 26.000 millones
de dólares.
Este es un monto de reservas internacionales no sólo muy
preocupante sino que, además, limita el margen de gestión del Gobierno en sus
dos últimos años. Esta restricción se agrava aún más si se confirman las
expectativas de caída en los precios internacionales de nuestros "commodities"
de exportación y si persiste la crisis energética. Todo ello puede conducir en
el 2014 a una disminución adicional de las reservas internacionales no menor a
los 9.000 millones de dólares.
El Gobierno deberá enfrentar después de las elecciones el
atraso cambiario y la restricción externa al crecimiento económico. Esto nos
introduce al tema político y económico más preocupante. La experiencia
histórica en la Argentina nos enseña que el control de cambios es un modelo
fácil para entrar y muy difícil de salir sin provocar al mismo tiempo un serio
shock recesivo e inflacionario.
La magnitud del shock externo va a depender de los
resultados electorales. Si estos resultados no son favorables para el Gobierno,
como lo señalan recientes encuestas, el consiguiente aumento del dólar paralelo
y la ampliación de la brecha cambiaria crearán un clima económico y político
nada favorable y muy conflictivo para enfrentar la salida del "cepo cambiario"
y corregir el atraso cambiario.
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