Soledad Guarnaccia | Lunes 24 de junio de 2013
La apuesta por el "perfil", y no por la política
entendida como herramienta de transformación, pretende posicionar al Frente
Renovador como la mejor opción para "purificar" a la Argentina del kirchnerismo
y sobre todo de la política entendida como conflicto.
La novedad que finalmente arrojó el cierre de listas para
las elecciones legislativas primarias es que Sergio Massa decidió candidatearse
para representar al "neoliberalismo blanco" de la política argentina.
Se trata de la apuesta que quedó trunca en 1999 y que Reutemann no se animó a
liderar en 2003: su idea básica consiste en validar, como Menem lo hizo en los
años noventa, los intereses de los sectores dominantes de la economía con los
votos de los clases populares, en este caso, las del conurbano bonaerense.
Uno de los rasgos de la candidatura de Massa y sus aliados
es que se compone de enunciados que solo revelan su sentido si se modifican los
destinatarios a los que supuestamente están dirigidos. Por ejemplo, la frase
inaugural de esta opción electoral -una frase notable, que sirve para calibrar
los objetivos transformadores de este sector- "No venimos a molestar a nadie"
se presume dirigida al espacio político
que lidera Cristina Fernández, ya que, como confiesa Massa al diario La Nación,
"muchas veces cuando uno opina dentro de un espacio molesta". Sin embargo, tal
como se desprende de la composición de la lista que lidera el intendente de
Tigre, los verdaderos destinatarios de la frase son otros: las corporaciones
mediáticas, con el grupo Clarín a la cabeza por medio de la candidatura de la
periodista Mirta Tundis, la Unión Industrial Argentina con el ex titular de la
UIA Ignacio de Mendiguren y la corporación agropecuaria con Felipe Solá como
representante "político" de este sector. En contrapartida, como se pudo
observar durante la última semana, el sector del Poder Judicial que busca
retener sus privilegios no es afín a los actos electorales y eso explicaría su
ausencia en la lista de Massa, quién sin embargo no ahorró guiños para este
grupo al reducir todo el problema del Poder Judicial a la
"descentralización" ya que "la gente no les conoce los nombres a los
jueces que encarcelan o liberan a los delincuentes". Todo un posicionamiento
de que, efectivamente, tampoco en relación con este poder su candidatura viene
a "molestar a nadie".
No obstante, la composición de la lista que lidera Massa
denota una importante diferencia respecto a las "alternativas al kirchnerismo"
que hasta aquí habían aparecido en la escena política nacional. Antes del
Frente Renovador se podía decir que tal o cual candidato opositor al
kirchnerismo era el "candidato de las corporaciones", el rostro visible de un
entramado "oculto de poder". Pero, como hemos visto, el armado de este Frente
está integrado por los nombres que cada corporación creyó más representativo de
sus filas. De modo que Massa no es el candidato de las corporaciones sino
simplemente aquel que encabeza un armado en que las corporaciones mismas han
decidido ingresar a las lides electorales.
¿Qué le aporta, sin embargo, la figura de Massa a este
"neoliberalismo blanco"? Por un lado, una imagen de gestión estatal que, a
pesar de sustentarse en las viejas chanzas de la política territorial, se
presenta al público remozando un tópico cuyo origen se remonta a las ideas por
la que bregó toda su vida una figura conocida por Massa, el ingeniero Álvaro
Alsogaray: la idea de que la gestión política es eficiente si se emparenta con
los cánones empresariales.
El punto más novedoso de este aggiornamiento consiste en
presentar al candidato a la manera de un perfil exitoso de Facebook, del cual
se espera no sólo muchas visitas sino también muchos clicks al "Me gusta". De
ahí la increíble preocupación que supieron acercarle al intendente de Tigre
algunos de sus operadores políticos cuando decidió postularse a la Cámara de
Diputados: según confesó el propio Massa a La Nación, temían que su imagen se "desperfile". Esta apuesta
por el "perfil" y no por la política entendida como herramienta de
transformación se confirma con la estrategia que Massa confiesa sostener
durante la campaña: "no voy a asumir grandes compromisos, mi mayor compromiso
es tratar de aportar ideas y proyectos para el futuro de la Argentina. Todo lo
demás son eslóganes de campaña que cuando no se cumplen generan frustración".
Con frases como ésta, Massa y sus aliados pretenden persuadir al electorado de
que representan la continuidad de lo "mejor" del kirchnerismo.
Sin embargo, el éxito de este espacio político no depende de
su "perfil", sino de su capacidad para convencer al electorado de que
representa la mejor opción para la "catarsis" nacional que los grupos de poder
vienen demandando. ¿En qué consiste esta "catarsis"? En la idea de que
Argentina necesita no sólo "purificarse" del kirchnerismo sino sobre todo de la
política entendida como conflicto, para convertirse en un espacio que, en tanto
"no viene a molestar a nadie", se circunscribe a administrar lo dado.
Esta idea del massismo como "catarsis" ha encontrado en
Giustozzi un intérprete en el mejor de los casos desafortunado. Porque si las
primeras "definiciones" de Massa hasta pueden tomarse con sorna, las de
Giustozzi son como mínimo preocupantes: "Creemos que la historia argentina
muestra cómo los ciclos que comienzan fundacionales terminan trágicos. Pero
queremos que este ciclo sea un ciclo permanente de desarrollo con equidad,
aunque lo gobiernen distintos matices y haya diferencias, que se puedan
consolidar en el tiempo políticas de Estado".
Más allá de la evidente megalomanía según la cual una lista
de alcance provincial pretende abrogarse la solución catártica de los problemas
de la totalidad de la historia argentina: ¿Qué quiere decir Giustozzi con estas
declaraciones? ¿Que para evitar la tragedia hay que votar al Frente Renovador?
Dado que en Argentina los procesos que se iniciaron como fundacionales y
terminaron como tragedia remiten a los años 1955 y 1976: ¿Qué lugar, teniendo
en cuenta esos años, se imagina Giustozzi que su espacio político vendría a
ocupar en el presente? ¿Por qué evocar así a la tragedia y, por ende, al miedo
como terreno sobre el cual se justificaría una lista provincial de legisladores
nacionales?
¿O simplemente lo que se está diciendo es que este espacio
opta por retroceder frente a las transformaciones sociales -que el país sigue
necesitando- para asegurarle a sectores que integran las listas del Frente
Renovador que el mayor valor político a custodiar es el de la "alternancia" -es
decir, dejar intactas las estructuras de poder pero alternar las "ofertas
electorales"? Seguramente, éste sea el
objetivo de esta nueva versión de la política "profile" que hoy encarna el
massismo.
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