Mario Barletta | Martes 18 de junio de 2013
Nuestro país tiene en el campo a su principal generador de
riqueza, a su socio estratégico y a su motor de origen: cuando el campo está
bien, está bien el país y ello se percibe claramente en nuestros pueblos y
ciudades, en el interior profundo. Lamentablemente, en medio de fabulosas
oportunidades internacionales, en estos diez años el gobierno nacional ha
ignorado y castigado sistemáticamente al sector más competitivo de la
Argentina, que aportó en ese período a las arcas del estado 70 mil millones de
dólares, solo en concepto de retenciones a las exportaciones.
En Santa Fe, mi provincia, el campo está unido a su génesis,
a su historia, a su crecimiento. La actividad agrícola-ganadera y la producción
de alimentos han sido la base de su desarrollo. Pocos estados argentinos, e
incluso países del concierto mundial de naciones, pueden exhibir la diversidad
y potencia productivas de Santa Fe: excepto petróleo o minería, en territorio
santafesino se produce de todo y con altos niveles de eficiencia: soja, trigo,
maíz, cebada, especialmente en el sur; girasol, sorgo, caña de azúcar en el
norte; arroz en la costa y algodón en el noroeste. Pero también tenemos un
robusto cluster metalmecánico en el centro y sur oeste de la provincia y una
cuenca lechera, única en su tipo, en el oeste. A su vez, una ganadería
excepcional, que produce carne vacuna -con sistemas pastoriles únicos en el
mundo, y también cerdo, pollo, todo ello de altísima y reconocida calidad.
¿Podemos imaginar lo que sería esta provincia si se apoyara
al sector con mayor potencialidad del país? Si se lo protegiera e incentivara
como ocurre en Uruguay, Chile, Paraguay,
o Brasil, que han crecido sostenidamente, mientras que en Argentina ya
desaparecieron 60 mil productores en la década. Se hace mucho más difícil
comprender la doble agresión que recibe Santa Fe y su fuerza productiva: la que
está dirigida al campo como sector; y la discriminación que ejerce el estado
nacional sobre nuestro territorio, por el solo hecho de que la gente eligió un
gobierno de signo partidario diferente al que gobierna la Nación, a través de
la coparticipación que no cumple, entre otros castigos.
La falta de políticas serias y a largo plazo ha dado como
resultado, entre los más graves, una ecuación nefasta para todos los
argentinos: mientras los alimentos van de la tierra a la mesa, los pequeños productores desaparecen, se
concentran en pocas manos los que se llevan la mayor tajada y se encarecen los
alimentos que compra la gente en la góndola.
Debemos encarar un nuevo modelo de desarrollo basado en la
equidad, la integración y la sostenibilidad. Privilegiar, calificar y potenciar
y a nuestra gente; cambiar la estructura productiva, hacerla más inclusiva e
igualadora, y lograr de ese modo que el crecimiento se sostenga. Para poder
lograrlo tenemos que desplegar una serie de medidas, de las cuales quiero
destacar las siguientes:
- Necesitamos garantizar un entorno estable y predecible de
reglas de juego, en el que el diálogo y el trabajo conjunto entre los distintos
actores -gobierno, empresarios, asociaciones, trabajadores- sea algo cotidiano
y fecundo.
- Tenemos que lograr que el Congreso rediscuta un nuevo
sistema de retenciones a las exportaciones, plateando su disminución paulatina
a la par de una segmentación por extensión, volumen y tipo de explotación.
- Necesitamos moderar la inflación, el productor ya no puede
seguir soportando el aumento de los costos de producción y la consiguiente
pérdida de competitividad que padece desde hace varios años y que ha visto
agravarse en estos últimos dos.
- Debemos discutir una nueva política impositiva, que
incentive la producción y le devuelva al productor lo que con tanto esfuerzo
aporta.
- Nuestros productores tienen que poder contar con las
herramientas necesarias para protegerse de los riesgos, principalmente del
climático, pero también del financiero y otros que pudieran surgir, a través de
fondos rotativos para emergencias.
- Aprovechando las
excelentes capacidades científicas ya instaladas en nuestra provincia
-Universidades y Agencias de Investigación- tenemos que poner en forma urgente
la ciencia al servicio de la producción, para abaratar costos; optimizar
nuestra producción actual; desarrollar nuevos productos que continúen con la
cadena comenzada en el campo, incluso aprovechando excedentes; sustituir
importaciones, creando empleo genuino.
- Debemos recuperar el stock histórico de cabezas de ganado
y de establecimientos tamberos, con un plan de tres a cinco años, garantizando
la rentabilidad de los pequeños productores y controlando toda la cadena de
precios para no castigar al consumidor.
- Tenemos que resignificar el ámbito rural, no solo para
evitar el éxodo sino para atraer a nuevas familias que si tuvieran
oportunidades, se instalarían en gran número. Para esto debemos desarrollar
nuevas formas de explotación como el agroturismo, apoyar a las micro
producciones a escala local y regional,
facilitar el acceso a la tierra, mejorar los servicios, etc.
- Hay que educar para el trabajo con la mirada puesta en el
desarrollo local: tenemos que crear Centros Educativos Rurales para las
familias de pequeños productores, trabajadores rurales y cooperativas
agropecuarias. Uno en cada pueblo, que permita el acceso a todos los niveles
educativos, secundario, terciario, universitario, para que ellos mismos puedan
mejorar la producción y no emigren a las grandes ciudades.
- Debemos analizar razonablemente el tema de las
restricciones cambiarias y las trabas a las importaciones que incluyen a los
bienes de capital, que están atentado contra la vocación natural a invertir y a
innovar del empresario argentino.
- Tenemos que cuidar y gestionar de manera equilibrada los
recursos naturales, evitando la contaminación y los efectos sobre la
biodiversidad. Para ello debe trabajarse seriamente en el control de agroquímicos,
en la protección de los bosques y en un programa de energías renovables.
- Hay que pensar la producción agroalimentaria como sistema
y proponer alternativas en materia de almacenamiento y acondicionamiento de
granos, y fundamentalmente de transporte, reactivando ramales de trenes de
cargas con acceso a puertos; potenciando el uso de hidrovía;realizando una
fuerte inversión en rutas, internet, telefonía, etc.
El Congreso Nacional será el ámbito donde debemos discutir y
repensar muchas de estas cuestiones, de ahí la importancia de estas próximas
elecciones legislativas que deben llevar a los santafesinos comprometidos con
los intereses de la provincia y del sector. No desaprovechemos esta
oportunidad.
Por Mario Barletta
Presidente de la Unión Cívica Radical
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