Ernesto Sanz | Lunes 10 de junio de 2013
El fin de semana en Carlos Paz, la Juventud Radical de
Córdoba hizo su Congreso Provincial. Cientos de jóvenes se juntaron a debatir
ideas y construir propuestas para la Argentina que viene. Quienes participamos
de la actividad asistimos a una sesión de futuro. Poco se habló de lo que fue,
no hubo reproches ni odios: los chicos mostraron ideas, proyectos y decisión
para avanzar.
No es casual que sean los más jóvenes quienes primero
entiendan que el país necesita recuperar equilibrios en 2013 y un cambio de
gobierno en 2015. Son ellos los que primero sufren el deterioro económico y los
que mejor notan la falta de previsibilidad, seguridades y oportunidades.
En los años ´80, la Argentina multiplicó su matrícula
universitaria, en los ´90 ese fenómeno se reprodujo y de nuevo las
universidades argentinas doblaron su población de estudiantes. Durante esta
década pasada la serie se cortó y la matrícula de estudiantes universitarios
solo se mantuvo.
Hace un par de semanas se conoció el informe del INDEC que
señaló el crecimiento de la población desocupada. Ese aumento tiene dos
razones: por un lado, la destrucción de empleos en sectores como la
construcción; por otro la incapacidad del mercado de trabajo de contener a los
nuevos trabajadores, los que buscan su primer empleo. Ambas razones convergen
en el mismo sector: los jóvenes. Ellos son los primeros en quedarse sin
trabajo: generalmente no están registrados y en el caso de que lo estuviesen
son los más baratos de indemnizar, además, son los nuevos trabajadores que no
encuentran empleo en un mercado deprimido y expulsivo.
Finalmente, me parece relevante destacar un dato concreto,
duro y preciso sobre la situación habitacional en Argentina. Mientras el censo
de 2001 reflejaba que un 11% de los argentinos alquilaba, en 2010, ese número
creció hasta el 16%. Esas tasas reflejan un fenómeno extendido en la sociedad
actual: padres propietarios, hijos inquilinos; una regresión familiar en
términos socio económicos.
Entrar, permanecer y salir graduado de la universidad,
conseguir un empleo estable y acceder a una vivienda son anhelos comunes a
cualquier persona de bien que quiere progresar y concretar sus proyectos. En
los tres aspectos, la década kirchnerista dejó pasar más oportunidades de las
que aprovechó.
El modelo que mucho habla de pasado y poco de futuro ha
estabilizado la precariedad, las inseguridades y la incertidumbre. No hay
modelo sustentable con jóvenes excluidos, y los que mejor lo saben son ellos.
No es casual que sean los jóvenes los que construyan la
alternativa, son a las claras los que primero sufren el final de un modelo que
privilegia a quienes se dicen soldados en desmedro de los que quieren trabajar
y a quienes aplauden en lugar de los que quieren estudiar.
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