Franco quizás aprenda a callarse
Viernes 05 de abril de 2013
El mandatario participó del golpe parlamentario contra
Fernando Lugo y calficó como "milagro" la muerte de Chávez. Sólo 13
de los 34 Estados miembro optaron por escucharlo.
Sólo 13 de los 34 estados miembro activos sentaron a un
representante en la mesa para escuchar el discurso de Franco, cuyo país está
suspendido de la Unasur
y el Mercosur desde que Fernando Lugo fue destituido como presidente en junio
del año pasado con un golpe parlamentario, en un controvertido juicio político
que estos bloques no reconocen.
El vaciamiento de la sala de sesiones fue impulsado por los
representantes de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, que enviaron una
carta de protesta al presidente de turno del Consejo Permanente de la OEA, el panameño Arturo
Vallarino, por la organización de la reunión, según reportaron las agencias de
noticias DPA y EFE.
La carta, publicada en su cuenta de twitter por el embajador
boliviano, Diego Pary, indica que el debate en la OEA sobre la situación de
Paraguay "no ha concluido, y a fecha presente, es un tema pendiente en
esta organización".
"Expresamos nuestro profundo rechazo a la realización
de la sesión protocolar, así como a las declaraciones del señor Federico
Franco, y comunicamos que no participaremos en dicha sesión y nuestras sillas
estarán vacías", señaló la misiva.
De esta manera, la carta esgrime también el malestar de
varias delegaciones sobre las duras críticas que realizó Franco sobre el
fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez, durante su visita a Madrid esta
semana.
En esa oportunidad, Franco afirmó que era un
"milagro" que el presidente venezolano "desaparezca de la faz de
la tierra porque le hizo mucho daño" a su país.
"No aceptamos la intromisión de la Venezuela de Chávez en
Paraguay y mucho menos la formación y capacitación de recursos humanos con la
ideología bolivariana para soliviantar el ánimo y estado de tranquilidad de mi
país", se había explayado Franco.
Sus palabras fueron rápidamente criticadas por Venezuela,
donde el canciller, Elías Jaua, lo calificó de "escoria humana y
política" por agraviar la memoria del fallecido mandatario.
Franco analizó luego el efecto de su posición y buscó
aclarar los comentarios "por si se han malinterpretado, o por si, quizá,
al canciller venezolano no le llegó la información", según expresó.
Cruces por Chávez
En un acto ayer en Washington, Franco matizó sus comentarios
al señalar que no desea la muerte "a nadie", aunque
"evidentemente, el hecho de que el presidente Chávez no esté hoy como
presidente hace que la relación de América, por lo menos el Paraguay, con
respecto a Venezuela sea diferente".
La aclaración no satisfizo a los países de la Unasur que dieron
consistencia al boicot, al que se sumaron otras delegaciones, entre ellas las
centroamericanas de Nicaragua, El Salvador y Haití.
Al discurso del mandatario ante la OEA, organismo al que le
agradeció hoy el "apoyo blindado" a la "transición" que
vive Paraguay hasta las elecciones del domingo 21, asistieron sólo los representantes de Canadá, Costa Rica,
México, Barbados, Guatemala, Honduras, Bahamas, Trinidad y Tobago, Saint Kitts,
Belice, Estados Unidos, Panamá y el propio Paraguay.
Pese al desplante, Franco, quien previamente se reunió a
puertas cerradas con el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, aseguró su
"compromiso público de garantizar la continuidad democrática con la
transmisión de mando tras las elecciones" del 21.
Insulza consideró que "la crisis
político-constitucional en Paraguay significó una situación externa compleja y
una difícil prueba para el proceso de integración latinoamericana".
"Por eso su tarea no ha sido fácil; sin embargo, usted
se ha mantenido firme en su propósito, y hemos sido testigos de su liderazgo
para poner en marcha el proceso electoral", elogió el titular del
organismo sobre Franco.
Al contrario del Mercosur y la Unasur, la OEA se resistió a suspender a
Paraguay y decidió en cambio formar una misión de observación del proceso
político en el país hasta las elecciones, presidida por el expresidente
costarricense y Premio Nobel de la
Paz, Oscar Arias
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