Opiniones

"2013 es una oportunidad para no chocar en 2014"

Ramiro Castiñeira | Jueves 18 de octubre de 2012
En 2010 y 2011 el Gobierno tomó la decisión política de no recuperar el superávit fiscal que se perdió en la crisis del 2009. Prefirió reemplazarlo por el impuesto inflacionario para evitar realizar un ajuste en las tarifas de la energía, pero al costo de perder el modelo que imperó desde la salida de la convertibilidad.


 
La bandera de tipo de cambio competitivo que forzaba mantener un superávit externo, dejó de flamear cuando Argentina perdió el superávit fiscal y el BCRA tuvo que acudir en rescate del Gobierno Nacional. En el nuevo contexto el BCRA dejó de sostener la moneda, para poder sostener al tesoro. Dado que la magnitud del déficit fiscal y compromisos de deuda externa superan los u$s12.000 millones anuales, resulta una tarea de tiempo completo donde el cuidado de los agregados monetarios quedó supeditado sobre otros objetivos.

 

En números, hasta el 2008 el Gobierno observó un robusto superávit financiero (después del pago de intereses de la deuda) de u$s3.600 millones de dólares, equivalente a 1,1% del PBI. Al margen del 2009 que fue un año de crisis y 2010 de recuperación, en 2011 el Gobierno cerró con un déficit financiero de u$s9.000 millones, o 2% del PBI.



Sobre ello se suma la necesidad de financiamiento para el pago de los vencimientos de capital de la deuda pública, lo que eleva el financiamiento del BCRA al Gobierno a 3,5% del PBI por año desde 2009.

 
Vale recordar que hasta el 2008 era el Tesoro quién ayudaba al BCRA en la tarea de sostener el dólar, comprando con su superávit fiscal parte de los dólares comerciales. La pérdida del superávit fiscal en manos de los subsidios energéticos, modificó la macroeconomía y en consecuencia los objetivos del BCRA: De sostener al dólar, pasó a sostener al tesoro, y ver pasivamente como el colchón cambiario se agotaba ante el avance de la inflación. Sin colchón cambiario no hay superávit externo y finalmente la economía frenó su crecimiento ante la falta de dólares.

 
En suma, entre 2008 y 2012 el gobierno con el tiempo reemplazó el superávit fiscal por el impuesto inflacionario, y al tipo de cambio competitivo, por las restricciones en el mercado de cambios. El resultado de la elección no tardó en reflejarse en la tasa de crecimiento. La economía chocó con la restricción externa, luego de esquivarla por una década. En consecuencia, el crecimiento económico pasó de "tasas chinas" a "casi cero" en cuestión de trimestres.

 
De cara a 2013, ya está en boca de todos que la trilogía "soja, brasil y el menor pago de deuda", generan un ingreso adicional de dólares por u$s11.200 millones el año entrante, aún con una  soja a u$s530 la tonelada, según operan hoy los futuros a mayo 2013.


Sobre ello se suman las restricciones al ahorro en moneda extranjera, con tasas de interés que apenas cubren las expectativas de devaluación de la moneda local. La combinación entre las restricciones cambiarias y tasas de interés, incentiva a que los nuevos ingresos como lleguen, se gasten, antes que se los lleve el Gobierno vía inflación.

 

Ahora bien, el crecimiento no sería mayor al 3,5% en 2013 dado que la apreciación cambiaria y el déficit energético agotan rápidamente los nuevos dólares ante el avance de las importaciones, poniendo a la economía nuevamente frente a la restricción externa antes de arrancar el 2014.

 

Para 2014 uno no debería suponer que EE.UU. tenga nuevamente una sequía que eleve nuevamente los precios de los commodities, más bien todo lo contrario. Por ello, 2013 es una oportunidad para recomponer la macroeconomía y prepararla para el 2014, con posibilidad de un menor precio de la soja.

 

En 2013 la soja generará al fisco ingresos adicionales por u$s2.500 millones de dólares. Si se suman a los u$s2.200 millones por menores pagos de deuda, de ahorrarlos se reduciría la necesidad de apoyarse en el balance del BCRA por casi u$s5.000 millones el año entrante. Esto permitiría bajar el financiamiento del BCRA al Gobierno de 3,5% del PBI este año a 2,5% del PBI el año entrante.

 

Si sobre ello se sincera la situación energética con un plan donde el gas que usan privados lo deja de pagar el Estado, el ahorro fiscal y en consecuencia el menor uso del impuesto inflacionario, podría ser aún mayor. Sólo en dicho contexto el Gobierno reduciría la inflación como mecanismo de financiamiento, y el BCRA recuperaría margen para desempolvar carpetas y volver a tener una política cambiaria pro-crecimiento.

 

En suma, el 2013 es una oportunidad para implementar un plan que nos evite nuevamente chocar con la restricción externa en 2014.

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