Pedro Brieger | Jueves 29 de diciembre de 2011
Pedro Bieger, desde
Grecia
La crisis económica en Europa le ha permitido crecer a casi
todos los partidos de la extrema derecha.
Sus consignas son simplistas y combinan un discurso nacionalista con una
retórica contra los organismos financieros internacionales y los
inmigrantes. Grecia no es la excepción.
Por imperativo de la Unión Europea este país cambió gran parte de su estructura
productiva.
Los economistas neoliberales le explicaron a los griegos que
sus costos de producción eran altos y que no lograban los adecuados niveles de
competitividad, especialmente en la agricultura. Los gobernantes griegos
aceptaron las recomendaciones/imposiciones y unas sesenta mil pequeñas empresas
cerraron desde el año 2009 llevando la desocupación al 18 por ciento.
Como si esto fuera poco ahora el tomate que se sirve en la
mesa proviene de Marruecos y el aceite de oliva que consumen proviene de España
o Portugal porque el mejor se exporta.
"Yo no soy racista -dice el taxista al ingresar en el barrio
Agios Penteleímona- pero en este barrio no se puede caminar porque está lleno
de inmigrantes. ¿Para que vienen? ¿Por qué no se vuelven a sus países?",
pregunta sin esperar respuesta. El
barrio, conocido por sus edificios neoclásicos y la tradicional presencia de
los partidos de derecha está en decadencia y ahora está poblado por inmigrantes
del este europeo, afganos, paquistaníes
y africanos.
Para muchos de ellos Grecia es la entrada a "Europa", pero
otros se quedan. María Kanellopoulou es
una actriz muy conocida en Grecia que además es consejera municipal por el
partido de izquierda Synaspismos y recomienda una recorrida por el barrio para
conocerlo mejor. Aquí ya ha habido varios ataques contra inmigrantes realizados
por jóvenes que pertenecen a los movimientos de extrema derecha y que han
encontrado un blanco fácil para su odio político y racial. Jóvenes desocupados contra los más débiles,
los inmigrantes.
Desde la alcaldía de Atenas para el barrio esbozan proyectos
que ya han dado resultados en otros países. Se arreglan los edificios, se abren
bares, restaurantes o teatros para que luego los alquileres se vayan a las nubes y los inmigrantes se van por
"propia voluntad". Eso, si antes no estalla el odio racista. En la coalición de gobierno liderada por un
"tecnócrata" ya hay un partido de extrema derecha por primera vez desde el fin
de la dictadura en 1974. Y las encuestas indican que su influencia crece y
crece. Desocupación y extrema derecha
son un cóctel explosivo. La historia de Europa puede dar fe de ello
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