Balance muy positivo
Sábado 26 de noviembre de 2011
Durante tres días, en jornadas maratonianas y sesiones
intensísimas, se ha desarrollado en Cádiz el VI Congreso Iberoamericano de
Periodismo bajo la dirección del periodista y editor del grupo
Diariocrítico.com Fernando Jáuregui y los auspicios del Ayuntamiento de Cádiz y
de su alcaldesa, Teófila Martínez. La elección del lugar, Cádiz, no fue casual:
se trataba de recuperar el espíritu doceañista que hace ahora 200 años dio
lugar a la primera Constitución Española, "La Pepa", la Carta Magna
más liberal y adelantada de todas las de su tiempo.
Por Manuel Ángel Menéndez
El Congreso, por la calidad de las ponencias y ponentes, no
ha defraudado; ha rebasado expectativas y ha marcado una línea de discusión
socio-política a tener en cuenta: "Hoy ha renacido el espíritu de
Cádiz", fueron las palabras del presidente de la Audiencia Nacional, Ángel
Juanes, que pronunció la conferencia de clausura de un cónclave que tendrá
continuidad el año que viene en su VII edición en Alcalá de Henares.
Han acertado los organizadores en realizar en Cádiz el
primer gran acto político tras las elecciones del 20 de noviembre. La
convulsión electoral, el futuro -inseguro, acaso inquietante- que le espera a
España en los próximos meses y años, los cambios profundos que deberán
acometerse en las estructuras territoriales, en la justicia, en la economía y
en la fiscalidad, en la propia concepción del país como tal, o las
inseguridades con las que se enfrenta la socialdemocracia y, naturalmente, el
Estado de Bienestar, por no haber de los cambios constitucionales que son
precisos en estos momentos de crisis, han sido desarrollados por unos ponentes
de excepción: desde uno de los 'padres de la Constitución', Gregorio
Peces-Barba, a un ex presidente del Parlamento Europeo, Enrique Barón, o el
secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, dos ex ministros
-Moratinos y Jordi Sevilla- o la ex vicepresidenta del Gobierno, María Teresa
Fernández de la Vega. La lista ha sido amplísima.
No todo el mundo ha estado de acuerdo, claro, ni en la
formulación de los problemas ni mucho menos en las soluciones o correctivos a
aplicar. Pero sí ha quedado claro entre las conclusiones de este VI Congreso
que el 'viejo orden' ha quedado efectivamente 'viejo' y que hay que inaugurar
un nuevo orden político-económico-social europeo y mundial donde los mercados
-especialmente los financieros y especulativos- no manden sobre la política ni
jueguen sobre las sociedades y los pueblos. Más poder social, más política, más
Europa, más ONU, más relaciones con Iberoamérica y menos 'economía' es una idea
básica consensuada por prácticamente todos en este importante Congreso.
En el 'espíritu de Cádiz' sí ha habido acuerdo, también, en
pedir más desarrollo en España: cambios en la Constitución, que aunque aún
válida ha quedado anquilosada en determinadas formulaciones; reforma del Senado
y del Título VIII con una delimitación clara de competencias que, más allá de
la semántica, de los sentimientos y hasta de las ideologías no se pierda en el
debate abstracto sobre si federalismo sí o no y emprenda una reforma funcional,
y, sobre todo, una armonización fiscal que huya de singularidades y de
supuestos derechos históricos. "Pero, ¿quién le mete mano a eso?", en
palabras del presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes.
En Cádiz ha habido ebullición de ideas en tres apretadas
jornadas congresuales. Desde los planteamientos iberoamericanos de los ex
presidentes Ernesto Samper (Colombia) y Jaime Paz Zamora (Bolivia) hasta el
secretario general Iberoamericano, Enrique V. Iglesias, que buscaban mayor 'globalización-regionalizada'
(si es que puede resultar válida la expresión) entre España y Europa y toda
Iberoamérica. Una idea que desarrolló especialmente el ex ministro Miguel Ángel
Moratinos pidiendo que el próximo Gobierno de Rajoy tenga la altura de miras
suficiente para estrechar lazos con la Comunidad Andina y Mercosur, por poner
ejemplo.
Quizá ha quedado de estas tres intensas jornadas un cierto
poso amargo de pesimismo ante la evidencia de que la crisis política y de
valores es tan grave, o acaso más, que la económica, pero el 'espíritu de
Cádiz' ha sido en definitiva más positivo que otra cosa: ha sido -en palabras
de Fernando Jáuregui- 'irreverente pero irreprochable'; irreverente por lo que
tiene que rompedor de moldes; irreprochable por el tono y la forma y la
abundancia de las ideas.
Espectaculares han sido las intervenciones del secretario de
Estado para la UE, Diego López Garrido, que pidió sin ambages la reforma de las
Constituciones de todos los países de la Unión en el sentido de limitar sus
déficits, la profundización ya de la gobernanza económica en Europa para
llevarnos cuanto antes a la unidad política, la implantación urgente de los
'eurobonos' el mismo día que la canciller alemana, Ángela Merkel, lo rechazaba,
o la adopción de dos medidas realmente novedosas: la elección por sufragio
universal del presidente de la Comisión y la posibilidad de presentar
iniciativas legislativas por los ciudadanos europeos.
La ex vicepresidenta De la Vega no se anduvo por las ramas
al apoyar explícitamente al movimiento de la 'indignación' que empieza a
recorrer el mundo: "La gente quiere saber, quiere más democracia".
Una idea básica que el ex diputado y magistrado Juan Luis Rascón desarrolló más
ampliamente exigiendo cambios radicales en la ley electoral, la reforma total
en el funcionamiento de los partidos políticos -que hoy en idea no actúan
internamente de forma democrática, según él- y la máxima transparencia -por ley
si es necesario- no sólo del poder político, sino también del judicial: no
puede juzgar a una gran empresa aquel juez que tiene intereses accionariales en
la misma, como ha ocurrido, según él.
Importantes han sido las intervenciones de la diputada
canaria Ana Oramas y del ex ministro Jordi Sevilla, quien rivalizó y estuvo en
absoluto desacuerdo, claro, con el nacionalista catalán Antoni Picó en
cuestiones como el federalismo o la exigencia de CiU de un 'pacto fiscal' que
supone, según el socialista, una "inconstitucionalidad". Ana Oramas,
como Moratinos, De la vega o Sevilla alertó muy certeramente sobre la falta de
un liderazgo mundial y ofreció para el debate el argumento de la 'esquilmación'
de África e Iberoamérica por parte de la emergente -más bien ya poderosa- China
ante la desidia de la comunidad internacional.
No todo ha sido acuerdo, claro, porque importantes -aunque
no totalmente correspondidas- fueron las aportaciones del ex presidente del
Congreso de los Diputados y uno de los 'padres' de la Constitución Gregorio
Peces-Barba. Por ejemplo, su compañera de partido, la diputada del PSC
Meritxell Batet, no estuvo totalmente de acuerdo en los planteamientos del
catedrático sobre que el federalismo sea actualmente imposible en España, o que
alguien pretenda -como pretenden algunos nacionalistas vascos- plantear en
España el mismo caso separatista que en los Balcanes -"sería imposible que
la UE lo aceptase"-, pero sí hubo acuerdo en otras cuestiones, como la
reforma del Consejo General del Poder Judicial, o la posibilidad de listas
abiertas, o una reforma del sistema D'Hont para corregir algunas
desproporcionalidades.
En resumen: se necesitan reformas, y en Cádiz se han puesto
sobre la mesa todos aquellos grandes temas que van a orientar las discusiones
en esta legislatura que ya comienza. Como todos coincidieron en señalar: en
este VI Congreso Iberoamericano de Periodismo "ha renacido el espíritu
doceañista de Cádiz". Como dijo en su colofón Ángel Juanes: "Los
sistemas los hacemos buenos los hombres y la cultura democrática".
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