Por
Pascual Hernández del Moral.
viernes 20 de marzo de 2015, 18:18h
Deseo que el viaje a tu tierra haya sido feliz,
y estés muy contento por haber visitado a tu Cuba natal, y a los familiares que
allí se quedaron. Ya me contarás si se nota o no la previsible apertura del
régimen al diablo estadounidense, por lo que pudiera "contaminar" al noble
pueblo cubano. Alguna foto he visto en los periódicos de una moza jacarandosa,
con un pantalón vaquero que tenía la bandera del diablo americano en salva sea
la parte...
Por fin, querido Venancio, ya se acaba la primera
de las convocatorias a las urnas; esta primera es, como sabes, para elegir a
los mandamases de toda Andalucía, mal que le pese a los de Almería, que están
pidiendo la independencia de Andalucía. Bien pensado, ¿por qué ellos no pueden
ser autónomos, con su parlamento, sus delegados locales (porque provinciales no
pueden ser), su estatuto de autonomía, su tribunal superior de justicia, su
defensor del pueblo, su... como el resto? ¡Al fin y al cabo qué importa una más!
Recuerda, amigo Venancio, que una cadena de tiendas tenía como lema "La
república independiente de mi casa"; pues los almerienses se lo han tomado en
serio, y ahí los tienes, pidiendo su independencia, como una Cataluña
cualquiera. Si Asturias o Cantabria, un suponer, son independientes, ¿por qué
no Almería, o, aunque sea más pequeño, Villapene, de la provincia de Lugo, o Venta
de Pantalones, de mi querido Jaén,? Están en su derecho, si piden la
independencia, visto lo visto. Y, además, tendríamos más elecciones que añadir a la ristra de las que se
producirán este año. Y una campaña política más, y más debates en la
televisión, y mítines por los pueblos, y titulares a los medios de
comunicación, impresos y electrónicos, añadidos a los que ahora tienen. Vamos,
la fiesta aumentada. Las campañas políticas son como los desfiles de las
majorettes, música, desfiles, chicas monas moviéndose al compás de las músicas
de marcha, y, una vez que pasan, nada. O como las animadoras de los equipos de
baloncesto americanos, que tú habrás visto muchas veces: nada serio.
Porque, vamos a ver, camarada Venancio: ¿Para
qué sirven las campañas políticas? Yo estoy convencido de que, aquí y ahora,
para nada, aparte de para gastar unos dineros que muchos partidos no tienen,
pero que, a través de donaciones y esas cosas, esperan recaudar, y que invitan a meter la mano en el cajón. En
algunos casos (véase lo que le ha pasado a un partido novel en Dos Hermanas)
esperaban un notable éxito de público y de aportaciones económicas, y en ambos
conceptos se han caído con todo el equipo.
Los que ya vivíamos en la transición, veíamos y
vivíamos con ilusión la apertura de las campañas políticas, con la pega de
carteles, las caravanas de los candidatos ("Habla, pueblo, habla" que nos
cantaban), asistíamos a los mítines que organizaban unos y otros, ilusionados y
con la intención de contrastar ideas, programas (aunque estuvieran hechos para
que no ser cumplidos, como dijo el viejo profesor), vivir el ambientillo que
rodeaba a los políticos, en fin, colega Venancio, toda la emoción que nos
provocaba la abertura de nuevas expectativas sociales, económicas y políticas.
Hoy, querido Venancio, ya no se pegan carteles
(alguno he visto en mi pueblo, pero nada del otro mundo) y hay alguna pancarta
de lado a lado de la calle; a los mítines sólo van los convencidos, los de la
propia secta. Nadie espera nada de los discursos de los candidatos a
mandamases: dicen generalidades de las que estamos hartos todos, nada nuevo que
ilusione a los votantes. Ni siquiera los partidos que se estrenan dicen nada
que no hayan dicho antes. Por eso, a los mítines sólo van los convencidos, los
que ya tienen el voto decidido. Y van a oír no decir nada a su candidato, pero
con el deseo de sentirse uno de los suyos, que no sé si me entiendes, colega
Venancio: igual que en las iglesias (de cualquier confesión) los feligreses
cantan los himnos o rezan a coro en voz alta, los asistentes a los actos
públicos de los partidos van a recibir mensajes, que no tienen "función
representativa", sino "función fática", que decimos en Lingüística: no interesa
lo que dicen, pero interesa ser uno de ellos.
Como verás, Venancio amigo, el entusiasmo
juvenil de la transición democrática se ha ido enfriando, y hoy soy un
auténtico escéptico de los políticos y sus campañas; porque considere que no
hacen falta, porque no saben reinventarse en cada elección, y se repiten hasta
el aburrimiento, incluso los que nunca han competido.
¿Desafección? Pues mira, amigo Venancio, sí. Y
las andaluzas son las primeras; ya veremos qué decimos cuando nos pasemos un
mes sí y otro también, oyendo vaciedades (por no decir gilip...) a los
candidatos en cada campaña.
Yo ya me he confesado, para que Dios me coja
así, hasta fin de año.