De cuando una imagen vale más que mil palabras
Por
Ismael Álvarez de Toledo
lunes 26 de enero de 2015, 15:15h
Afrontamos una nueva semana,
informativamente hablando, donde la imagen de los máximos responsables
políticos de nuestro país, marca un antes y un después en los conflictos internos
de los dos grandes partidos que gobiernan España, ya sea en comunidades
autónomas o a nivel nacional, respecto de las relaciones con sus
correligionarios.
Despedía la pasada semana
vaticinando la guerra interna que libra el Partido Socialista Obrero Español, y
dos días más tarde, las noticias me daban la razón, en cuanto a las trabas que
le están poniendo a Pedro Sánchez para que ejerza como líder discutible, para
algunos, indiscutible para la mayoría, al frente del PSOE. La difícil tarea que
le espera al Secretario General de los socialistas no tiene tanto que ver con
la responsabilidad de llevar a buen puerto a los militantes de su partido, como
con librar la cruenta guerra interna entre renovadores y corruptos. Puede
parecer fuerte la afirmación, pero en periodismo, como en casi todas las cosas,
la realidad es más tajante que la especulación.
La lucha interna que se
libra en el PSOE tiene dos bandos, el de los jóvenes que miran hacia el futuro
con la ilusión que conceden los ideales renovadores y utópicos para mejorar el
mundo, y con ello la vida de las personas, y el bando de los dirigentes
atrapados por el sistema de castas, corruptos hasta la médula, vendidos al
poder de las grandes multinacionales, y que ven en la renovación una guillotina
que cortará de raíz su modus vivendi sin dar palo al agua. Un sistema
mantenido y amparado por los dos grandes partidos para no hacerse la guerra
entre ellos y poder vivir del cuento.
La otra imagen de la semana
nos llega desde la Convención Nacional del Partido Popular, donde la figura del
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha pasado inadvertida ante la
arrolladora presencia del presidente nacional del PP, José María Aznar. Una
demostración de fuerza, sin precedentes, en un partido que pierde
simpatizantes, a millares, y donde los militantes piden la vuelta a las
políticas que han hecho grande a este partido y que ahora vive sus horas mas
bajas, por los numerosos casos de corrupción y la nefasta gestión de personajes
como Cospedal y Floriano, que junto a Rajoy, pasan por ser los más criticados y
despreciados, dentro y fuera de las filas populares.
La intervención de Aznar en
la Convención del PP, ha servido para llamar la atención a los dirigentes
actuales, y meter el dedo en la llaga del verdadero problema que están
sufriendo los simpatizantes del Partido Popular. Una pérdida total de identidad
de los valores que siempre ha defendido y postulado la derecha, y la falta de
autocrítica antes los numeroso casos de corrupción y prepotencia interna, con
que actúan sus dirigentes. Aznar, muy en su línea, ha demostrado, una vez más,
que es capaz de conectar con los afiliados y simpatizantes de un partido que se
ha desvinculado, completamente, de los ideales e intereses de casi la mitad de
la población española.
El Partido Popular no pierde
votos por el avance de Podemos, ni siquiera por los infinitos casos de
corrupción que le señalen, unos conocidos y otros menos. El Partido Popular
pierde votos por la desidia de Rajoy, por la camarilla de satélites que orbitan
en torno a un líder de barro y, sobretodo, por el desastre de gestión que ha
acabado con las personas para mantener bancos y empresas.
Si algo no es hoy en día el
partido de Rajoy, es popular. Las cotas de impopularidad han crecido tanto, que
el partido se desangra en intención de voto y en imagen. Nunca unos pocos han
hecho daño a tantos. El gobierno de Rajoy, ha traicionado a las víctimas del
terrorismo, a la memoria de los suyos, a las familias y a la decencia política.
Ha sacado los trapos sucios a la calle, y con ello, puesto en evidencia un
sistema que siempre se había presumido en manos de la izquierda.
Las imágenes que estos días
ofrecen los líderes políticos, valen más que mil palabras. Uno; Pedro Sánchez,
porque no termina de aterrizar, ni le dejan, y otro; Mariano Rajoy, porque vive
frente a un espejo de autocomplacencia que no le permite ver lo que hay más
allá, y culpa de falta de optimismo a los que no contemplan más que la realidad
cotidiana que viven la mayoría de españoles, mientras nosotros, los sufridos
ciudadanos, esperamos ansiosos una imagen de esperanza, en un mundo sin ella.
Ismael Álvarez de Toledo
periodista y escritor
http://www.ismaelalvarezdetoledo.com