Por
Pascual Hernández del Moral.
miércoles 22 de enero de 2014, 23:58h
Tú, querido amigo,
has cantado a los cambios que producen los tiempos en las costumbres y en las
cosas, y, en efecto, hay muchas cosas a las que el tiempo les cambia la faz,
las muda, las transforma. Pero la corrupción, amigo Venancio, no ha cambiado
desde que el hombre es hombre. En todas las épocas, la podredumbre moral de los
gobernantes, incluso de las personas más celebradas, ha sido una constante;
ciertamente, en unas épocas más que en
otras, pero SIEMPRE HA SIDO ASÍ. Corruptos han sido personajes tan destacados
como Demóstenes o Pericles, como Catón o Cicerón en la antigüedad clásica; o como
Dante, que a pesar de que situó a los corruptos en su infierno, recibió dinero
a cambio de ciertas elecciones y fue obligado a exiliarse; y no digamos nada de
nuestros siglos de oro, con una sociedad pícara y truhan, y en la edad
moderna... Para no alargarme, compañero Venancio, ha sido siempre así, y hoy lo
sigue siendo, por no contrariar "su naturaleza". Pocos gobernantes pueden decir
lo que dijo Sancho cuando abandonó el gobierno de la Ínsula Barataria: "Yéndome
desnudo, como me estoy yendo, está claro que he gobernado como un ángel".
¿Cuántos gobernantes pueden decir hoy lo mismo que Sancho?
José Manuel Castelao,
con el que compartí algunas responsabilidades en América allá por los años 90
en el Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior, (antes "de la Emigración"),
se pasó un mucho al comparar las leyes con las mujeres. Pero es habitual que
muchos responsables políticos piensen en su fuero interno que las leyes están
hechas para ser violadas, y que QUIEN NO
ABUSA DEL PODER, NO SE MERECE TENERLO, como dice Isabel Allende. Si,
además, la justicia es inoperante, está politizada, es tardía e ineficaz, reina
la impunidad, y los corruptos florecen como las margaritas en primavera. Y
téngase en cuenta que la enfermedad es terrible, y si la sociedad no acaba con
ella, ella acabará con todos nosotros. Y en esas estamos, camarada Venancio.
Decía hace poco que
los partidos pequeños debían tocar poder antes de hacer protestas de
honestidad. Y mira por donde, compañero Venancio, a Jordi Cañas, portavoz de
Ciudadanos, le están pidiendo que se vaya por unos descuidos de algunos cientos
de miles que se distrajeron ¡hace ocho años!, aunque aún no ha tocado "pelo". A
los díscolos del PSC los relevan de sus cargos dentro de las distintas
comisiones del parlamento catalán (que, dicho sea de paso, sólo sirven para
cobrar unos complementillos y colocar a algunos amiguetes, como los proxenetae de la antigua Roma). Pero el
escaño no lo dejan, porque fuera de la política se come muy mal y hace mucho
frío. Y no son sólo, decía, los políticos: ahora estamos delante de algunos
contratos turbios del seños Rosell y Neymar, sí hombre, los del Barcelona; ayer
pedía al juez que lo imputara; hoy reclama que se inhiba el juez Ruz de la
Audiencia y manden el caso a Cataluña: por algo será. Y la Junta de Andalucía
con sus inacabables ERE´s, y la Generalidad valenciana cargando a las cuentas
de la entidad la cesta de la compra de algun personaje, y, vuelta la burra al
trigo, con Bárcenas y el PP, y las
acciones que dicen que compraron a Libertad Digital... Cada día un "afán" nuevo.
Aunque el premio
gordo, por el ruido que están haciendo algunos medios, se lo lleva la UGT. Meses
me pasé en 2012 cerrando mis escritos con la petición de que Cándido Méndez y
Tojo hicieran públicas sus cuentas y sus sueldos; claro, no conseguí nada. Pero
ya parece que CCOO ha hecho público un balance (a saber cuánto habrá de
ingeniería en él) en el que declara más de un millón de euros DE BENEFICIO, ¡un
sindicato! De UGT, nada de nada, pero hemos sabido que ha comprado un almacén
donde guardar sus dineros, sus "regalos", sus joyas, sus cosas; como hizo Ali
Babá, el jefe de los cuarenta ladrones, en su cueva. Parece que se empieza a
tirar de la manta.
La corrupción existe
en todos los ámbitos, en la política, en lo público y en lo privado, y no hay
poca. No nos quejemos, porque nosotros la mantenemos. A nuestra "clase
política", en líneas generales, se le podía aplicar lo que dice mi admirado
Quevedo: "EL CADÁVER NO SE QUEJA DE LOS
GUSANOS QUE LE COMEN, PORQUE ÉL LOS CRÍA; CADA UNO MIRE QUE NO SE CORROMPA PORQUE SERÁ PADRE DE SUS GUSANOS".
Siempre ha sido así,
y así seguirá siendo, si no lo remediamos.