El mes de mayo en Buenos AIres

Es en este mes cuando doña Macrigaita comienza a sentir que los huesos le anuncian la proximidad de los primeros fríos. Es la podrida humedad porteña que le afecta sobre todo la espalda en la base de la columna vertebral. Le dan ganas de borrarse para Córdoba para secarse un poco en casa de su única hermana. No lo hace porque no puede. Antes llegaba bien a fin de mes pero ahora anda siempre escasa de guita. Puede ir sin plata pero no corresponde ya que no podría invitar a la familia a comer un domingo en Carlos Paz. Le está dando vueltas al tema. Hay algo que no cierra. Siendo sus elegidos en las urnas “el mejor equipo” tendrán que explicarle la razón de llevar tres años sin poder acercarse a su pizzería preferida, “El Cuartito”, con sus amigas de la juventud.

Está haciendo memoria del refrán que los padres gallegos evocaban en este mes. Era más o menos así: auga en maio, pan para todo o ano. Es evidente que se refiere a los labores agrícolas y a la necesidad de que llueva en el momento apropiado para obtener una buena cosecha. Le sorprendía mucho que se acordasen, con todo detalle, de su vida en la aldea gallega a pesar de que llegaron al puerto de Buenos Aires con poco más de 20 años. Ahora lo entiende. A ella le sucede lo mismo. Cada día que pasa tiene más claro las vivencias de la infancia y adolescencia. Supone es porque después vinieron las responsabilidades y al final, casi sin darte cuenta, llegaste a la vejez. Menos mal que se consuela mateando con la curativa yerba “Abuelita” que le está haciendo ahorrar unos buenos mangos que antes gastaba en medicamentos.

Aunque sigue pagando la cuota del Centro Gallego no volvió más por la esquina de Belgrano y Pasco. Que haya votado a Macri no la hace ciega y sorda a las matufias del interventor Moyanito Embarrado. El que vino para arreglar resulta que echó empleados y cerró servicios de atención médica y aumentó la deuda a cifras desorbitadas. Es horrible lo que está pasando. Hubo dos intentos de suicidio de dos empleadas veteranas que están desesperadas. Hay que ser muy mala gente para apoyar a un interventor que está vaciando el edificio para negocio inmobiliario a cambio de una gran coima por parte de empresarios oscuros. Dicen los que saben que el problema es la inflación. Doña Macrigaita les contesta que el dólar no es el culpable de que los laburantes cobren mil pesos semanales y los ñoquis anden entre los treinta y cuarenta mil mensuales.

Una amiga de doña Macrigaita la llamó para preguntarle si había leído el reciente libro de Cristina titulado “Sinceramente”. Le extrañó la pregunta porque su amiga está a muerte con Macri y Vidal. Estuvieron charlando un rato. La amiga comentó que la edición está teniendo un enorme éxito y que se vendieron más de 60 mil ejemplares. Es una locura a la que Macri debe responder con otro libro. La amiga opina que estuvo mal el ordenar al siervo Bonadio que intervenga para embargar los beneficios de la edición. Afirma que a Cristina se la vence con aquello de “ojo por ojo”. Entonces lo mejor es que nuestro querido presidente publique, a la brevedad posible, un libro con un gran globo amarillo en la portada que incluya dos palabras: Simplemente, Mauricio. Así puede frenar a Cristina. Además, para evitar críticas, deberá de indicar en la contraportada que las ganancias irán en su totalidad para el comedor de Margarita de Añatuya. Creo, sinceramente, que la ex presidenta está temblando. Es lógico que suceda ya que el manejo del lenguaje en Macri es de terror.

Manuel Suárez Suárez