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Los riesgos de arreglar con los buitres a toda costa

Los riesgos de arreglar con los buitres a toda costa

jueves 04 de febrero de 2016, 09:53h
El gobierno de Macri está intentando de cualquier manera "arreglar" con los fondos buitre. Primero que nada hay que recordar lo absolutamente desproporcionado e irracional del reclamo de los buitres. El default de 2001, al que nos llevaron las políticas de sobreendeudamiento y la bicicleta financiera de los años 90, fue el más grande de la historia. Alcanzó los 81.836 millones de dólares en títulos de toda especie. Luego de arduas negociaciones, el 93% de los bonistas aceptó la reestructuración que propusieron Néstor y Cristina, con una quita cercana al 65%.
Mientras tanto, los fondos buitre compraban bonos por centavos para ir a juicio contra Argentina. Ese es su modus operandi en todo el planeta, así actúan contra estados y contra empresas. Paul Singer y sus socios llevaron al juzgado de Griesa USD 428 millones en títulos (menos del 0,5% del total del default) por los que pagaron aproximadamente 100 millones de dólares. Consiguieron que el juez con su sentencia escandalosa les reconociera un cobro de 1.600 millones (ésta es la ganancia sideral del 1.600%) y, al mismo tiempo, para extorsionar al país, bloqueara el cobro regular del 93% de los bonistas que sí aceptó el canje y que venía cobrando con total normalidad.

A este chantaje y este desquicio financiero y judicial se opusieron los 136 países que apoyaron a Argentina en las Naciones Unidas cuando votaron por una inmensa mayoría los principios antibuitre para la reestructuración de deuda soberana.

Cuando "negocié" cara a cara con los fondos buitre en las oficinas del mediador Pollack en Nueva York, ellos hicieron una oferta: un 15% de descuento. Luego, a través de mensajeros, estiraron el descuento hasta el 30%. El pago debía ser en bonos, no en efectivo. A primera vista, parece una oferta generosa: 30% o 40% de descuento y a crédito. Pero el descuento no se iba a aplicar sobre los 100 millones que pagaron para comprar los bonos o sobre los 428 millones de valor nominal de los bonos. ¡El descuento era sobre los escandalosos 1.600 millones que reclamaban! Esto significa que su ganancia del 1.600% se "reduciría" sólo a …¡1.120%! Una verdadera estafa al país y al 93% de los acreedores de buena fe que acordaron con la Argentina.

Para evaluar cualquier acuerdo, hay que tener en cuenta dos factores. Primero, que tal como sostenía la Argentina, a los USD 1.600 millones originales YA se sumaron bonistas (los " mee toos") por USD 6.500 millones más. Se calcula que esta cifra puede aumentar hasta USD 15.000 o USD 20.000 millones.
Pero también hay que considerar que al 93% que acordó se le pagó muchísimo menos que lo que piden los buitres. No sería descabellado esperar que algún otro juez, aplicando incluso un mejor criterio que Griesa, decida obligar a Argentina a reconocerle al 93% que sí aceptó el canje un trato equivalente al que se le piensa dar a los buitres, llevando nuevamente a la deuda externa a un monto impagable, como en 2001.

Fue para evitar este verdadero desastre que el gobierno de Cristina ofreció pagar un monto equivalente a lo que se había arreglado con el 93% que aceptó la reestructuración. Ese monto, actualizado con los intereses correspondientes al tiempo transcurrido, arroja una ganancia considerable para los buitres, aunque, claro está, muchísimo menor que su escandaloso reclamo. Pagarles más no sólo es inequitativo para el 93% que aceptó el canje sino que es muy riesgoso. Pagar a los buitres más que al resto va contra la ley argentina, contra los principios votados por 136 países en la ONU y contra buena parte de la legislación europea.

Si Argentina le paga a los buitres lo que piden, incluso con algún descuento, no se "saca un problema de encima" sino que el problema se multiplicaría y las consecuencias se pagarían después durante décadas.

Ocurre lo mismo que con los gobiernos que buscan a toda costa el endeudamiento externo: algunos pretenden plantearlo como una solución para el país pero, como demostró la crisis de 2001, no es más que un camino directo y sin retorno hacia el abismo.

Ex ministro de economía del gobierno de Cristina Fernández
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