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La singladura de las golondrinas

La singladura de las golondrinas

Por Manuel Suárez Suárez
lunes 15 de enero de 2018, 10:48h

Que la mayoría de la colectividad gallega en la Argentina apoye al presidente Macri no debe hacernos olvidar a los que mantuvieron su dignidad. Quiero decir que no es de gallegos o descendientes honrados la sumisión a una secta de nigromantes que reparten globos amarillos. Antes de las elecciones llenaban las redes sociales con ataques constantes al gobierno de Cristina Fernández. Las expresiones de estos hinchas no eran originales. Repetían las insensateces que salían de los coimeros de la mafia mediática mercenaria. Su escaso razonamiento iba en la línea de criticar lo que llamaban “política”. Su candidato era un contrabandista. Claro que estos infelices emigrantes veían en él a un mago de las pócimas más baratas y efectivas. Aquel chamuyador dice exactamente lo que quieren oír. Estupendo. Ahora los dólares del grasa peronista de la esquina van a ser míos. Alegría. Voy a poder ver televisión sin me rompan con cortes para informar de la inauguración de un nuevo hospital o universidad.

Estos votantes son los responsables de que el hospital del Centro Gallego de Buenos Aires esté ahora mismo enganchado por media docena de buitres financieros asociados al carancho local don Mauricio. Estos votantes no se movieron para buscar una solución. No le presentaron ninguna propuesta a su maravilloso gobierno. No quisieron molestar la ministro de Salud. Estos votantes son los culpables de que vengan del exterior a robar el patrimonio sudado en más de un siglo de esfuerzos. Son indignos. Nuestra noble sangre en la diáspora no incluye a los que autorizan la estafa en beneficio privado. El gobierno de Macri no quiso hacer una condonación de deudas. Nuestros ingratos descendientes no usan el cerebro para pedir que el hospital sea nacionalizado. El gobierno se negaría y entonces lo que corresponde es un acuerdo en asamblea social de donación del hospital para servicio de la ciudadanía argentina.

Ahora tenemos la esquina de Belgrano y Pasco embarrada en una oscura matufia. Nuestros insolidarios descendientes mantuvieron una actitud pasiva ---salvo unos pocos luchadores que se pegaron contra un muro parcial judicial macrista--- y colaborativa con el interventor. Las órdenes recibidas tienen como objetivo el hacer negocio con la propiedad inmobiliaria. El encargo del interventor no es sobre la continuidad de la mutualista de asistencia médico-hospitalaria. ¿A quién le importa los empleados y los socios? Vemos que se va a buscar un acuerdo con Ribera Salud, empresa denunciada judicialmente en Valencia (Modela Alzira). Vemos que el 50% de esta empresa es propiedad de Centene Corporation de St. Louis-Missouri. Los accionistas mayoritarios de Centene son: Vanguard Group; BlackRock; Price (T.Rowe) Associates; State Street Corporation y Ameriprise Financial. Habría que pararse un poco a pensar aunque los macrigaitas son más de gritar. Si decimos que BlackRock posee más de 5 billones de dólares en activos financieros y que es el primer accionista en el Santander y en el BBVA y el tercero en el Sabadell (propietario, por cierto, del otro 50% de Ribera Salud a través de Aurica XXI-BS Capital) habrá que sospechar sobre la existencia de un enorme yacimiento de petróleo en el subsuelo del Centro Gallego.

La pregunta que se deberían de hacer los socios y empleados es si estos muy poderosos fondos de inversión están preocupados por la atención médica en una sociedad mutualista de la capital argentina. No se dónde está el beneficio de pagarle cada mes el salario a mil empleados. Hai que ser muy boludo para creer el cuento de que Centene Corporation va a invertir en un país que ya fue vaciado por Macri y sus cómplices del equipo de gobierno. Las cuentas no salen. Nadie me va a convencer de que tuvo lugar un acontecimiento milagroso y que ahora los buitres oscuros del norte son, en el sur, dulces palomas o hermosas golondrinas. La pócima narcotizante de don Mauricio envenenó a muchos de nuestros descendientes. Aceptaron fuertes dosis de egoísmo para fortalecer su resentimiento en contra de los más desfavorecidos. Los otrora solidarios emigrantes perdieron su identidad. No aceptan que fueron manipulados y no quieren pedir perdón. La salida de la secta macrista no es sencilla. Hay que ser valiente y reconocer que deben abandonar, cuanto antes mejor, el consumo de envidia y rencor. No parece buena cosa tener que leer The Wall Street Journal para saber si en el hospital del Centro Gallego aún mantienen abiertas las consultas de cardiología, endocrinología y traumatología. Yo confío en la singladura de las golondrinas viajeras ya que eligen siempre la ruta más adecuada. Los buitres financieros casi no vuelan y solo se mueven cuando huelen un cadáver. Puedo asegurar que volverán de Buenos Aires sin nada en el pico ya que allí no hay ninguna carroña. Se que la fuerza espiritual de los antepasados no dejará que se extinga aquel fogón de hermandad.

Manuel Suárez Suárez

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