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Nuestro fogón espiritual en Buenos Aires

Nuestro fogón espiritual en Buenos Aires

Por Manuel Suárez Suárez
martes 26 de diciembre de 2017, 11:57h

Me llama la atención por lo poquito que conozco de nuestra larga historia emigrante en el Río de la Plata que nadie en el Parlamento de Galicia presentase una pregunta o propuesta sobre la ofensa recibida por parte del gobierno argentino que acaba de entregar a seis fondos buitre el hospital del Centro Gallego de Buenos Aires. Estes oscuros especuladores tienen nombre: Vanguard Group, Blackrock, T. Rowe Price Group, State Street Corporation, Ameriprise Financial y Aurica XXI. Podría extenderme en explicaciones pero alcanza con decir que los buitres son propietarios de la denunciada empresa de servicios hospitalarios “Ribera Salud” que tiene el triste privilegio de ser la primera en implantar un modelo fallido en el hospital de la Ribera en Alzira (Valencia). Esta empresa es la que llevará la gestión del hospital. Me parece y no quiero pensar mal que su interés no está en cuidar de la salud de los asociados.

Es curioso que no se hable del tema. Hace solo un par de años la mafia mediática que nos desinforma ponía por las nubes al actual presidente Macri contando lo maravilloso que era aquel gran empresario que venía a unir en hermandad a todos los argentinos. El elegido presidente era un contrabandista de piezas de automoción con más de 200 causas judiciales abiertas en su contra. No hay que ser muy espabilado para concluír que se comprometía el futuro del Centro Gallego ya que Macri es enemigo de la sanidad mutualista y también de la pública. El gobierno pudo condonar las deudas del hospital como hizo con otra entidad, llamada OSDE. Otra posibilidad era la nacionalización. A mi entender sería lo más justo ya que el esfuerzo emigrante se hizo para dejar una herencia a los descendientes. Si la alegre administración macrista optó por la privatización, es de suponer que hay por medio una buena coima in black. Los que saben dicen que “Ribera Salud” hace de cortina para una acción especulativa de carácter inmobiliario.

Quiero hablar del patrimonio cultural que posee el Centro Gallego ya que volvemos a escuchar voces que repiten el viejo asunto del traslado de obras de arte a Galicia. Hai que ser serios y dejarse de chamuyadas. El último gran desastre fue el traslado de los restos de Castelao. Somos unos fracasados que no pudimos hacer realidad un Espacio Emigrante (Museo da Emigración Galega) y ahora vamos a “desvestir un santo” en la esquina porteña de Belgrano y Pasco para repartir devociones por toda Galicia. ¿Qué estoy diciendo? Antes de dar mi opinión es recomendable que los interesados en la defensa del patrimonio en el exterior se acerquen a las muy documentadas 506 páginas del doctor Padorno Caldeiro (el padre era del municipio de O Corgo y la madre de Castroverde) en su libro Historia del Centro Gallego de Buenos Aires. Después de leer el capítulo “Pinacoteca del Centro Gallego” sabrán que el óleo O cego de Castelao mide 142 X 102 y que el dibujo a lápiz A familia do cego mide 77 X 73. Si echan en falta A derradeira leición do mestre sepan que está en el Centro Galicia.

Si queremos mantener abierta la valiosa pinacoteca para incentivo de los sentimientos de identidad de nuestros descendientes tenemos que convertir el actual Instituto Argentino de Cultura Gallega en una fundación. Se trata de separar la sección cultural de la sección médico- asistencial-hospitalaria. Creo puede ser el momento. Mi propuesta es que la Xunta de Galicia y las cuatro diputaciones provinciales destinen un apartida presupuestaria anual para la conservación de los fondos artísticos y documentales que son propiedad del Centro Gallego de Buenos Aires. La fundación es muy fácil de constituir sobre la base del actual patrimonio. Se debe de incluír también al Panteón Social en el cementerio de la Chacarita. Las obras de arte no pueden ser trasladadas. La fundación tendrá que comprometerse a la organización de visitas guiadas para los visitantes que deseen conocer las obras de algunos de nuestros más importantes creadores plásticos. No creo que sea buena cosa el llevar un cuadro de Colmeiro a Silleda, uno de Laxeiro a Lalín, uno de Maside a Pontecesures y la Procesión da Virxe da Franqueira de Álvarez de Sotomayor a Ferrol.

Las obras de arte de autor gallego que están en Buenos Aires son nuestras. La escultura de Asorey que está en la Casa de Galicia, en Montevideo, también es nuestra. No dejan de ser gallegas por su distanciamiento de Santiago de Compostela. No pierden su denominación de origen y no caduca su principio activo de incentivación del sentimiento identitario. Somos afortunados. Tenemos miles de descendientes que no olvidan donde están sus raíces. Quizás tengamos mucho que barrer antes de tener limpio un espacio solidario en el que los integrantes de la diáspora puedan pulsar en una pantalla táctil para buscar la aldea de los abuelos. Los gallegos estamos inhabilitados para hablar de traslado de patrimonio a Galicia. Perdimos nuestra autoridad moral al callar delante de los buitres financieros internacionales que están picoteando en la salud de los emigrantes en la capital argentina. Tengo la certeza de que nuestro fogón espiritual en la orilla del Plata no se apagará ya que siempre habrá quien lea a Rosalía de Castro y quien se emocione oyendo la campana de la iglesia parroquial. Aún estamos en deuda con los emigrantes. Una manera de comenzar con la amortización de la adeudado es el establecimiento de una sólida aleación que nos permita mantener en óptimas condiciones nuestra rica huella cultural en el exterior.

- Manuel Suárez Suárez -

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