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Barrick, una impresentable, que le pegó otro cachetazo a la industria minera argentina

Barrick, una impresentable, que le pegó otro cachetazo a la industria minera argentina

Por Claudio Gutiérrez
viernes 31 de marzo de 2017, 22:41h

A esta altura no existen calificativos para determinar cuál le queda mejor a Barrick Gold en la República Argentina.

Son unos “truchos”, (impostores) desde cualquier lugar que se los quiere apreciar.

Con este tipo de actitud, desaprensiva y marginal, esta empresa minera es el ejemplo que la desconfianza social hacia la minería necesitaba para decir “se los dijimos”.

Hace unos días, antes del cuarto episodio ambiental en menos de 16 meses, el gerente de turno de esta empresa, Jorge Palmes, se jactaba que esta minera había tenido problemas para comunicar, y que ese era el verdadero dilema del “derrame” que se efectuó en septiembre de 2015, cuando sucedió el primero de los cuatro episodios.

Este impresentable, con arrogancia, no hizo más que subirse a su ego para intentar dar una clase de la irresponsabilidad e irreverencia que se posee para denostar la inteligencia del hombre común. De eso se trata.

A todos los directivos de esta empresa sólo les interesa quedar bien con sus jefes y por un puñado de dólares; complacerlos con palabras mientras no hacen nada, absolutamente nada, para recomponer la grieta que Barrick alimenta entre la minería Argentina y la sociedad.

Este cuarto derrame es la soberbia personificada sustentada en la inutilidad de pensarse que son los mejores, mientras todos saben que son los peores.

Este cuarto derrame pone al descubierto que algo funciona mal, mientras desde Barrick piensan lo contrario y encima, como Palmés, vociferan que está todo bien, o como dijo Jaime Bergé, presidente de la Cámara Minera de San Juan en el primer derrame de 2015 “es sólo agüita cianurada”. Minimizando el desastre cuando todos sabemos que está mal, muy mal.

No hay que ser cómplice de este tipo de desidia e incompetencia, ya que de seguir haciendo silencio se roza la corrupción.

Barrick está haciendo las cosas incorrectamente. Desde hace muchos años que hace todo insuficientemente y lo comunica peor. Lo hace en el mundo, donde pasa con sus explotaciones y siempre, en la mayoría de los casos, su presencia se familiariza con el caos social.

En Argentina se debe decir basta a tener que soportar la arrogancia sórdida de los bien pago que desean dar cátedra de comunicación cuando son dueños de una miopía social y de un corto vuelo intelectual. Se expresan rodeados de ineptos intrascendentes y aduladores especialistas en sacar brillo a su alopecia. O simplemente no hacer nada.

Basta de que todo se tape con dinero y multas.

Basta de no decir nada! desde quienes están en el sector minero y no perciben que su actitud los mancha por el sólo hecho de limitarse a ser “políticamente correctos”. Hay que sacar-limpiar-corregir, la manzana podrida para que no afecte al resto.

Basta del silencio cómplice que expone a quienes defienden la actividad minera y la hacen desde el esfuerzo, el compromiso y la legitimidad.

Basta de la política que no dé respuestas, y que se esconde detrás del silencio que, a esta altura, es sospechado de cómplice.

Basta de buscar explicaciones certeras donde no existen intenciones de hacer las cosas bien.

Barrick necesita un castigo ejemplar. No son los dueños de San Juan ni de la Argentina.

Barrick debe dejar de menoscabar a quienes hacen las cosas bien y se terminan comiendo el sapo por las reiteradas ofensas sociales, contaminaciones y agresiones que reciben, tanto los mineros y el pueblo argentino. Es una empresa impresentable, que demostró su desinterés de ser empática, trasparente y previsible.

El sector minero debe ser claro y trasparente. La sociedad argentina exige una respuesta saludable.

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