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“El doctor me hizo perder a mi bebé”: historia detrás de las paredes del Hospital de Calabozo
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“El doctor me hizo perder a mi bebé”: historia detrás de las paredes del Hospital de Calabozo

martes 27 de septiembre de 2016, 17:23h
Dubelys de Montilla se encontró con un charco de sangre cuando entró en la habitación donde estaba internada su hija de 15 años, Dailin Montilla. La operación había salido bien y solo esperaban que finalizara la recuperación para que dieran de alta a la adolescente del Hospital Dr. Rafael Urdaneta, en Calabozo.
Pero por cosas de la vida – como lamenta Dailin – Dubelys tenía enfrente aquel líquido que simbolizaba la pérdida de quien pudo ser su tercer nieto. Delante también estaba el doctor que ambas acusan como responsable.

— Le estaba haciendo un tacto vaginal — explicó el médico.

¿Para qué si no era necesario? Ella no estaba sangrando ni nada — contestó Dubelys.

Entonces la madre enfurecida intentó agredir al doctor, cuyo nombre no puede recordar. Los médicos y los enfermeros tuvieron que retirar a la mujer de la habitación. Después volvió a entrar cuando él ya no estaba, limpió a su hija y pidió hablar con la persona que había hecho la operación.

Le mandaron a hacerle un ecosonograma. Cuando se lo entregaron, vio que ya no existía rastro de un posible nacimiento, como aparece en el estudio que le habían practicado anteriormente.

La pérdida del hijo de Dailin pasó en circunstancias que parecen surgidas de un relato de Franz Kafka o de Julio Cortázar, como la mayoría de las cosas que suceden en Calabozo.

Durante la segunda semana de agosto, Dailin sintió una débil puntada en el estómago que se volvió insoportable. Sufría de fiebre y de fuertes dolores de cabeza. El viernes 12 su mamá la llevó al Hospital Dr. Rafael Urdaneta.

Ese día le suministraron calmantes y pudo dormir tranquila. El sábado le practicaron un ecosonograma, en el que apareció que estaba embarazada. El mismo resultado obtuvieron los médicos con la prueba del HCG (Hormona del embarazo).

Pero los doctores advirtieron a Dailin y a Dubelys que el embarazo era ectópico, es decir, el bebé estaba alojado fuera del útero. La adolescente debía ser operada de emergencia.

En ese momento Dailin sufría de dolores tan intolerables que tambaleaba. Motivado a la escasez de medicamentos, en el centro hospitalario exigieron a los familiares de la joven que consiguieran los requeridos para realizar la intervención.

Dubelys pidió entonces a su esposo que los comprara. No obstante, cuando fue al quirófano, ya estaban ingresando a su hija.

— Doctora pero aún no he comprado las medicinas — le dijo la madre a la médico encargada de la operación.

— Estas corren por mi cuenta. Es un embarazo ectópico, así que es muy peligroso que le baje sangre. Ella no va a aguantar un derrame — contestó la doctora.

Tras la operación — refiere Dubelys — los médicos se dieron cuenta de que el problema no era un embarazo ectópico, sino una apendicitis y dos quistes en el óvulo izquierdo, los cuales fueron extirpados.

Dailin salió bien de la intervención.

Hasta el miércoles, día en que el doctor aplicó lo que ellas precisan como un tacto vaginal.

"El médico entró con el fin de hacerme un tacto porque yo estaba sangrando poquito. Luego de que lo hizo, me dijo que la matriz en la que se encontraba el bebé estaba abierta. Es decir, que él mismo me lo sacó en ese instante. Me sacó a mi bebé cuando me hizo el tacto", asegura Dailin.

Afirma además que el resto de los médicos le dijeron que su hijo estaba en perfectas condiciones.

"Debo esperar un año o dos para recuperarme y tener más fuerza (...) Estoy destrozada por la pérdida de mi bebé. Más adelante Dios me sabrá recompensar".

Dailin apenas tiene 15 años de edad y ya puede decir que perdió a un hijo, de lo que se aflige con precoz instinto maternal.

La adolescente se hizo dos ecosonogramas: en uno aparece que se encuentra embarazada y en otro, tras lo ocurrido con el doctor, que ya no lo está.

Todavía no se explican lo que pasó. Ni siquiera los médicos lo aclararon.

"Quería que justificaran lo que sucedió con mi hija. Yo misma estoy sorprendida, porque vi la historia. Para que usted vea. 'Los competentes", manifiesta Dubelys con ironía.

De acuerdo con el ginecólogo Rafael Reyes, es imposible que a una mujer puedan practicarle un aborto a través de un tacto. Por lo tanto, surgen las preguntas: ¿qué le hicieron realmente a Dailin en el hospital? ¿Los diagnósticos que le dieron fueron los correctos?

A pesar de que enaltecen la profesionalidad de los trabajadores del centro de salud, exceptuando al doctor que inculpan, Dubelys y Dailin reconocen que la higiene es deplorable. En las habitaciones se ven ratones, cucarachas y chiripas. Los cuartos de basura suelen estar hasta el tope y los pacientes deben llevar los medicamentos y el material necesario para ser atendidos.

La adolescente y su madre viven en Uverito, sector rural de Calabozo. Allí los días pasan lento ante el sol llanero que baña de un intenso color naranja las casas y la tierra. La crisis nacional aún no se ha robado los encuentros familiares: en el hogar de los Montilla suelen comer cachapas mientras gozan de las conversaciones rebosadas del talento para narrar del calaboceño. Pero la tristeza de haber perdido a alguien se ve en los ojos de todos.
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