El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) presenta la restauración de la obra 'Representación de los Sepulcros de la familia Ribera en la Cartuja de Sevilla', obra de Lucas de Valdés (Sevilla 1661-1724) y fechada en 1714, que se incorporará a la exposición 'El gran silencio' cuya inauguración tendrá lugar el próximo 8 de octubre. Se trata de la primera imagen conocida de la iglesia del Monasterio de la Cartuja.
Se da la circunstancia de que esta obra fue donada a Andalucía por la Casa de Alba en 1992, en un solemne acto de entrega realizado en la presidencia de la Junta de Andalucía sita en el palacio de Monsalves, acto en el que estuvieron presentes los entonces duques de Alba, Cayetana Fitz James Stuart y Jesús Aguirre.
Según se explica en un comunicado, 'Representación de los Sepulcros de los Ribera en la Cartuja de Sevilla' es una obra de Lucas Valdés, hijo de Juan de Valdés Leal, que se formó en el taller de su padre continuando algunas de sus obras en la ciudad, tales como la iglesia del Hospital de los Venerables o el Monasterio de San Clemente. La obra más conocida de Lucas Valdés es la decoración mural de la iglesia de la Magdalena.
El lienzo de los Ribera ha sido restaurado por el Servicio de Conservación del museo. El cuadro representa el lateral derecho del presbiterio de la iglesia principal del Monasterio de la Cartuja, por lo que, además de su gran valor artístico, destaca su valor documental ya que gracias a esta obra se conoce con precisión cuál era la disposición de este lateral del retablo mayor.
La pintura fue realizada el mismo año del cambio definitivo de ubicación de los sepulcros, que se encontraban anteriormente en el centro del presbiterio, hecho éste que suscitó un pleito entre el X Duque de Medinaceli, Nicolás Fernández de Córdoba Figueroa, mecenas de la Cartuja, y el prior cartujo, Juan de Allona, tras el cual finalmente los sepulcros fueron colocados en ese muro que recoge la pintura.
DESCRIPCIÓN DEL CUADRO
A la izquierda del cuadro se distingue parte del retablo mayor, en concreto la figura de San Juan, que se conserva hoy en el CAAC, y a continuación la silla prioral, obra de Agustín de Perea y Juan de Valencia, hoy en la Catedral de Cádiz, al igual que la sillería del coro de los Padres que se aprecia parcialmente en la parte derecha de la pintura.
Centradas en el lienzo aparecen las tumbas de los Ribera: en la parte inferior la de Per Afán de Ribera el Viejo y sus mujeres, María Rodríguez de Mariño y Aldonza de Ayala, obra realizada en 1529 por Antonio Maria Aprile da Carona, al igual que la de la parte superior, de Ruy López de Ribera e Inés de Sotomayor.
Conociendo este lado, se presupone que el muro contrario tendría una disposición similar, y en éste se encontrarían en el nivel inferior la de Per Afán de Ribera II y sus esposas, Teresa de Córdoba y María de Mendoza, y en el segundo nivel la de Diego Gómez de Ribera y Beatriz de Portocarrero, todas del mismo artista y que pueden verse actualmente en la sala capitular del antiguo monasterio.
Encima de las tumbas se situaba un gran reloj, aún existente, al igual que el tondo que estaría enfrentado a éste y que representa una alegoría de la Orden Cartuja. A ambos lados del reloj, Lucas Valdés representa dos lienzos con santos cartujos, cuyo paradero se desconoce, y sobre la cornisa se ven dos esculturas que se corresponden con las de los profetas Isaías y Elías atribuidas tradicionalmente a Duque Cornejo, y que se conservan también en el CAAC.
La decoración de la iglesia se completaba con pinturas murales con motivos de roleos y hojarasca barroca, jarrones y cabezas de querubines, pintura al temple de la que se conservan algunos restos in situ.
LA RESTAURACIÓN
El área de conservación del CAAC, una vez decidida la incorporación de la pieza a la exposición 'El gran silencio', llevó a cabo una intervención en la pintura, para lo que fue necesario realizar previamente un estudio y análisis de su estado de conservación.
El cuadro, de una dimensión media, 173,5 x 104 centímetros, está realizado al óleo sobre soporte de tela, y se encuentra reentelado o forrado tras una intervención posiblemente realizada en la segunda mitad del XIX, una práctica habitual en ese momento en la conservación de estos soportes, pero que provocó algunos daños en superficie y en las capas de policromía.
El criterio adoptado por el CAAC trata de atender cuestiones de conservación preventiva y estabilidad, por lo que se descartó la eliminación de dicha tela nueva con la que se forró en el XIX para evitar otros problemas de estabilidad. Se ha tratado el marco dorado (aunque no es el original, se cree puede ser de finales del XIX), el bastidor y la protección de barniz alterado (oxidado), en la superficie de la pieza, que no permitía ver en su integridad y fuerza la imagen.
La eliminación manual del barniz ha requerido un minucioso trabajo, así como la eliminación de algún repinte añadido con el objetivo de conservar la policromía; ha sido necesaria la fijación de las capas pictóricas y la reintegración de alguna zona puntual. Todo ello ha permitido encontrar finalmente en la pintura de Lucas Valdés una pincelada rotunda, con una paleta uniforme y con una imagen definida gracias a la destreza en el dibujo por parte del artista, que trata por un lado de mostrarnos un interior monumental, y por otro ser un fiel reflejo, al igual que un buen retrato, de la imagen elegida.
La obra, como una instantánea fotográfica, esta condicionada a la explicación de ese espacio y a la descripción de los elementos decorativos, arquitectónicos y artísticos según se exigía en el encargo realizado al pintor, para dejar plasmada a modo de un notario, esa realidad.
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