Turquía en acción

Turquía ha tardado en entrar en acción abiertamente en el norte de Siria y de Irak pero ha aprovechado para “matar dos pájaros de un tiro”, como dice el refrán. Es cierto que el presidente turco Erdogan ha esperado a sufrir ataques en territorio propio y sufrir víctimas mortales para lanzar sus ataques contra las posiciones de los terroristas del Daesh y contra campamentos del PKK, el partido de los Trabajadores del Kurdistán. Acción-reacción porque tanto el gobierno turco como los portavoces kurdos se acusan de haber roto las negociaciones de paz y el cese el fuego.

La apuesta del gobierno de Ankara es fuerte porque intenta involucrar a la OTAN invocando el artículo cuatro del Tratado para conseguir el apoyo de los aliados en lo que se presume una larga campaña. La estrategia pasa por una nueva alianza con los Estados Unidos al permitirles utilizar la base aérea de Incirlik para sus operaciones contra los terroristas del Daesh. A cambio, Washington ha recordado que el PKK kurdo es considerado un grupo terrorista. En el interior de Turquía, las redadas contra presuntos terroristas se han cobrado ya un millar de detenciones y varias víctimas mortales. Turquía ha estado especulando durante los últimos meses con un conflicto donde tenía mucho más que perder que ganar.

Sin embargo, la pasividad ha provocado un notable fortalecimiento de las milicias kurdas que han sido capaces de desalojar a los terroristas del Daesh de algunas posiciones relevantes como la ciudad siria de Kobane, muy cercana a la frontera turca. El flujo de refugiados ha afectado el equilibrio social en regiones turcas como Diyarbakir donde la estabilidad y la convivencia entre el gobierno turco y sus fuerzas de seguridad y los kurdos es más que complicada. La ocupación de los terroristas la ciudad iraquí de Mosul y de los pozos petrolíferos de la región supuso un fuerte golpe a las aspiraciones kurdas de un estado independiente. Sin embargo, se han convertido en los únicos combatientes sobre el terreno que se enfrentan al Daesh, dada la escasa eficacia del Ejército iraquí y las reticencias a las milicias chiíes por parte de la comunidad internacional que pueden cambiarse tras el acuerdo con Irán para el control de su programa nuclear. Este nuevo escenario con Irán refuerza su papel de potencia en la región, enfrentada a los sunnies wahabíes de Arabia Saudí y Qatar, y también de Turquía. Un verdadero caos.