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Adiós, doña Mercedes, le estaremos eternamante agradecidos

Adiós, doña Mercedes, le estaremos eternamante agradecidos

Por Benito Fernández

sábado 25 de julio de 2015, 22:30h

Se veía venir. Tenía los días contados después de que los andaluces, ciegos ante ese marasmo de corrupción institucional que ha asolado las arcas públcas andaluzas durante la última década, hicieran caso omiso al mayor escándalo que ha sacudido a unos gobiernos y respaldaran con sus votos a un partido, el socialista, que ha sido juez y parte en los tres casos que han provocado la vergüenza propia y ajena de ser y sentirse andaluz: Mercasevilla, los EREs fraudulentos y los falsos cursos de formación. Miles de millones de euros estafados y desaparecidos, más de trescientos imputados, entre ellos dos ex presidentes de la Junta, seis ex consejeros y una veintena de altos cargos, una red mafiosa que se repartía sin control alguno los fondos públicos destinados a los desempleados, cinco años de minuciosa y exahustiva instrucción con cientos de miles de folios. Nada de ello parece haber afectado al respaldo que los andaluces le han vuelto a dar en las urnas al partido responsable de tal desaguisado, al régimen que, durante más de treinta años ha regido los destinos de este tierra con el beneplácito tácito de los ciudadanos. Por todo ello, como decía al principio, se veía venir que la juez que ha llevado sobre sus espaldas la investigación de toda esta complicada red de corrupción, Mercedes Alaya, tenía los días contados.

La excusa ha sido su ascenso a la Audiencia, pero podría haber sido otra cualquiera. La Junta, su consejero de Justicia, Emilio de Llera, y el TSJA ya habían decidido hace tiempo que Alaya tenía que dejar de dar la lata con los dichosos EREs y los cursos de formación y nombraron a una sustituta en el Juzgado de Instrucción número 6, Mariángeles Núñez Bolaños, más o menos de la cuerda de Llera para que se fuesen diluyendo, poco a poco, las diversas causas instruídas por Alaya hasta que éstas fuesen cayendo en el más profundo cajón de los archivos y de los olvidos.

Pero antes de irse, la magistrada astigitana quiere morir matando y ha elevado al Consejo General del Poder Judicial un duro alegato en el que, entre otros aspecto, alude a “la estrecha amitad” que une a sus sustituta con el consejero de Justicia, “notorio detractor del trabajo de esta instructora”. Alaya deja claro que la Junta y sus peones en la Justicia andaluza le ha estado haciendo la vida imposible durante estos cinco años de instrucción de las macrocausas, que le han obstaculizado su labor investigadora elevando sus acosos y presiones hasta el terreno personal. El intento ahora del TSJA, de dividir la causa de los EREs podría poner punto y final a un bochornoso episodio que quedará impreso con letras de oro en la reciente historia de nuestra comunidad. Al final el triunfo de David contra Goliat no es sino la excepción que confirma la regla y lo normal es que a Alaya le ocurra lo que a la gran mayoría de aquellos que se enfrenta al todopoderoso poder, que acaben siendo pisoteados por el mismo o, lo que es peor, integrándolo en sus propias estructuras.

Con todos los defectos que ha tenido la instrucción de la causa de los EREs fraudulentos, con todos los peros que se le quieran poner a la magistrada instructora, lo cierto es que Mercedes Alaya Rodríguez, ha sido un verdadero ejemplo de tenacidad en poner negro sobre blanco una complicadísima trama de corrupción y tráfico de influencias que se ha venido desarrollando durante décadas en esta comunidad autónoma para beneficiar a los miembros de una determinada fuerza política y comprar voluntades creando redes clientelares que han resultado cruciales a la hora de ganar una y otra vez, durante casi cuatro décadas, los diversos pulsos electorales.

Por todo ello, ahora que parece casi definitivo el final de una etapa, cuando las latas instancias judiciales le han puesto fecha de cadudidad al trabajo de Mercedes Alaya, todos los andaluces le deberíamos estar agradecidos a esta mujer por su ímprobo trabajo que ha puesto al descubierto las formas y el modo de actuar de un sistema político enfermo que debería de ser erradicado de cualquier ámbito. Ahora más que nuca Alaya debería de ser reconocida como una de las personalidades andaluzas que más han luchado por aportar luz y taquígrafos al opaco sistema que nos ha estado gobernando en los últimos años. Por todo ello, muchas gracias magistrada. Sea usted feliz en su nuevo destino y como dice nuestro refrán cervantino, “a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga”.Adios, señoría, los andaluces le deberíamos estar eternamente agradecidos por su trabajo aunque mucho me temo que éste caerá pronto en el más profundo de los olvidos. Es lo malo que tiene el enfrentarse a la todopoderosa maquinaria de la Administración. Gracias, Mercedes.

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