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El niño y la perla

El niño y la perla

jueves 07 de marzo de 2013, 00:00h
Acabo de saber -y excuso haberme enterado tarde- de una de esas humildes y sensatas propuestas que de vez en cuando se hacen desde las Corporaciones Públicas. El Ayuntamiento de Palencia lleva varios meses recabando apoyos y adhesiones entre la ciudadanía, a su petición de que la Fiesta del Bautizo del niño sea declarada de Interés nacional.
El Bautizo del niño ha llamado poderosamente mi atención desde que, hace ya unos años, tuve la suerte de conocerlo. Siempre que puedo no me pierdo esta gran celebración popular. El primer día de cada año y en que en el entorno  de la Iglesia de San Miguel - lugar de la Boda del Cid Campeador, en el núcleo de lo que fue la antigua Judería de la ciudad - después de las ofrendas florales los paisanos pugnan con autoridades civiles y eclesiásticas  por cargar y danzar las andas de un Jesús Niño, ya casi entrado en uso de razón. Y año tras año las gentes abarrotan las calles a bajo cero para desplegar sus paraguas boca arriba, a la espera de la "pedrea"  final de Caramelos que se lanzan desde el edificio contiguo a la iglesia al canto del "Ea que eres como una perla", villancico original y cada vez más conocido dentro y fuera de la provincia palentina. 
La historia tiene su gracia porque, más allá de otro tipo de consideraciones, la fiesta tiene su origen en la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús  que se fundó allá por 1588, año en el que la Armada Invencible se hundió llevando las patatas a Irlanda y trayendo la humildad a España. Hacía poco más de un siglo desde que Pablo de Santamaría -con gran apoyo popular y singular disgusto de la Corona-  fundara una Inquisición antijudía que fue más democrática de lo que se piensa. Hacía pues ya tiempo que los  llamados "familiares" de la inquisición, verdaderos profesionales de la delación y a menudo conversos venidos a más,  eran los dueños de las calles en unos momentos históricos de los que se ha dicho que no se han vuelto a respirar en Europa hasta el nazismo. Según parece el origen de la procesión está en una especie de celebración de la circuncisión del Niño, cosa asaz judía y por tanto y quizá, sospechosa para quienes olvidaban que Jesús era judío. Tal vez por eso se quiso suprimir.
Dice la tradición que finalmente se sustituyó por la del Bautizo. Así que es posible que fuera la presión popular la que -devota amante de la fiesta y de la ternura que inspira el Jesús Niño- terminara por obligar a  las autoridades eclesiásticas a aceptarlo. Desde luego que me gusta pensar que ése debió ser su origen. Una de esas iniciativas populares, espontánea como tantas que crecen en nuestro país, quizá fue la que quiso hacer una fiesta de un acontecimiento imposible y que pudo ser hasta calificado de Herético en su día. Porque está claro que la popular procesión conmemora lo apócrifo. Así que es ya cuestión de Justicia, pues se trata de algo  que, más allá del carácter palentino, revela la manifestación de la originalidad popular en la interpretación de las tradiciones, de un peso ineludible. 
Norman Cohn decía que el origen de muchos de estas paradojas de la historia estaba en la insatisfacción general que las grandes hambrunas provocaron en Europa en la baja Edad media, y aún también ya entrada la edad Moderna. Procesiones de flagelantes salían a la calle, arrepentidos y medio desnudos con el látigo en mano, autoflagelándose por los pecados del clero y  ensalzando la penitencia y al Jesús justiciero, el de la borriquilla y el Templo. Entonces se conocían las escrituras mejor que ahora y se sabía que Zacarías había dicho que después de entrar montado en la Burra, el Hijo del Hombre aplastaría a los enemigos de Israel. Siempre me ha hecho gracia saber que quienes aborrecen de las procesiones de Semana Santa desde su ferviente y devoto comunismo anticatólico, quizá ignoran que en su origen los cofrades fueron los primeros comunistas de Europa.

Como quiera que la cosa se complicaba, una Iglesia que para bien y también para mal era más sensible a lo que pasaba en la calle de lo que se piensa, acabó por institucionalizar las procesiones.  Y mientras en el resto de Europa se enviaba a la gente a las cruzadas -una de ellas formada exclusivamente por niños, que acabaron siendo esclavos y tiñeron la península arábiga de Ojos Azules, aquí nos dedicábamos a crear una cultura singular y verdaderamente hermosa. 
Así que en España siempre hemos sido más prácticos. Por eso siempre se ha dicho que todo lo bueno y lo malo que tenemos nos lo hemos ganado a pulso y a favor, en contra o a pesar de los que mandan. "Se obedece pero no se cumple", "en lo que no es Justa Ley no se ha de obedecer al Rey" son ya frases que forman parte de nuestra literatura y nuestra Historia, y por tanto de nuestro carácter, profundamente igualitario y democrático. 

Por eso  saber de primera mano que esta  querida Fiesta no es aún de Interés Nacional me ha sorprendido un poco. Y es que siempre hemos dado por sentado que lo es. Así que con la solicitud y nuestra adhesión lo único que esperamos -como estamos seguros espera toda la ciudadanía, la provincia y cualquiera que conozca el evento- es el reconocimiento de dicha calidad. 
La Fiesta Palentina del Bautizo del Niño Jesús es, de natural, de Interés Nacional. No revela en sí misma sólo un interés municipal, provincial o Regional. Vaya desde aquí nuestro apoyo, y cunda el ejemplo de que hemos sido capaces, en tiempos mucho más difíciles, de hacer que el poder aceptase nuestras peticiones. 

Daniel Muñoz Doyague. Abogado y Politólogo. 
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